Hilda García | 14 de marzo de 2019
Son una vaca sagrada. Se les consiente todo. Algunas comercializadoras de electricidad están cambiando los contratos sin consultar al consumidor. Una mala praxis cuyo fin no es otro que subir el precio de la luz. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ya ha alertado sobre ello.
Aunque varias compañías han sido multadas por irregularidades, parece que les compensa. En una industria tan regulada y oscura, la culpa es de quien permite este atropello: el Gobierno de turno. Ponerse del lado del poderoso es rentable.
«La debilidad luchando con el poder nada puede esperar de la justicia de los hombres», escribió Tito Livio. Ciertos sectores disfrutan de tarifa plana de privilegios y quien paga las consecuencias es el más indefenso. La electricidad es un bien de primera necesidad y no admite abusos.