Tomás Chivato | 22 de marzo de 2019
La alergia primaveral afecta a más de 150 millones de personas en Europa. Usar mascarillas, ventilar el hogar, no automedicarse y acudir al médico son medidas preventivas.
Las enfermedades alérgicas constituyen una auténtica “epidemia no infecciosa” en los países desarrollados. En Europa, más de 150 millones de ciudadanos padecen algún tipo de enfermedad alérgica. Las más frecuentes son la rinitis y el asma alérgico. En relación con la causa de las alergias respiratorias en nuestro país, los alérgenos más relevantes son los pólenes y la primavera es el momento más complicado para todos aquellos pacientes que padecen algún tipo de estas alergias. A continuación, se resumen algunas ideas clave en relación con las causas de su aumento, el manejo, la prevención y el tratamiento.
La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diésel altera la estructura del polen, haciendo que este genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa y aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles. Estas proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en poblaciones que viven cerca de autopistas, en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación. Por este motivo, en las ciudades se producen más casos de alergia primaveral, a pesar de que la concentración de pólenes sea menor que en el campo. Los altos niveles de contaminación de las ciudades favorecen el fenómeno de inversión térmica, que impide a los pólenes abandonar la atmósfera e incrementa el tiempo de exposición a ellos.
Además, el cambio climático está alterando los ciclos de polinización de las plantas. Adelantan el inicio y retrasan el final de su período de floración, con lo que se amplía la duración del período de polinización y, por lo tanto, hay una mayor exposición de la población a los pólenes.
Todas las plantas anemófilas se reproducen por pólenes, pero no todos dan problemas alérgicos. En el centro peninsular, los pólenes más frecuentes son los de arizónicas, plátano de sombra, gramíneas y olivo.
Este año la ausencia de lluvia no ha limpiado la atmósfera de pólenes y los vientos han ayudado a su diseminación.
Los pacientes y familiares interesados en aumentar sus conocimientos en alergia primaveral pueden consultar los capítulos de rinitis y asma de El libro de las enfermedades alérgicas, descargable gratuitamente en www.seaic.org
La educación sanitaria, las vacunas específicas y las aplicaciones móviles mejoran la calidad de vida de los pacientes que padecen alergia primaveral.
Los pacientes con alergia primaveral deben conocer a qué pólenes están sensibilizados y vigilar los niveles de los mismos. En la página web www.polenes.com se recogen los niveles ambientales de pólenes.
El tratamiento integral de la rinitis y el asma alérgica ha de incluir cuatro aspectos: medidas de control ambiental (desalergenización), educación, tratamiento sintomático y vacunas.
La inmunoterapia es el único tratamiento que puede modificar la evolución natural de la patología alérgica respiratoria.
El uso de mascarillas homologadas, los filtros antipolen en el coche o los purificadores de aire para interiores son herramientas útiles para prevenir la alergia primaveral.
Los purificadores de aire logran filtrar la mayoría de las partículas ambientales de pequeño tamaño, por lo que pueden proporcionar un control ambiental adecuado para las personas alérgicas en espacios cerrados y reducen los síntomas.
La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores diésel altera la estructura del polen, haciendo que este genere proteínas de estrés
Las mascarillas autofiltrantes con ajuste hermético moldeable que cubren la nariz y la boca son una buena solución para los alérgicos que viven en zonas de elevada intensidad de polen, ya que evitan que este entre en las vías respiratorias y reducen el uso de medicación de rescate. El tamaño del polen es especialmente pequeño, por lo que solo son eficaces las mascarillas homologadas, que tienen un elevado poder filtrante. Suelen tener una válvula de exhalación por donde sale el aire exhalado, reduciendo el calor y humedad en el interior, por lo que pueden ser usadas durante varias horas. Algunas de estas mascarillas están avaladas por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) y se pueden encontrar en cualquier farmacia.
Otros consejos útiles son: la ventilación del hogar, el uso de gafas de sol, evitar salidas al exterior y hacer deporte en las horas centrales del día y no automedicarse.
Es necesario acudir al médico de atención primaria (médicos de familia y pediatras) y evitar la automedicación y, posteriormente, ser evaluado por un alergólogo para realizar un diagnóstico adecuado e instaurar un tratamiento integral, citado anteriormente, enfocado a tratar la causa de su alergia basado en inmunoterapia (vacunas específicas), que es lo único que puede revertir completamente la alergia primaveral.