Hilda García | 09 de julio de 2019
«No cerramos en agosto», el debut literario de Eduard Palomares, es una interesante novela negra en clave de humor con toques de crítica social.
Una novela negra con aire fresco pero con mar de fondo. De esta manera podría definirse No cerramos en agosto, la ópera prima del periodista Eduard Palomares (1980), editada por Libros del Asteroide.
No cerramos en agosto
Eduard Palomares
Libros del Asteroide
364 págs.
19,95€ | e-book: 11,99€
El joven Jordi Viassolo comienza a trabajar como becario en una agencia de detectives, Private Eye. “Solo”, como lo llaman sus amigos, es un chico tímido y retraído que parece haber elegido una profesión que no concuerda demasiado con su carácter.
Ignorado por sus compañeros de trabajo, que lo miran por encima del hombro, Viassolo se queda a cargo de la empresa durante el mes de agosto. Su única tarea debe consistir en atender a los clientes, tomar nota de sus encargos, darles largas y no aceptar ningún caso.
Como el lector puede suponer, el inexperto Jordi no se atiene a las instrucciones de la dueña de la agencia, Marina del Duque, apodada “la duquesa”. El joven aspirante a detective comienza a investigar el caso de un cliente cuya mujer ha desaparecido en extrañas circunstancias
Para ello, Viassolo cuenta con la ayuda de un veterano compañero, Ramón Recasens, hombre de pocas palabras, arisco y antisocial que vive de espaldas a las nuevas tecnologías y a la modernidad. Se une también a la investigación Layla Montero, una monitora de gimnasio espontánea y resuelta que es la antítesis del protagonista.
No cerramos en agosto pertenece al género negro clásico, del que Palomares es devoto desde su infancia. No le falta ningún detalle de las novelas de misterio: el veterano detective hosco, la exigente dueña de la agencia, los compañeros que ningunean al protagonista. Pero en este caso el héroe resulta más bien un antihéroe de andar por casa, inseguro y algo patoso. Aunque lo importante es que al final Viassolo consigue sus propósitos, unas veces por insistencia y otras por casualidad.
Acaba de soltar la definición misma de la precariedad en el siglo XXI: esfuérzate al máximo pero no esperes nada a cambioEduard Palomares
Un asesinato, pistas certeras o falsas, deducciones, persecuciones y algún que otro pasaje algo peliculero que cae en tópicos del género… todos estos elementos conforman la obra. Pero bajo una historia bien construida subyace una visión crítica de la Barcelona actual y, por extensión, de la sociedad de nuestra era.
Los problemas del mercado de trabajo están presentes a lo largo de toda la novela: “… acaba de soltar la definición misma de la precariedad en el siglo XXI: esfuérzate al máximo pero no esperes nada a cambio”. Un panorama en el que el trabajador es víctima de abusos: “Supongo que puedes facturar como autónomo, ¿no? Respondo que sí, porque los jóvenes de hoy en día ya estamos acostumbrados a que nos exploten”.
La reforma laboral, las desigualdades, los contratos basura y los bajos salarios son también objeto de denuncia: “Quizás lo mejor sería que buscara un trabajo decente. Pero ¿existe algo así? Entre los contratos temporales y los sueldos de mierda, creo que ya no”.
Eduard Palomares habla del engaño de las redes sociales: “El informático manipulará las redes sociales para que parezca que tenemos muchos seguidores […] De todos modos, la gente se cree cualquier cosa si se le presenta de la forma adecuada”. Y advierte de los peligros de internet, lo único seguro, estable y permanente que tienen los milenials, a su juicio, una generación marginada: “… se ha convertido en un pozo sin fondo en el que cualquier descerebrado puede volcar sus paranoias”.
Eduard Palomares muestra un gran talento literario, con un buen dominio del lenguaje y un fino sentido del humor
Asuntos como la emancipación tardía o el difícil acceso a la vivienda se plasman a través de personajes infames, como el agente inmobiliario sin escrúpulos, las empresas corruptas que mueven negocios oscuros o el desalmado propietario que desaloja a sus ancianos inquilinos con fines especulativos.
El turismo masificado y de baja calidad es otra de las cuestiones sobre las que Palomares profundiza. Este fenómeno ha provocado la reconversión de una Barcelona a la que califica como «la meca de los carteristas». En el pasado, la ciudad se quedaba desierta en agosto, “ahora, en cambio, todo permanece abierto por exigencias de la economía global y a ello se añaden la precariedad, el paro, los contratos temporales y las familias que no pueden permitirse desconectar en unos días”.
Eduard Palomares muestra un gran talento literario, con un buen dominio del lenguaje y un fino sentido del humor. El protagonista, que parece ser un alter ego del propio autor, se enfrenta a insólitas situaciones que solventa con ocurrencias divertidas.
El resultado es una novela bien hilada cuya trama mantiene el interés del lector. El estilo coloquial y desenfadado del periodista se advierte en sus referencias a modas, tendencias, lugares y situaciones actuales que a todos nos resultan familiares.
Libros del Asteroide ofrece una edición cuidada, con una atractiva cubierta. Además, el libro se acompaña de una postal y de un marcapáginas, ambos con idéntico diseño que la portada.
En suma, Cerramos en agosto es una obra apta para todo tipo de lectores, tanto para los aficionados a la novela negra como para los que quieren disfrutar de una historia atractiva. Y, sobre todo, que nos hace reflexionar sobre el peligroso rumbo que está tomando la sociedad actual. Una refrescante invitación muy adecuada para la época en la que aprieta el calor, pero que permanece abierta todo el año.
Luces: la capacidad del autor de diseccionar la sociedad actual con el pretexto de ofrecernos una novela negra.
Sombras: el abuso de tópicos y el tono fantasioso de algunos pasajes.
«Los saltimbanquis», de Juan José Gómez Cadenas, reivindica el valor de la solidaridad en un mundo en el que todo está en venta.
El lenguaje es el gran protagonista de «El cazador de estilemas», la última novela de Álex Grijelmo.