Javier Varela | 25 de junio de 2019
Una década después de su muerte, las sombras de los excesos con menores y el consumo de drogas han difuminado el mito que se convirtió en leyenda.
Diez años de aquel 25 de junio de 2009. Diez años sin Michael Jackson. Diez años sin el Rey del Pop. Diez años en los que los escándalos, las sombras de abusos a menores, los documentales y las películas han puesto en entredicho la leyenda de uno de los artistas más grandes, si no el más grande, del panorama musical.
Aquel 25 de junio el mundo se detuvo al conocerse su fallecimiento. Una llamada al teléfono de emergencias solicitaba una ambulancia en la casa del cantante en Los Ángeles. Había sufrido una parada cardiaca. Un equipo de paramédicos llegó a la casa cinco minutos después y trató de reanimar a Jackson. Lo trasladaron en ambulancia al centro médico Ronald Reagan de la Universidad de California en Los Ángeles. La hora oficial de la muerte fueron las 14.26 del 25 de junio de 2009. Tenía 50 años. Se apagó el mito y comenzó la leyenda.
Pero aquella muerte no fue fortuita. Conrad Murray, su médico personal, fue condenado a cuatro años de cárcel por homicidio involuntario en 2011, tras administrarle una inyección de propofol que al final resultó fatal. Su muerte fue el final de una vida difícil desde la infancia.
Michael Jackson nació en una familia afroamericana de clase trabajadora en Gary, Indiana. Él y sus nueve hermanos fueron criados estrictamente por su padre, Joe Jackson, que fue boxeador y con el cual el artista nunca mantuvo una buena relación. En 1993, durante una entrevista con Oprah Winfrey, confesó haber sufrido palizas y abusos verbales por parte de su padre.
En 1966 comenzó su trayectoria musical junto a sus hermanos Jackie, Tito, Jermaine y Marlon, que formaron The Jackson 5. Bajo el yugo explotador de su padre, el grupo alcanzó fama mundial, aunque destacó por encima del resto el talento de Michael Jackson, desde 1968 hasta mediados del 1975, cuando la banda pasó a llamarse Jackson. Con Michael como mente creativa, el grupo lanzó seis álbumes entre 1976 y 1984 y varios de sus sencillos fueron éxitos mundiales.
Sus últimos años fueron el resultado de la decadencia de una vida desordenada, desestructurada y que estuvo marcada por su adicción a los analgésicos desde las quemaduras que sufrió en un accidente en 1984. Las acusaciones de abusos sexuales a menores a las que tuvo que hacer frente desde 1993 tuvieron su peor momento durante el segundo juicio por este motivo en 2005 -en el que fue absuelto-. Todo aquello lo convirtió en una persona solitaria, más si cabe, con mayor dependencia a su adicción y con problemas psicológicos, con transformación física incluida, agravados en los últimos meses por la presión de la gira que se había anunciado en marzo de 2009.
El día que se anunció «This is It», una serie de conciertos en el O2 Arena de Londres, fue su última aparición pública. Su aspecto era una evocación lejana del que un día fue. Su piel ya no era negra, su nariz parecía haber encogido –si es que podía llamarse nariz- y cada vez era más habitual verlo con una máscara en la boca para evitar infecciones. El personaje parecía haber superado al cantante. Su misterioso rancho Neverland -en el que supuestamente habían tenido lugar los abusos a menores- y su excéntrico estilo de vida lo rodearon durante sus últimos años. La gira de conciertos en el O2 Arena de Londres empezaría el 13 de julio, pero nunca llegó a subirse al escenario. Hubiera sido la vuelta de Michael Jackson. Esa presión y su fama de perfeccionista le hicieron llegar al extremo.
El legado musical de Michael Jackson es incalculable y su extensa carrera musical lo llevó a ganar hasta 13 premios Grammy y a ser considerado un revolucionario. Su discografía la componen cientos de canciones, pero por encima de todas destaca una decena que fueron grandes éxitos y entraron en las listas de las más vendidas: Billie Jean (1982), Thriller (1982), Don’t stop till get enough (1979), Beat it (1982), Man in the mirror (1987), Smooth Criminal (1987), Black or White (1991), Dangerous (1991), Bad (1987) o I’ll be there (1970).
Su magia en los escenarios parecía poder con todo, pero diez años después de su muerte las sombras han difuminado a la leyenda
Michael Jackson demostró durante su carrera ser un innovador, como cuando lanzó el vídeo musical de Thriller. En aquella cinta de 14 minutos, que cambió la forma de entender los vídeos musicales por la duración y los efectos especiales, el artista bailaba con zombis y aparecía disfrazado de hombre lobo. Sus icónicos pasos de baile todavía son populares e imitados y fue el primero de los muchos vídeos que rompieron barreras, como Smooth Criminal, Remember the Time y Black or White. Diez años después de su fallecimiento, sus herederos mantienen una guerra contra los que, dicen, difaman al músico.
Si musicalmente dejó un legado enorme, económicamente dejo un imperio. Según la revista Forbes, Jackson fue en 2018 el artista fallecido que generó más ingresos para sus herederos, con 400 millones de dólares facturados solo durante ese año. Su leyenda musical estuvo acompañada por ese halo extraño y excéntrico que rodeaba su vida. Además de la complicada infancia con un padre abusivo que explotaba a sus hijos, Michael Jackson lo completó con matrimonios fallidos, hijos concebidos por fecundación in vitro y bebés colgando de un balcón que pusieron en cuarentena su capacidad para cuidar de ellos.
Su magia en los escenarios parecía poder con todo, pero diez años después de su muerte las sombras han difuminado a la leyenda. El músico sigue en el Olimpo, pero la persona en el infierno. Defensores y detractores de Michael Jackson coinciden en su excelente legado musical. Sin embargo, su forma de vida hizo que unos y otros se cuestionaran si se puede separar lo profesional de lo personal y si una carrera musical puede excusar todo tipo de comportamientos.
Su texto analiza qué ha pasado para que aquellos que habían sido llamados a guardar a “los pequeños” se hayan convertido en lobos.