Hilda García | 02 de junio de 2019
«Los saltimbanquis», de Juan José Gómez Cadenas, reivindica el valor de la solidaridad en un mundo en el que todo está en venta.
La dicotomía confianza-traición centra el argumento de Los saltimbanquis, la última novela del físico y escritor Juan José Gómez Cadenas (Cartagena, 1960). Publicada por Ediciones Encuentro, la obra gira en torno al célebre dilema del prisionero: si dos personas cooperan, hay posibilidad de salvación para ambas. Si, por el contrario, son desleales, una de las dos caerá.
Los saltimbanquis
Varios autores
Ediciones Encuentro
362 págs.
20€
Los saltimbanquis recrea, de manera extraordinaria, el mundo empresarial de nuestros días, un mercado deshumanizado en el que casi todo está en venta. Describe un microcosmos asfixiante donde la traición, las zancadillas y el arribismo campan a sus anchas: “Quizás la ambición era idéntica a la necesidad que el drogadicto siente de aumentar cada vez más la dosis”.
Alcohol, estupefacientes y fiestas son testigos de las artimañas que emplean y de los acuerdos que cierran los numerosos títeres que deambulan por un paisaje artificial de frías salas de reuniones y despachos impersonales.
La acción comienza cuando una importante empresa de software planea adquirir otra del mismo sector haciendo uso, para ello, de una estrategia tan arriesgada como poco ética. La firma encarga este difícil cometido a su empleado Iván, un joven ejecutivo de nobles sentimientos, casado con una compañera de trabajo, la ambiciosa Sonia. Al tiempo que el lector asiste al desenlace de esta misión, conocerá la historia del protagonista y de los distintos individuos que pululan alrededor de él.
Compartiendo, no sólo se beneficia a la comunidad, sino que se propicia la mejora del bien comúnJuan José Gómez Cadenas
Casi todos los personajes del libro tienen un denominador común: no dudan en anteponer el éxito laboral a su vida personal… e incluso a sus principios morales: “[…] nadie actúa altruistamente en el mundo en que nos movemos”. En apariencia, son profesionales de prestigio, pero cada uno de ellos esconde traumas del pasado, renuncias, abandonos, engaños…
Gómez Cadenas denuncia en su obra el círculo vicioso que se crea por la deslealtad de las empresas, tanto entre ellas como hacia el consumidor, una situación con la que nadie gana: “La inevitable conclusión es que la capacidad y el valor de escoger la confianza, no sólo es una opción moralmente satisfactoria, sino también, en última instancia, rentable”.
La novela contiene también una crítica del poder, que nunca se muestra dispuesto a cooperar. En sus páginas se trasluce la decadencia de Occidente y el declive de los derechos del ciudadano: “Se da en la actualidad una situación diametralmente opuesta a una democracia social, la negación absoluta de la utopía, la ausencia de ideología”.
Pero en ese universo corrompido por la rivalidad y el egoísmo también hay quien (como el personaje de Clara) cree en la solidaridad y, además, practica con el ejemplo: “Es una de las virtudes más hermosas que existen”.
Lo más destacable de Los saltimbanquis es que pone en valor principios tan olvidados hoy día como la confianza, la cooperación o el altruismo. El autor insiste en que si todos hiciéramos uso de ellos, sin duda, el mundo funcionaría mejor: “Compartiendo, no sólo se beneficia a la comunidad, sino que se propicia la mejora del bien común”. Una sugerente reflexión para el lector que recorra sus páginas.
‘Los saltimbanquis’ pone en valor principios como la confianza, la cooperación o el altruismo
Pero la obra también aborda otros temas de gran actualidad, como el feminismo, los prejuicios, la piratería o la pugna por la propiedad intelectual, sobre la que ofrece interesantes observaciones.
El arte -como creación, inspiración y obsesión- ocupa un lugar central. De hecho, el título Los saltimbanquis responde al nombre de un cuadro de Picasso que juega un importante papel en la trama. Una referencia que cobra pleno sentido, pues los acróbatas son la antítesis de los ejecutivos: pasean por las calles libres, sin equipaje, sin más posesión que su propio cuerpo.
Dividida en 66 capítulos breves, la primera parte de la trama tiene un estilo sencillo, aunque no faltan los saltos temporales. La segunda, algo más confusa, intercala acontecimientos pasados con otros presentes, incluso en un mismo párrafo. Por ello, la lectura se hace más densa, aunque, en general, resulta amena y tiene buen ritmo.
Lejos de ser una novela de buenos y malos, Gómez Cadenas no juzga los comportamientos de sus personajes. Simplemente, el bien vence al mal de manera natural.
Siguiendo el sendero marcado por el dilema del prisionero, la conclusión de Los saltimbanquis no puede ser más rotunda: “Creo que es más fácil cooperar que agredir y que la lealtad es preferible a la traición. Son viejas ideas, te las encuentras mejor formuladas en los evangelios, pero son más antiguas que estos”.
Sin duda, la confianza siempre suma, mientras que la traición resta.
José Jiménez Lozano desvela en su obra “La querencia de los búhos” lo que el silencio oculta.