Antonio Olivié | 24 de marzo de 2019
El Papa ha convocado un Mes Misionero Extraordinario, que tendrá lugar en octubre de 2019. No hay previstos eventos multitudinarios, ni testimonios de lugares remotos, pero sí un cambio de mentalidad que lleve el espíritu de misión al corazón de cada miembro de la Iglesia.
El secretario general de la Unión Misionera Pontificia, el padre Fabrizio Meroni, resalta la necesidad de superar la visión “heroica-exótica de la misión”, en la que los misioneros se enfrentan a territorios inexplorados y a la posibilidad del martirio. A su juicio, es preciso recuperar un sentido de misión que afecta a todos los laicos, gracias a “una fe transformante” en cualquier ámbito humano de hoy.
De hecho, el lema del Mes Misionero Extraordinario es «Bautizados y enviados. La Iglesia de Cristo en misión por el mundo». Es una llamada a todos los fieles, no solo a los religiosos o consagrados, en la que la pertenencia a la Iglesia nos convierte en responsables de la misión y evangelización. El papa Francisco ha señalado que “vincularse a esta llamada del Señor no es una opción para la Iglesia; es su «tarea imprescindible», como ha recordado el Concilio Vaticano II, dado que la Iglesia «es misionera por naturaleza».
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El modelo de misionero del siglo XXI ya no es el de un religioso que busca convertir infieles en zonas lejanas de Europa. El propio papa Francisco habla de la importancia “del santo de la puerta de al lado”, especialmente en países de Occidente en los que se pierde la herencia cristiana. A su juicio, quienes pueden cambiar la tendencia son los propios laicos que viven de forma comprometida su fe, que la ponen en práctica en su comunidad de vecinos, en su trabajo o en la asistencia a los más necesitados del barrio.
Este espíritu misionero del siglo XXI, que no desprecia el gran trabajo de quienes propagan la fe en territorios inhóspitos, también lo encarnan padres y madres de familia cuando se empeñan en formar bien a sus hijos, en transmitir una vida de entrega y solidaridad con el prójimo.
Las nuevas fronteras de la marginalidad se encuentran hoy dentro de las grandes ciudades. Empezando por el fenómeno de la soledad, del abandono en que viven algunas personas mayores y pasando por situaciones como la migración irregular, las drogas o la ruptura familiar, que conducen a muchas personas a una situación de pobreza.
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El alejamiento de Dios lleva a confiar en un consumismo y hedonismo que terminan por arruinar espiritualmente a las personas. Y es ahí, en el acompañamiento y la escucha a quienes sufren estas carencias, es donde la presencia cristiana, la misión de todos los laicos cobra más importancia.
De cara al Mes Misionero Extraordinario, el papa Francisco destaca cuatro formas de prepararlo:
Desde la Congregación de Propaganda Fidei se intenta fomentar la creatividad de cada una de las diócesis o comunidades para fomentar el sentido de misión en todos los fieles. Más allá de proponer planes concretos, esta institución llama a que en cada territorio se planteen propuestas adaptadas a sus necesidades. Con las líneas maestras que plantea el papa Francisco, cada diócesis o cada parroquia debe plantear acciones que concreten ese sentido de misión que debe impregnar toda la acción de la Iglesia.