Javier Varela | 13 de febrero de 2019
El Barcelona se suma al revisionismo histórico y ya ha anunciado que pretende quitar los reconocimientos a Franco. Pero los hechos hablan de favoritismo económico, con la construcción del Palau, y deportivo, con el fichaje de Kubala.
Habrá quien crea en las casualidades y no seré yo el que crea o deje de creer. Pero la misma semana en la que daba comienzo el juicio del procés, la junta directiva del Barcelona anunció que va a quitarle las medallas honoríficas que en su día le concedió a Francisco Franco. Una decisión, eso sí, que deberán ratificar los socios en la próxima asamblea de compromisarios.
Todo muy democrático, claro. “La retirada ha sido demandada periódicamente por parte de muchos socios a través de diferentes canales. En el año 2003, se analizó y se consideró que había sido forzada por el contexto político de la época. Se ha hablado en diversas asambleas de compromisarios”, recordó Josep Vives, el portavoz barcelonista.
Es cierto, eso sí, que no hay constancia documental de la entrega de las medallas y, por tanto, no se puede retirar lo que nunca fue concedido –a ese argumento se agarraron en su día Joan Laporta y después Josep María Bartomeu-, pero hay pruebas gráficas, aunque no en todos los casos, que confirman la entrega de las distinciones.
Pero esta decisión de posicionarse contra todo lo que recuerde a Franco no es nueva en el Barcelona. Como el hecho de hacerlo la misma semana en la que ha comenzado el juicio a los políticos y activistas independentistas encarcelados. “Siempre hemos dicho que la resolución del conflicto político de Catalunya debe ser política, nunca judicial. Siempre estamos en contra de la prisión preventiva. Los que hemos sido testigos tenemos muy claro lo que ha sucedido aquí y que la solución es que pase por la política y el diálogo, y no por una resolución judicial”, se posicionó el portavoz del Barcelona.
Pero, ya que van a quitarle los regalos que se le hicieron al Generalísimo, estaría bien recordar que no fueron dos sino tres. La primera, de hecho, fue tan inesperada como clandestina, porque no se conoce la existencia gráfica del momento. El 27 de mayo de 1951, tras ganar la Copa del Generalísimo (derrotó 3-0 a la Real Sociedad en Chamartín), el entonces presidente del Barcelona, Agustí Montal Galobart, se dejó llevar por la emoción y se quitó su insignia de oro y brillantes de la solapa para imponérsela a Francisco Franco.
Veinte años más tarde, el 13 de octubre de 1971, la junta directiva del Barcelona rindió visita a Franco en el Palacio del Pardo para agradecer la colaboración del régimen en la construcción del pabellón polideportivo del club (Palau Blaugrana). Montal –hijo del anterior presidente- fue el encargado de entregar a Franco la medalla de oro del Palau Blaugrana –inédita hasta entonces-, además de un álbum con fotografías de la construcción del polideportivo. Franco y el Barça
Tres años más tarde, Francisco Franco recibió el tercer obsequio azulgrana. Un año más tarde, con motivo de la Primera Trobada de Penyes, el club pretendía dar la primera medalla de oro del club a la Penya Blaugrana Manresa, pero desde el Gobierno se le recordó que todas las entidades debían concedérselas, ya fuera legalmente o por obligación tácita, en primer lugar al Generalísimo, por lo que el 27 de febrero de 1974 la directiva barcelonista regresó a El Pardo para condecorar de nuevo al jefe del Estado.
Estas condecoraciones responden, en algunos casos, a la simpatía de la directiva barcelonista por Francisco Franco, y a la ayuda que había recibido el club por parte del Estado para llevar a cabo su expansión urbanística y deportiva. El Barcelona de los Ramallets, Kubala o César estaba en una situación pésima económicamente y ahogado con una deuda de casi 300 millones de pesetas.
El club pidió la recalificación de los terrenos de Las Corts –a 1.200 metros del Camp Nou, en dirección al centro histórico de Barcelona- y, en 1965, el Consejo de Ministros, reunido en el Pazo de Meirás, refrendó la recalificación de unos terrenos que se venderían por 226 millones de pesetas y que fueron acompañados de una importante ayuda pública de 43 millones de pesetas, entregados a fondo perdido por el Consejo Nacional de Deportes en 1971. Sin duda, un impulso que ayudó a que el Generalísimo recibiera, meses después, una condecoración y que evitó al Barcelona entrar en bancarrota. Franco y el Barça
Pero la relación del Generalísimo y el Barcelona comenzó desde la mismísima llegada de Franco al poder. Una de sus primeras decisiones fue desmantelar al Real Madrid, que había ganado dos Ligas y dos Copas antes de la Guerra –muchos de sus jugadores acabaron en el exilio por ser considerados rojos– e impuso que en todas las directivas de los clubes españoles debía haber gente de su cuerda. Curiosamente, los datos históricos de la Liga parecen desmentir uno de los grandes mitos del fútbol y la política: que el supuesto favoritismo de Francisco Franco por el Real Madrid le hacía ganar títulos por decreto gubernamental, al menos en la primera época de la dictadura. Franco y el Barça
Durante los primeros 13 años de Liga con Franco ya en el poder -entre 1939 y 1975-, el Barcelona ganó cinco títulos, por tres del Valencia, dos del Atlético de Madrid, uno del Sevilla y otro del Athletic de Bilbao. El Madrid no ganó el título liguero hasta la campaña 1953-54, que curiosamente coincidió con la aparición de Alfredo Di Stéfano en el equipo blanco. Años antes de la irrupción de la Saeta rubia, el Barcelona fichó a Ladislao Kubala con la inestimable ayuda del Régimen, como atestiguan diferentes historiadores. En el empeño del Gobierno de la época de situar a España como un país que luchaba contra las políticas del Este y que ayudaba a los que querían salir de allí, España facilitó el papeleo y la nacionalización del jugador para que vistiera de azulgrana.
Ya en los años 60, el Real Madrid completó una década prodigiosa con 8 títulos -cinco de manera consecutiva-, lo que hizo cambiar el argumento desde la Ciudad Condal, que acusaba al Régimen de favorecer al equipo blanco. En los años 70 –con el fin de la dictadura-, el Madrid ganó seis Ligas, por una del Barcelona –que en las dos décadas apenas sumó dos títulos ligueros-. Según las estadísticas de la Liga, durante el franquismo el Real Madrid ganó 14 ligas, el Barcelona ocho, cinco del Atlético de Madrid, cuatro el Valencia, el Athletic dos y una el Sevilla. Franco y el Barça
La decisión del Barcelona no ha tardado en tener respuesta. Marc Duch, de la Asociación Manifest Blaugrana, aseguraba que «ya era hora después de 40 años. Era algo imprescindible y necesario. No podíamos mantener el club manchado de esta forma». «No puedes condecorar a un dictador fascista», añadió. Mientras, desde la Fundación Francisco Franco son rotundos: «Se han olvidado de que el Barcelona estaba en quiebra absoluta y fue Franco quien salvó al Barcelona». «Fue Franco quien construyó el estadio inicial del Barcelona», señala su presidente, Juan Chinarro.
Otro intento más de reescribir el pasado, de borrar lo que en su día fue válido pero que, con ojos de 2019, no lo es tanto. El Barça también pretende hacer revisionismo, en lugar de mostrar (con orgullo) su periplo histórico hasta llegar a ser uno de los mejores clubes del mundo. Franco y el Barça