David Oller | 30 de abril de 2019
Javier Soriano, psicólogo deportivo, explica la relación entre la competición de élite y la depresión.
Puede que cuando nos enfrentamos a la mente humana nos estemos enfrentando a una máquina -casi- perfecta y, por ello, compleja hasta límites insospechados. Una máquina al servicio de otro aparato, el cuerpo, que aunque en ocasiones puede estar preparado para competir en la élite, no es indestructible, es vulnerable también. Mientras ambos elementos se encuentran sanos, el deportista alcanza su máximo rendimiento. A nadie se le escapa que el estado físico es parte esencial para un deportista y que si este falla o se lesiona, el rendimiento disminuye. Pero, ¿qué ocurre si lo que se encuentra mal es la mente, el eje gracias al que todo lo demás está en armonía?
Es igual de importante (o más) una lesión psicológica que una física. Y lo hemos visto recientemente en dos casos de deportistas jóvenes que han visto truncado su sueño por no sentirse preparados mentalmente para conseguirlo. La remera española Anna Boada ha tenido que anunciar su retirada con tan solo 26 años por sufrir una depresión.
Atleta olímpica (consiguió la sexta plaza y diploma olímpico en Río 2016) y medalla de bronce en el Mundial del pasado mes de septiembre, Anna comunicó al mundo del remo su decisión en la Gala del Comité Olímpico Español por “no haber sido capaz de encontrar las fuerzas para seguir luchando”. Algo similar le ocurría hace tan solo unos días al joven ciclista británico Peter Kennaugh, del equipo BORA-Hansgrohe, que va a descansar de la competición de forma indefinida también por culpa de un problema de salud mental, según confirmó el equipo.
Asaltan las dudas sobre cómo una enfermedad como la depresión puede llegar a personas tan jóvenes, a cuerpos entrenados para la competición, hasta el punto de impedir que deportistas de élite se vean tan superados que no vean otra salida posible que la retirada.
“Nadie está a salvo de poder llevar componentes que nos predispongan a padecer esta enfermedad. La depresión es uno de los trastornos psiquiátricos más estudiados y se puede desencadenar por factores ambientales pero también biológicos y genéticos”. Javier Soriano tiene una amplia experiencia en ambos sectores. Fue futbolista profesional y desde el año 2000 desempeña la labor de psicólogo deportivo de alto rendimiento. Trabajó 10 años dentro de la escuela de fútbol de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y 8 en la cantera del Real Madrid. Nadie como él para explicarnos en eldebatedehoy.es las claves de esta enfermedad. “Cualquier persona, se dedique al sector que se dedique, puede padecer episodios de depresión o la temida depresión mayor”, nos asegura Javier.
El entorno deportivo de élite te pone a prueba continuamente y la excesiva presión hace que a veces dé la sensación de no poder continuarJavier Soriano, psicólogo deportivo
Cuerpos minuciosamente preparados y esculpidos para esfuerzos sobrenaturales que se ven mermados y vencidos. “Si dejas que la depresión vaya poco a poco apoderándose de tu cuerpo y de tus pensamientos, elimina en ti toda voluntad de seguir creciendo como deportista, elimina tus sueños y tu motivación casi hasta para levantarte cada mañana. Si por entonces sigues compitiendo y, obviamente, ves que tus resultados y nivel son cada vez peores, todo este mecanismo se va retroalimentando y haciéndose cada vez más fuerte. Sin que seas capaz de ver salida alguna”, relata Javier.
Pero, ¿cuántas veces hemos oído que el deporte ayuda a superar malos momentos?, ¿cuántas veces nos han aconsejado hacer ejercicio para liberar la mente y desinhibirnos? «Aquí claramente habría que distinguir entre la práctica de deporte como medio terapéutico positivo, y el deporte de alta competición. El primero, practicado con regularidad, sin estrés y sin objetivo competitivo alguno facilita la producción de proteínas que regeneran neuronas, aumenta el flujo sanguíneo, regula los niveles de los neurotransmisores, libera endorfinas y, en general, ayuda al organismo a recuperarse. El segundo, el deporte vivido desde un punto de vista de máxima competición, no solo no facilita todos estos mecanismos sino que en ocasiones los entorpece, además de generar un estrés psicológico nada positivo”, explica Soriano.
Según Soriano, la depresión mina al deportista poco a poco, le hace dudar de su valía, de sus posibilidades. “A nivel psicológico destroza el autoconcepto. Sientes que no vales para nada y toda la alta percepción que un deportista tiene que tener de sí mismo y de su propia habilidad te la elimina. Comienzan las dudas, los malos pensamientos y la ausencia total de motivación para seguir creciendo en tu deporte. Elimina toda voluntad de querer hacer algo”.
Y ocultarlo, precisamente, no te aporta fortaleza. “Todo esto mezclado con la todavía idea (algo ignorante) que hay en nuestra cultura de que afirmar que tienes o padeces algún estado emocional concreto te debilita y te hace peor, justo cuando debería ser lo contrario. Alguien que sale a los medios y dice algo como esto debería convertirlo en un valiente”.
A menudo también escuchamos que las personas cercanas (familiares y amigos) juegan un papel muy importante en ese proceso de curación aunque, en este caso, su labor es menos trascendente, según Javier Soriano. “En un cuadro de depresión mayor, el principal objetivo de las personas cercanas al deportista será el de saber reconocer los primeros síntomas de la enfermedad y recomendar lo antes posible la intervención de un profesional que le ayude (incluso médicamente) a superarla”.
Alejandro Blanco @COE_Presidente: "Anna Boada dio muchos años de su vida al deporte y éste debe estar con ella tras su retirada. Tiene todo mi apoyo y el del COE para lo que necesite en su recuperación y en esta nueva etapa en la que también dejará huella" https://t.co/0DbngIyGEr pic.twitter.com/0cxhBB8NWh
— COE (@COE_es) March 31, 2019
Sin duda, los deportistas de alto nivel son una población de riesgo para padecer problemas psicológicos o psiquiátricos por la presión del resultado y la autoexigencia que se imponen de superarse día tras día, entrenamiento tras entrenamiento. “El entorno deportivo de élite te pone a prueba continuamente y la excesiva presión a la que te ves sometido hace que a veces dé la sensación de no poder continuar con tu trabajo. Aunque desde fuera podamos suponer que son personas a las que la vida les ha sonreído, ricas, populares, que hacen lo que les gusta, están continuamente en el disparadero y siempre evaluados”, sentencia Soriano.
Pero no todos los casos han de terminar como el de Anna, y por ello está trabajando también el joven Peter Kennaugh. Hay salida, existen vías de recuperación que para Javier Soriano poseen unas claves determinadas. “Una detección temprana de la enfermedad, un contexto cercano que te ayude y te comprenda, y unas habilidades (que un deportista de élite debería trabajar y aprender) que te ayuden a afrontar con éxito toda la parte cognitiva de pensamientos negativos que la depresión provoca en la persona. Hay quien lo consigue por su carácter, sus experiencias vitales anteriores, o incluso por venir ya de serie con estas habilidades personales, que facilitan mucho y hacen que la recuperación pueda tener mayores garantías de éxito”.
Cuatro años después de la amputación de su pierna derecha, triunfa en el atletismo paralímpico.
Muchas veces, contratiempos o circunstancias hacen que lo personal supere lo deportivo. Es ahí donde reside la humanidad de sus superiores.