El fármaco de moda circula como remedio general, a pesar de tener efectos secundarios como somnolencia, sedación, deterioro de la memoria o mareos.
El fármaco de moda circula como remedio general, a pesar de tener efectos secundarios como somnolencia, sedación, deterioro de la memoria o mareos.
Que lo de ser joven es complicado lo sabemos los que hemos pasado por ello. Lo que pasa es que nadie dice lo malo de una etapa de la vida que está idealizada. Las generaciones de jóvenes de mi época sobrellevaban la insoportable levedad del ser metiéndose heroína y cosas incluso peores. Después pasamos por el Prozac y ahora andan en esto de las benzodiazepinas, con una destacada preferencia por el Lexatin.
Después de todo, a lo mejor hemos mejorado. Una mezcla entre la facilidad por conseguir estas pastillas, que sean baratas y que aparenten ser más inocuas al tratarse de fármacos legales hace que su uso se extienda a muchas capas sociales y a gente muy joven. Pero todos ellos puede sufrir efectos secundarios por culpa de la autoprescripción y el uso prolongado y descontrolado del fármaco.
¿Por qué necesitan los jóvenes tomar estas drogas? Podríamos teorizar acerca de si ha sido una generación que ha crecido entre algodones, abundancia, sin exigencia de esfuerzo, sobreprotegidos, con poca renuncia, porque ni siquiera han tenido casi hermanos, con una frecuencia importante de desestructuración familiar… para luego, de pronto, y tras un paso por los estudios también muy relajado y con poca exigencia, desembocar en una sociedad competitiva que no les ofrece más que trabajos precarios, con bajos sueldos, etc.
Pero, la verdad es que todas la generaciones han tenido lo suyo. Las hubo de guerra y de posguerra, de falta de libertad pública y de aislamiento del mundo, y la del baby boom que fue la mía, en la que media docena de idiomas y doctorados no te aseguraban no acabar en el paro.
Pero vayamos a la droga o fármaco de moda (en ingles la palabra es la misma, drug, y quizá por eso se entiende mejor que la frontera es difusa). Para un químico, las benzodiazepinas son una serie de compuestos con una estructura central común (un anillo de benceno fusionado a uno de siete eslabones con dos nitrógenos o diazepina), y pequeñas diferencias en las cadenas y grupos laterales.
Todos tienen la capacidad de penetrar en el sistema nervioso central e incrementar el efecto de uno de los neurotransmisores más importantes: el GABA o ácido gamma-aminobutírico. Se trata de un compuesto que inhibe la excitación neuronal, lo que influye en numerosos procesos fisiológicos. Las benzodiazepinas pueden tener distintos efectos, todos ellos relacionados con bajar la actividad del sistema nervioso: sedante, inductor del sueño, ansiolítico, anticonvulsivo, relajante muscular…
Por lo tanto, se utilizan para tratar desde la ansiedad, el insomnio, la agitación nerviosa, la epilepsia, los espasmos musculares hasta para la desintoxicación de algunas adicciones. Sabemos bien lo complejo que es el cerebro y lo cautos que debemos ser al enredar en él. Estos compuestos se conocen desde hace mucho, desde los años 50 del siglo XX, y se consideran seguros en su uso para un período corto. Pero casi todos producen adicciones físicas o psicológicas y, en ocasiones, comportamientos extraños como la desinhibición o los pensamientos suicidas.
Los pequeños cambios en la estructura química entre unas benzodiazepinas y otras hacen que se potencie uno de los efectos sobre los otros y de ahí la variedad de ellas que hay en el mercado. Si hace unos años el más conocido de estos compuestos era el diazepam (Valium), ahora es el bromazepam (lleva un átomo de bromo) o Lexatin, que es más ansiolítico que relajante como era el primero.
Últimamente es fácil encontrar Lexatin en los bolsillos de muchas personas, sobre todo mujeres, pues sufren un 50% más de ansiedad
Como decíamos, la moda llega a todo y parece que hemos pasado de la atracción por lo prohibido y lo tabú a preferir fármacos legales pero generalmente mal utilizados. Últimamente es fácil encontrar Lexatin en los bolsillos de muchas personas, sobre todo mujeres, pues sufren un 50% más de ansiedad. La gente se los pasa de unos a otros como quien reparte chuches, y todo ello banaliza y facilita la conducta temeraria. Tratándose de un fármaco que precisa prescripción facultativa, sorprende que las pastillas de Lexatin circulen de aquí para allá como un simple remedio general para la vida moderna. Por ejemplo, es frecuente que te los pase una amiguete ante un vuelo largo, verás que bien.
El bromazepam es similar en efectos secundarios a otras benzodiazepinas. Produce somnolencia, sedación, ataxia, deterioro de la memoria y mareos. Además, el uso prolongado (unas cuatro semanas pueden bastar) puede provocar deficiencias en las funciones de memoria y de procesado de información, de atención, así como de capacidad de aprendizaje. También afecta a la conducción, no solo por la somnolencia sino por la pérdida de reflejos. Y cada persona reaccionará de forma diferente.
Tomar por primera vez un psicofármaco sin control puede terminar de forma muy desagradable en algunos casos. Lo mismo llegas a Nueva York sin enterarte del vuelo, pero a lo mejor, tal y como le pasó a un amigo mío, estas grogui también durante esa reunión importante a la que ibas. No se puede jugar con esto. Los profesionales son los que saben y los que deben controlar el uso de estos medicamentos.