Rafael Ortega | 14 de abril de 2019
Luis Argüello llama al elector cristiano a “votar de forma libre y responsable”.
Ante las próximas elecciones del #28A, ¿cómo deberíamos votar los católicos españoles? Esta pregunta está en la cabeza de muchos de nosotros y se esperaba una respuesta o una indicación por parte de los obispos tras la reunión de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Los obispos, que no dan puntada sin hilo, no han querido dar directamente una respuesta con un documento o algo similar, pero desde la madrileña calle de Añastro, sede de la CEE, han salido iluminadores flashes, como el artículo publicado en la revista Ecclesia por Luis Argüello, secretario general y portavoz de la CEE, que da respuestas claras a la cuestión, pues ahora más que nunca el voto católico está dividido.
Luís Argüello, que recordamos es además obispo auxiliar de Valladolid, recoge en sus declaraciones el sentir de su jefe directo, que no es otro que su arzobispo, el cardenal Ricardo Blázquez, presidente también de la CEE.
Por tanto, ¿cómo deberíamos votar en las próximas elecciones? Pues, según Luís Argüello, “un elector cristiano, en su juicio, ha de tener en cuenta la luz de la fe, la enseñanza de la Iglesia y los imperativos éticos que de ellas dimanan. Se requiere, pues, un discernimiento de las opciones electorales, aun sabiendo que ningún programa político agota las exigencias del Evangelio; tampoco puede esperarse de la política la salvación, ni de ningún programa de gobierno el establecimiento pleno de la justicia y el bien. El elector católico procurará inclinarse por aquel que, a su juicio, conduzca con mayor eficacia hacia el bien común de la sociedad, aceptando que la misma fe cristiana puede conducir a compromisos políticos diferentes”.
El elector católico procurará inclinarse por aquel que, a su juicio, conduzca con mayor eficacia hacia el bien común de la sociedadLuis Argüello
Argüello llama al elector cristiano a “votar de forma libre y responsable”, pero “para contribuir a la paz y al bien común”; o cuando ante la abstención dice que “muchas veces no habrá otra salida que la del bien posible, la del mal menor o la opción menos oscura, actitud siempre preferible a la indiferencia”; o cuando expresa, como no podía ser de otra manera, que debemos contar siempre “con la defensa de la vida frente al aborto y la eutanasia” y “apostar por la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer”.
Como diría alguno, “más claro, agua”. Los obispos no han callado y, naturalmente, se han hecho eco de lo dicho por el papa Francisco en su mensaje en la Jornada Mundial de la Paz de este año: “Cada cita electoral, cada etapa de la vida pública es una oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran la justicia y el derecho. Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa común”.
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