Teresa Díaz Tártalo | 30 de abril de 2017
Salvo por cercanía con alguna familia de acogida u otra circunstancia casi casual, es extraño que se tenga conocimiento del hecho de que en España hay más de 42.000 menores que se encuentran dentro del sistema de protección.
Se trata de niños o adolescentes cuya guarda o tutela, según los casos, ha tenido que pasar a ser de la Administración porque así lo requería la obligación del servicio competente de velar por su interés superior.
Las causas de que los padres no puedan hacerse cargo de estos niños son variadísimas y multifactoriales. El análisis pormenorizado de los datos que se reflejan en el Boletín de datos estadísticos de medidas de protección a la infancia del Observatorio de la Infancia del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad da para una larguísima serie de reflexiones. En sus cifras hay muchas cosas llamativas.
En el año 2004 se promovió un total de 83 adopciones nacionales, frente a las 49 adopciones de 2014
Hoy meteremos la lupa solo en un par. Empecemos por el sorprendente descenso en las adopciones nacionales que se solicitan, que en 2014 fueron 1.431, frente a las 3.376 de 2010. Pero… ¡atención! Esto no debe hacernos pensar que hay niños que necesitan ser adoptados en España y para los que no llegan familias… ¡nada de eso!
Hay que saber que en 2014 España acumula un total de 2.668 familias pendientes de asignación, es decir, familias que han sido declaradas “idóneas” para adoptar, pues han mostrado reunir todos los requisitos precisos. La cuestión es que solo 569 niños han sido propuestos para ser adoptados, de modo que dichas familias deberán seguir esperando pacientemente. En cambio, hay muchos niños que necesitan ser acogidos y para ellos no hay familias, pues no es lo mismo adoptar que acoger.
Si centramos la mirada en Madrid podemos ver, según refleja la memoria del Instituto Madrileño de la Familia y el Menor (IMFM) de la CAM, que en 2004 se promovieron 83 adopciones nacionales, frente a las 49 del 2014.
Sobre el descenso de los solicitantes de adopción, tanto nacional como internacional, habría mucho que comentar, pero hoy nuestra lupa la vamos a dirigir a un detalle que puede parecer “insignificante”: de esas 49 adopciones, hay 6, lo que comúnmente viene siendo “media docena”, que fueron adopciones de niños con “necesidades educativas especiales”.
Desde agosto de 2015 existe ya en España la adopción abierta, que permite que un niño sea adoptado y mantenga el vínculo con su familia biológica si todas las partes consienten
¿Quiénes son estas familias? ¿Quiénes son estos escasos insensatos que dan su disponibilidad para que vivan con ellos para siempre niños de los que hay que estar pendientes a todas horas? ¿Están realmente locos o quizá el problema lo tenemos los demás, que tenemos dificultades para valorar lo verdaderamente importante en la vida porque estamos aburguesados, adormecidos o envejecidos prematuramente?
Carlos y Cristina son un matrimonio madrileño cuyo hijo pequeño murió en mayo de 2016 con cinco años, tras toda una vida enfermo. El padre, profesional cualificadísimo, dejó su trabajo para cuidar de él y ahora dice ser también “un competente enfermero pediátrico de UCI”.
Tienen otros 7 hijos mayores a los que hay que ver para entender al momento el bien que la corta vida de su hermano pequeño enfermo ha supuesto para todos ellos: unos chicos vivos, alegres, despiertos, enérgicos… La familia está esperando que pase el periodo normativo mínimo de un año tras la muerte del pequeño, tiempo que marca la Administración para poder ofrecerse para acoger a un niño.
¿Saben ustedes que solo en Madrid hay 1.579 niños que viven en los 85 centros dependientes de la CAM, de los que 122 son niños con discapacidad?
Pero… no quieren a cualquiera… lo quieren enfermo, si es posible bastante enfermo. Han acompañado a Pedro a morir y, sin negar todo el sufrimiento que ha conllevado, dicen que ha sido el bien más grande que han vivido en su familia: todo lo ponía en su lugar, todos se sentían en su sitio frente a aquel niño, sus afectos, sus quehaceres, sus amigos… la vida se jugaba en un tablero de profundo significado.
Quien los conoce sabe que no tienen la estúpida pretensión de “sustituir” al hijo perdido, son sobradamente inteligentes para pensar que tal cosa fuera posible.
Elizabeth y Pablo tienen 2 hijas que pasan de los 20 años y hace 8 acogieron a Nacho, porque escucharon un aviso que la Asociación Familias para la Acogida hizo circular: “Se necesita familia para un niño ciego y con hemiparesia”.
Nacho a día de hoy tiene 11 años, pero sigue yendo en silla de ruedas y es completamente dependiente. Más tarde, oyeron otro aviso: “Se necesita familia para una niña con el síndrome de Cornelia de Lange…”.Así llegó María. Durante mucho tiempo han estado yendo por el mundo con dos carritos, ahora ya María anda y el reto es que no se escape. Elizabeth cuenta que cuando la gente con frecuencia les dice “os habéis ganado el cielo”, ella piensa: “…no tienen ni idea, el cielo lo tenemos nosotros en casa”.Quizá una buena opción puede ser el hacer visible la ganancia existencial que supone para una familia el abrir las puertas de su casa
Eduardo y Estrella adoptaron hace 11 años a Juan, que tiene Síndrome de Down y la abuela dice que es su nieto favorito. Todos coinciden en que es el más feliz de la casa, aunque en la piscina hay que estar atentos porque en cuanto te descuidas te tira el móvil al agua, “¡…el que parece tonto…!”. Quizá es el único que usa bien la razón: el móvil… ¡al agua!
¿Saben ustedes que solo en Madrid hay 1.579 niños que viven en los 85 centros dependientes de la CAM, de los que 122 son niños con discapacidad, repartidos entre 9 residencias específicas para niños de este tipo?Hay otros cuyas discapacidades, por ser «integrables», viven en residencias normales. Muchos no son adoptables porque sus familias biológicas, si bien no puedan ocuparse de ellos, mantienen algún vínculo. Pero todos tienen derecho a que se les intente buscar un acogimiento.
Es preciso preguntar si se hace todo lo posible. Además, desde agosto de 2015 existe ya en España la adopción abierta, que permite que un niño sea adoptado y mantenga el vínculo con su familia biológica si todas las partes consienten.
Si es cierto que, en atención a su “interés superior”, todo niño tiene derecho a una familia, sepamos todos que hay 122 oportunidades de tener el cielo en casa… o estas tres familias de las que les he hablado están locas… y les aseguro que no: si las conocieran, las envidiarían. Cuando uno los ve se da cuenta de que dedican la vida a algo que realmente tiene mucho sentido, quizá por eso rebosan atractivo.
Tomemos conciencia de que hay más de 1.500 niños, solo en Madrid, que crecen en centros, aunque la nueva Ley Orgánica 8/2015, de 22 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y la adolescencia insiste en su derecho a crecer en una familia: ¿por dónde van a empezar a hacerlo posible?
Quizá una buena opción puede ser el hacer visible la ganancia existencial que supone para una familia el abrir las puertas de su casa. Y eso sin entrar en la ganancia que es para los niños… ¡asunto central! Seguiremos con ello…