Javier Arjona | 05 de agosto de 2019
Juan Luis Arsuaga publica «Vida, la gran historia», una obra ambiciosa que trasciende el campo de la ciencia para responder a la gran pregunta: ¿por qué estamos aquí?
Corría el año 1982 cuando un prometedor biólogo madrileño, apasionado desde niño por la Prehistoria, comenzaba a trabajar de la mano de Emiliano Aguirre en unos yacimientos del Pleistoceno entonces desconocidos para el gran público, localizados en la sierra burgalesa de Atapuerca. El profesor Juan Luis Arsuaga, a golpe de rasqueta y escobilla, lograba una década más tarde organizar, junto a José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, un ambicioso proyecto de excavación que en el año 1992 fue portada de todos los periódicos y logró aparecer en las más prestigiosas revistas científicas internacionales.
Vida, la gran historia
Juan Luis Arsuaga
Ediciones Destino
592 págs.
20,90€ | ebook 12,99€
Compartiendo protagonismo con el ciclista Miguel Induráin, que en aquel verano conseguía su segundo Tour de Francia, el equipo de Atapuerca sacaba a la luz el más completo cráneo humano de un individuo preneandertal, perteneciente a la especie Homo Heidelberguensis. Pero Atapuerca aún guardaba otra sorpresa mayúscula. Tan solo dos años después, en el vecino yacimiento de Gran Dolina, aparecieron restos humanos aún más antiguos correspondientes a una nueva especie evolucionada del primer homínido que abandonó el continente africano, y al que sus descubridores acabaron bautizando como Homo Antecessor.
Habiendo aprendido del desdén con el que la arqueología francesa maltrató a Marcelino Sanz de Sautuola tras el descubrimiento de Altamira, aunque con la asignatura pendiente de no haber podido todavía otorgar un lugar de privilegio a José Gibert tras los descubrimientos de Orce, el equipo de Atapuerca supo blindar, proteger y poner en valor los importantísimos hallazgos de la Sima de los Huesos y Gran Dolina. En la década de los 90, una gran producción de artículos y libros hizo que las obras de los codirectores de Atapuerca se convirtieran en auténticos best sellers, y entre ellas fue especialmente sonada la publicación de La especie elegida, de Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez.
Desde entonces, el profesor Arsuaga no ha parado de hacer buena divulgación científica acercando complejas disciplinas como la biología o la paleontología a un público que siempre ha recibido sus libros con entusiasmo. La última de estas obras lleva por título Vida, la gran historia, y en ella el autor ha querido dar un paso más allá para tratar de responder a la gran pregunta que trasciende el ámbito de la ciencia y que es la misma que la humanidad se viene preguntando desde que tiene capacidad de pensar: ¿por qué estamos aquí?
El libro de Juan Luis Arsuaga hace un interesante repaso al proceso de la evolución humana tratando de desvelar si existe una predeterminación que nos ha traído hasta este punto como especie dominadora del planeta, con esa característica humana que David Lewis-Williams llamó ‘conciencia de nivel superior’, y que no es más que la consciencia de ser consciente. ¿Hubiésemos llegado a ser exactamente iguales, física y mentalmente, si la evolución hubiese tenido lugar en otro planeta? ¿Existirán en el universo seres similares a nosotros producto del mismo proceso evolutivo? Son interesantes cuestiones que el biólogo madrileño va desgranando, apoyándose en abundantes referencias publicadas en los últimos años.
Una importante cuestión que aborda el libro, y que se sitúa en la frontera entre la ciencia y la metafísica, es cómo tiene lugar la aparición de la vida. ¿Fue una consecuencia inevitable de la química orgánica? Arsuaga argumenta sobre el tema desde la razón, dejando entrever que la enorme complejidad bioquímica de la célula podría encerrar dicho misterio, pero a la vez siendo consciente de que en la actualidad no hemos sido capaces de hallar ese Santo Grial con el que entender la generación de la vida y, por tanto, reproducir las condiciones que originaron esa primera célula.
Juan Luis Arsuaga es, ante todo, un científico consciente de que la ciencia todavía no es capaz de dar respuesta a todas las grandes preguntas. Por ese motivo se muestra respetuoso con las creencias religiosas, siempre que estas no vayan en contra de los postulados científicos, y en este sentido comparte la convivencia entre razón y fe en las tesis neodarwinistas de Simon Conway Morris, aunque prefiere desmarcarse cuando el profesor de la Universidad de Cambridge aborda el campo de la metafísica. Podrá no estar de acuerdo en un enfoque puramente religioso, pero es especialmente crítico con divulgadores de renombre como Richard Dawkins cuando sus discursos son especialmente beligerantes contra el cristianismo.
Arsuaga es consciente de que no hemos sido capaces de hallar ese Santo Grial con el que entender la generación de la vida
Al final del camino, después de explicar extraordinariamente bien el proceso evolutivo, desde el origen de la vida hasta la aparición del hombre, el profesor Arsuaga vuelve a preguntarse: ¿cómo pudo surgir en nuestra evolución la inteligencia, o de forma más concreta, la consciencia, la introspección o la mente? De nuevo aparece un rosario de referencias científicas para argumentar lo que la ciencia hoy es capaz de explicar, dejando de manifiesto que algunas de estas teorías tampoco se pueden probar.
En definitiva, se trata de una obra muy recomendable para pensar y reflexionar, a hombros de gigantes, tal y como rezaba el título de uno de los más célebres libros de Stephen Hawking, sobre el largo camino de la evolución humana.
RAZÓN Y FE EN EL SIGLO XXI (III) Ni la aparición de la vida en el planeta Tierra se puede explicar fruto de la casualidad ni el proceso evolutivo que dio lugar a una especie con ‘conciencia de nivel superior’ tiene sentido sin recurrir a explicaciones que exceden los postulados de la ciencia.