Analizamos con el historiador Luis Eugenio Togores la Guerra Civil española desde una perspectiva militar.
Analizamos con el historiador Luis Eugenio Togores la Guerra Civil española desde una perspectiva militar.
La Guerra Civil española tiende a analizarse con los ojos del presente y siempre bajo un matiz ideológico y politizado. 80 años después de la finalización de la contienda, es posible analizar el conflicto en términos puramente militares y estratégicos. Eso es lo que hacemos en eldebatedehoy.es, con la ayuda del historiador y profesor de la Universidad CEU San Pablo Luis Eugenio Togores.
Pregunta: ¿Cómo se organiza el Ejército ante el golpe de Estado de 1936? ¿Los mandos de aquella época son republicanos y por eso pocos se adhieren a la sublevación?
Respuesta: Lo primero que hay que tener en cuenta es la edad. No es lo mismo un teniente o un capitán, muchos de ellos solteros, que pueden tener una ideología y vienen de una experiencia que es jugarse la vida. No es lo mismo jugarse la vida siendo un teniente de 24 años y soltero que ser general con 50 o 60, casado y con hijos.
Lo que ocurre es que de esos generales de la República hay algunos que son republicanos y otros no se adhieren al golpe, porque conlleva un riesgo enorme y piensan que están más seguros en la parte legal que en la golpista.
También hay que recordar que el golpe fracasa y por eso se inicia la Guerra Civil. Entonces, los generales que quedan son los que están más identificados con el futuro de España. Es mucho más fácil ser revolucionario con 20 que con 60, y eso determina muchas fidelidades.
Y tenemos, por otro lado, la situación geográfica. Imagina que estás en Madrid o Barcelona y te quieres sublevar, pero el golpe allí fracasa y no han contado contigo. Un ejemplo es el del caso de Vicente Rojo, que seguramente en otra situación hubiera luchado en el bando nacional. Pero le toca el golpe en Madrid, donde tiene a la familia y, como es un hombre de honor, decide luchar con la República y lo asume hasta el final.
Pregunta: En esa primera división de mandos, ¿los mejores militares se quedan en el bando nacional?
Respuesta: Casi todos los generales eran africanistas, todos habían luchado en Marruecos y tenían experiencia militar. Más que los generales, el problema está en el Ejército que tiene.
Por ejemplo, a mí Vicente Rojo no me parece un gran estratega, pero es que la calidad de los soldados que tenía el bando nacional era mejor que la del republicano. El armamento republicano era mejor que el nacional, pero los hombres eran mejores y el espíritu castrense y marcial va en la propia ideología del 18 de julio. En el Ejército republicano todo se divide, se entrega el mando a algunos generales, pero en el fondo están los jefes de milicia y políticos… entonces es mucho más difícil hacer la guerra. Generales como Miaja o el propio Rojo hubieran tenido mayores éxitos en el otro bando.
P.: ¿Podemos encontrar diferencias significativas en la organización de los bandos de las dos Españas y en la retaguardia? ¿Eso tiene repercusión en las trincheras?
R.: Sí. El bando nacional tiene dos cosas: rapidísimamente consigue la unidad de mando en Franco. El general Mola dice en Salamanca: “Si tenemos unidad de mando ganamos la guerra, si hay diversidad la perdemos”. Segundo: se permite la organización de la guerra y de la retaguardia a los militares… que al fin y al cabo son quienes saben hacer la guerra.
La República tiene varios problemas. Primero: nunca se decreta el estado de guerra, solo el estado de alarma. El estado de guerra suponía que los militares controlarían no solo la situación militar sino también la política; por eso no se decreta el estado de guerra y siempre hay un control político. Segundo: la República tiene la gran duda de si ganar la guerra o hacer la revolución, y además están enfrentados.
La República no es un bloque monolítico. El bando nacional no lo era hasta que se producen los sucesos de Salamanca y Franco deja claro que hay un bando y todos tienen que estar en él. En ese momento, los problemas con falangistas y requetés quedan zanjados. En la República no, hay varias guerras dentro de la guerra, no hay unidad de mando… Y, aunque sea un poco tópico, el soldado del bando nacional es un legendario de la cuarta bandera y el soldado republicano será un miliciano del POUM o de la CNT, que no es lo mismo. Es verdad que el Ejército republicano se va profesionalizando, pero siempre queda el estigma del soldado político frente al soldado profesional.
P.: Ha mencionado la mejor capacidad armamentística de la República, ¿sirve de algo esa superioridad?
R.: Las mejores armas son las del bando republicano. Si ves los Panzer 1 alemanes o las “tanquetitas” italianas, son una castaña. En cambio, los tanques soviéticos, como el T-26 o el BT-5, son carros de combate de verdad. Los otros son un amago. Y los aviones lo mismo… son iguales o mejores que los del bando nacional.
Los grandes armamentos los tiene la República, lo que pasa es que la doctrina y la gente para emplearlos son de peor calidad que las del bando nacional. Y esa es la clave del asunto.
P.: Hablemos de las batallas clave de la Guerra Civil.
R.: Batallas clave hay tres: la batalla de Teruel, la ofensiva de Alfambra y la batalla del Ebro.
Hay otras batallas que pudieron ser clave y no lo fueron. Por ejemplo, si Franco entra en Madrid en el verano del 36, seguramente se acaba la guerra. El Jarama, pues igual, si llega a ganar el bando nacional y a sitiar Madrid, hubiera cambiado la guerra. Pero como en ninguna pasó nada, son batallas importantes, pero no decisivas.
En los casos anteriores, la batalla de Teruel cambia la suerte de la guerra; en Alfambra se demuestra que los nacionales son capaces de empujar y la puntilla de esas tres campañas, el Ebro, ya demuestra que la República ha perdido la guerra.
Son batallas menos sangrientas de lo que nos pensamos. En toda la Guerra Civil española, que no es la Guerra Mundial, hay tantos muertos como en la batalla del Somme. Hay que tener en cuenta que, como hay poco armamento y no muy bueno, muere menos gente, es una guerra un poco pobre. Son muchos muertos, pero menos de los que podían ser por los escasos recursos militares que tienen ambos bandos.
Según avanza la contienda las mujeres van siendo apartadas del frente y tienen otro papel en la retaguardiaLuis E. Togores
P.: La toma de Madrid centró gran parte de los esfuerzos bélicos en el inicio de la guerra, ¿tenía un valor estratégico real o era algo simbólico?
R.: Franco pensaba que sí. Creía que era determinante y eso se demuestra en la campaña del verano del 36, que es un avance hacia Madrid por la Ruta de la Plata. Probablemente, si cae Madrid, la guerra se hubiera acortado, pero después de la batalla del Jarama, Franco decide cambiar el frente hacia Aragón. Y, finalmente, la última ciudad en caer será Madrid.
P.: ¿Se puede desterrar el mito de la Guerra Civil como antesala de la Segunda Guerra Mundial?
R.: La guerra dura mucho tiempo y la Europa de 1936 no piensa lo mismo que en 1939. Al principio, es un conflicto más y cuando la guerra avanza también se va crispando la situación en el continente.
El inicio de la Guerra Civil coincide con la remilitarización de Renania por parte de Hitler. Sin embargo, no hay una tensión que vaya a desembocar en una guerra por ese movimiento.
Pero más adelante, cuando empieza la batalla del Ebro en 1938, sí hay un planteamiento francés de empezar la guerra en España. De hecho, cuando se produce la ofensiva de Alfambra, Franco tiene que valorar la posibilidad de entrar en guerra con Francia.
P.: Son famosas las imágenes de milicianas en el frente, ¿tuvo la mujer un papel importante en el Ejército republicano?
R.: En el inicio de la guerra, todos conocemos las imágenes de las milicianas, que venían de los sindicatos, pero según avanza la contienda las mujeres van siendo apartadas del frente y tienen otro papel, muy importante, en la retaguardia de nacionales y republicanos.
No existen unidades de mujeres, como sí encontramos en el Ejército de la Unión Soviética. Hay una parte de mito, que está bien, pero cuando la guerra entra en su crudeza las mujeres van a servicios sanitarios, auxilio social, etc., en ambos bandos. El papel de la mujer, salvo en los primeros meses, es el normal en las guerras de su tiempo. Las primeras unidades femeninas, como decía, son las del Ejército soviético en la Segunda Guerra Mundial.
P.: En una guerra también hay gestas y momentos heroicos. Es muy conocido el caso del Alcázar de Toledo, ¿algún otro que pase más inadvertido?
R.: La gesta más importante es la defensa del Santuario de Santa María de la Cabeza en Jaén.
El caso del Alcázar de Toledo tuvo una repercusión mediática brutal en la época y se convirtió en objetivo de ambos bandos. Pero la defensa de la Guardia Civil del Santuario me parece mucho más heroica. Dura mucho más el asedio y, al final, prácticamente todos mueren porque no se les puede socorrer. Hay una película de los años 40, El Santuario no se rinde, pero es un hecho que pasa mucho más desapercibido.
Por cierto, los dos hechos, digamos, más gloriosos del Bando Nacional son obra de los guardias civiles: el Alcázar y el Santuario.
La defensa del Santuario es de un valor absoluto, de los guardias civiles y de sus familias.