Javier Varela | 12 de febrero de 2019
Joaquín Sabina cumple 70 años. Ha puesto la banda sonora a varias generaciones, pero también ha sido capaz de no cantar al ritmo que le marcaba su querida izquierda. Un artista políticamente incorrecto y con las ideas claras.
Joaquín Sabina es un trovador del siglo XX y del siglo XXI. El martes 12 de febrero –el mismo día en que comienza el juicio del procés– cumple 70 años en los que se ha dedicado a hacer canciones, a convertir sus letras en la banda sonora de muchas generaciones, a ser defensor de los toros, de la aplicación del 155 en Cataluña y, básicamente, a hacer lo que siempre ha querido y ha defendido. Su forma de pensar es suya y de nadie más. Es un artista de los pies a la cabeza, de izquierdas, pero con sentido común. Ese sentido le permite decir las cosas que no ve bien, aunque sea políticamente incorrecto o eso le suponga ganarse algunas críticas por parte de los hoolligans de izquierdas. Esos que quieren imponer su verdad al resto y que se empeñan en defender que si no piensas, hablas y opinas como ellos, estás equivocado y eres un facha.
Porque Joaquín Sabina tiene el sambenito de ser un «progre facha» de España, ha recibido muchas críticas por no seguir los cánones del libro de estilo de izquierdas y, aunque hace un par de décadas marcaba el discurso progresista –fue de la mano de la Izquierda Unida de Anguita o del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero-, se vio envuelto en el ‘buenismo’ que hizo que sus versos más icónicos pasaran a ser machistas dentro del nuevo contexto social. Para colmo, sus declaraciones en favor de la monarquía le quitaron el carné de republicano -de lo que nunca ha renegado- en una sociedad empeñada en repartir carnés más a siniestro que a diestro.
Y me van a perdonar, pero llamar facha a Joaquín Sabina es, sencillamente, una estupidez. Más que nada porque Joaquín Sabina es un tipo de izquierdas y nada que ver con lo que se define con la palabra ‘facha’ o ‘fascista’ –aunque también es verdad que se lo han llamado algunos de esos poseedores de la verdad absoluta-. No hace mucho confesó que ni es político ni un opinador político. Joaquín Sabina es un poeta. Un contador de historias. «Soy un ciudadano que se preocupa por las cosas que pasan en mi país» y, por este motivo, se ha ganado las críticas de muchos. Porque Sabina se ha atrevido a decir –a pesar de su etiqueta de izquierdas- lo que muchos no se han atrevido o han querido enmascarar.
Quizá sea por su facilidad para escribir canciones que tocan el corazón, pero el cantautor jienense ha dicho a los cuatro vientos lo que hubieran firmado los mismísimos Pablo Casado o Albert Rivera. «Esto no es cómo lo están vendiendo y se lee en la prensa extranjera de que es Cataluña contra España, es Cataluña contra Cataluña», y no ha escatimado lindezas para los dirigentes catalanes, a los que ha acusado de «haber dividido por la mitad Cataluña». «Creo que es lo peor que puede hacer un gobernante».
Amigo de sus amigos, no se cortó a la hora de defender a Joan Manuel Serrat, al que los independentistas catalanes quisieron poner en el paredón por no pensar como ellos y por afirmar que la convocatoria del referéndum «no es transparente» e iba a provocar una «gran fractura social» en Cataluña. Un visionario el cantante catalán, que clavó con sus declaraciones lo que se vive hoy día en Cataluña. «Una banda de políticos irresponsables ha estado a punto de llevar a Cataluña al abismo», dijo Sabina tras la aplicación del 155 para posicionarse en la misma línea que su compañero de gira. E incluso, en un concierto, lanzó un guiño a su compañero durante una de sus canciones más conocidas, Y nos dieron las diez: «Sé que no lo soñé, protestaba mientras me esposaban los Mossos d´Esquadra… (en lugar de los municipales)».
Pero Cataluña no ha sido el único tema en el que Joaquín Sabina se ha posicionado y ha dejado clara su forma de pensar. El cantante es amigo de toreros –José Tomás, al que le une su pasión por el Atlético, y Luis Miguel Encabo, por ejemplo- y siempre se ha mostrado como un firme defensor de la libertad individual para acudir a la Fiesta de los toros, y se ha significado siempre en su defensa. Tanto que incluso llegó a señalar que «el que no quiera ir a los toros, que no vaya. Y que se dejen de tocarnos los cojones, que hay cosas más importantes. Pero que no hablen de ecología ni de amor a los animales, porque no conozco a nadie que los ame más que los ganaderos y los toreros». Solo le faltó coger su característico bombín, como si fuera un torero, y brindar al tendido en alguno de sus miles de conciertos en plazas de toros.
Tampoco se ha mordido la lengua para hablar de Cuba o Venezuela, dos de los países en los que gobierna la izquierda. «Fíjate en lo que está sucediendo hoy mismo en Venezuela. O en lo que ha quedado la Cuba castrista, que fue la revolución de mi juventud. Es tremendo lo mal que envejecen las revoluciones… incluso peor que las personas», dijo en agosto del pasado año. E incluso Podemos ha sido objeto de sus críticas. Sabina siempre se ha mostrado del lado de los movimientos de izquierda que han roto con la generación de los 60 y confesó sentirse mejor «del lado de esos millones que votaron a una izquierda joven y un poquito más radical«, pero no tanto del lado de sus dirigentes, que han empezado a tener «los mismos vicios que criticaban, como siempre pasa».
Sabina: cantante, torero, español y revolucionario. Un tipo que entiende la vida en cada momento y es capaz de sacar sus propias conclusiones. Que dice lo que piensa, pero, sobre todo, que piensa lo que dice.