Carlos Cuesta | 13 de febrero de 2017
Los miembros de Podemos lo llaman así. Empoderarse. Es más, aseguran que gracias al partido morado todos los ciudadanos nos vamos a ‘empoderar’. Todos, menos los ricos y poderosos de la casta.
Lo cierto, y más después de ver el resultado del Congreso Vistalegre II, es que, el único que parece ‘empoderarse’ cada día más dentro de Podemos es Pablo Iglesias: el mismo que ha colocado a doce de sus hombres entre los quince primeros puestos del partido.
El mismo que ha conseguido relegar al puesto veinte al primer representante de los Anticapitalistas –Miguel Urbán-. El mismo que ha hecho que Irene Montero, simplemente por ir en su lista, casi haya conseguido el mismo respaldo entre la militancia que Íñigo Errejón. Y, sobre todo, el mismo que ha obtenido el apoyo más que suficiente para hacer lo que quiera, tanto en la designación de cargos, como en el planteamiento de propuestas.
Y es que, en el fondo, tanto hablar de la supuesta amenaza que podía suponer Íñigo Errejón para el liderazgo personal de Pablo Iglesias en Podemos, nadie se ha percatado de que en Vistalegre II, además de la pelea por los cargos, se deberían haber discutido una serie de propuestas políticas.
Pablo Iglesias se ha beneficiado del despiste general por la pugna orgánica para que medidas de una radicalidad y agresividad fuera de lo normal hayan sido respaldadas sin la más mínima trascendencia en los medios de comunicación
Propuestas que, en ausencia plena de debate, salen adelante sin la más mínima visibilidad.No diré yo que las propuestas pudiesen haber sido puestas en duda por Errejón: Porque su pugna nunca pasó de ser una lucha de sillones: ambos profesan la misma radicalidad de extrema izquierda basada en el pleno control de la economía y en la subordinación de las libertades personales. Pero lo cierto es que Pablo Iglesias se ha beneficiado del despiste general por la pugna orgánica para que medidas de una radicalidad y agresividad fuera de lo normal hayan sido respaldadas sin la más mínima trascendencia en los medios de comunicación.
Entre esas medidas que ya forman parte del programa de acción de este partido figuran cuestiones como la “reestructuración de la deuda hipotecaria de los hogares”, “la auditoría de la deuda pública” total, o su Plan Nacional de Transición Energética. Propuestas que se despachan con unas pocas líneas y en las que se pone en duda el valor de las hipotecas –haciendo saltar por los aires todo el esquema de garantías del sistema hipotecario español-, o en las que se afirma que “crearemos un Plan Nacional de Transición Energética que movilice la inversión público-privada en eficiencia energética y energías verdes en un 1,5 % anual del Producto Interior Bruto (PIB) durante un periodo de veinte años”.
Traducido: que cada año, y a lo largo de dos décadas, 15.000 millones de euros (en poder adquisitivo actual) –es decir, en total, 300.000 millones de euros- deberían dirigirse de forma obligatoria a implantar las mismas energías que hoy nos suponen ya un gasto adicional en el recibo de la luz de 7.500 millones de euros anuales.
También figura entre esas medidas la recuperación de las centrales hidroeléctricas por parte del Estado. Un deseo nacionalizador de difícil cálculo económico, que exigiría la compra “por parte del Estado de las centrales hidroeléctricas cuyas concesiones a empresas privadas caduquen” y, obviamente, su consiguiente desembolso con cargo a impuestos.
El Plan Nacional de Transición Energética que promueve Podemos en cifras: 15.000 millones de euros, en poder adquisitivo actual. Es decir, en total, 300.000 millones de euros
Figura la garantía por ley del acceso a un suministro mínimo. Y no tal y como recoge el pacto por el bono social energético recién sellado entre PP, PSOE y C´s. No: en este caso se trataría de prohibir el “corte de suministro de electricidad o gas cuando se trate de la vivienda habitual del consumidor y cuando el impago de la factura se deba a motivos ajenos a su voluntad y, en particular, a una situación de pobreza sobrevenida”. De nuevo resulta prácticamente imposible saber a cuánto podría ascender el coste de una medida sometida únicamente a “motivos ajenos a la voluntad” de los consumidores.
Aparecen “las bicicletas como base de una movilidad urbana sostenible”; un Pacto Nacional por la Economía Productiva –que se resuelve en un párrafo en el que tan sólo se subraya la importancia de blindar el poder de los sindicatos en el control industrial porque este sector “no puede basarse en una apuesta por la competitividad a través de los precios”; y una “reorientación del sector de la construcción”, por ordeno y mando –pesa cerca de un 6% del PIB total pese a la crisis-, hacia “actividades de rehabilitación”.
¿Quién pagaría semejante descontrol de gasto? Se lo pueden imaginar. Porque todo ello se apoyaría como única vía de recaudación en una reforma del IRPF
Un cúmulo de locuras multimillonarias inasumibles que llegan a su máxima expresión con el anuncio de la “puesta en marcha de fondos de inversión soberanos de carácter público”, la “constitución de una potente y eficaz banca pública a partir de las entidades nacionalizadas Bankia y Banco Mare Nostrum” para financiar “Infraestructuras”, “equipamientos públicos”, “proyectos empresariales” o “crédito, principalmente en relación con la vivienda, y pymes”; o, incluso, con el deseo de usar el propio “Banco Central Europeo” para inyectar crédito “bajo un verdadero control democrático, y para que pueda actuar como prestamista en última instancia de las autoridades fiscales”.
¿Quién pagaría semejante descontrol de gasto? Se lo pueden imaginar. Porque todo ello se apoyaría como única vía de recaudación en una reforma “del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) con la ampliación del número y los tipos de tramos en las rentas de más de 60.000 euros anuales” –el tipo máximo llegaría al 55%-; en la eliminación de “las deducciones que tienen un carácter más regresivo”; la subida de los tipos fiscales del ahorro para equipararlos a los del trabajo; la “eliminación” del “régimen de estimación objetiva en materia de actividades económicas”; la “recuperación del gravamen efectivo en el Impuesto sobre el Patrimonio y en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones”; el “establecimiento de una verdadera fiscalidad verde”; y el “avance hacia el impuesto sobre transacciones financieras”.
Todo eso es lo que sale de Vistalegre II. Mucho más que una simple pelea por las sillas entre machos alfa. Todo un programa de saqueo y ruina de un Podemos que, no lo duden, se venderá a partir de ahora y más que nunca como el partido de la moderación y el diálogo porque discutieron entre Iglesias y Errejón.
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