Antonio Olivié | 15 de julio de 2019
El hecho de ser un país con una población cada vez más anciana y sin perspectivas de mejora alimenta el recelo frente a quienes vienen de África.
Roma (Italia) | Entre la emigración, la baja natalidad y los fallecimientos, la población italiana se ha reducido en 124.000 habitantes en el último año. La llegada de 332.000 inmigrantes en 2018 no ha logrado frenar una tendencia constante en el último quinquenio. Y es que, sin contar el aporte de quienes vienen de fuera, la pérdida de población nacida en Italia ha sido de 235.000 habitantes, una cifra similar a toda la ciudad de Elche (el tercer municipio, no capital de provincia en España, por número de habitantes).
Los nacidos en Italia son cada vez más ancianos, mientras que los extranjeros cada vez son más y más jóvenes. Solo así se entiende que, con una población inmigrante regular que no llega al 10% (oficialmente está en el 8,7%), la sensación de riesgo o peligro ligada a la inmigración esté muy asentada. Es uno de los problemas que se consideran más relevantes a nivel nacional y lo que hace que Matteo Salvini, el ministro del Interior partidario de cerrar los puertos a las naves que recogen inmigrantes, sea tan popular.
A este hecho hay que sumar la diversidad cultural con los recién llegados. En España, en el último año la mayoría de los recién llegados han sido venezolanos, con quienes nos unen lazos culturales, históricos y religiosos. En Italia, la mayoría de la población extracomunitaria procede de países del centro y norte de África, con los que apenas hay relación cultural o social.
En 2018 se ha alcanzado un récord negativo, con apenas 439.747 bebés, el menor número de nacimientos desde la Unidad de Italia, en 1861
En esta sensación de pérdida de identidad juega un papel importante la disminución de la población italiana desde el año 2014. Los datos oficiales reflejan que desde ese año se ha reducido el número de nacidos en Italia en 677.000 habitantes, una cifra equivalente a toda la población de Zaragoza. El dato solo se ha compensado con la llegada de inmigrantes. Si no fuera por ellos, Italia habría perdido más de 1,3 millones de habitantes en ese periodo.
El descenso de la natalidad en Italia, un problema compartido con España, no deja de agravarse año tras año. Pero en 2018 se ha alcanzado un récord negativo, con apenas 439.747 bebés. Es el menor número de nacimientos que se registra desde la Unidad de Italia, en el año 1861. La tasa de natalidad en Italia está en un 7,3 por mil habitantes, unas décimas más baja que la que presenta España en la actualidad (un 7,8 por mil) y, como de costumbre, mejorada gracias al mayor índice que presentan las madres extranjeras.
En este bajo nivel de natalidad influyen dos factores. El que muchas jóvenes, en edad de ser madres, se marchan a trabajar a otros países europeos o a Estados Unidos, y el que cada año vengan más hombres que mujeres extranjeros a Italia. La población italiana ha perdido desde hace tiempo la capacidad de crecer de forma natural, sustituyendo las defunciones por nacimientos. En 2018 el llamado ‘saldo natural’ se cerró en negativo, con 193.000 personas menos, un dato que sería aún peor si no fuera por la población extranjera, que presenta un saldo natural positivo, de 57.000 personas.
En este contexto se entiende que Italia cuente con un Ministerio de la Familia, al que por el momento apenas han dotado de contenido. De hecho, en este mes de julio el responsable del ramo, Lorenzo Fontana, ha pasado a hacerse cargo de la relación con la Unión Europea. Su sustituta es Alessandra Locatelli, una compañera de partido de perfil más bajo.
Una de las últimas propuestas de Fontana antes de dejar el cargo ha sido un bono por hijo, que iría de 100 a 300 euros, dependiendo del nivel de renta de las familias. De esta forma pretende “evitar el descenso demográfico”, por lo que “intentaremos hacer entender a la Comisión Europea que los incentivos a la natalidad se deben considerar como una inversión”.
Intentaremos hacer entender a la Comisión Europea que los incentivos a la natalidad se deben considerar como una inversiónLorenzo Fontana, exministro de Familia
La dificultad para establecer esta medida, similar a la que tienen en marcha en otros países europeos, está en la división interna del Gobierno italiano. El mero hecho de que sea un miembro de la Liga quien proponga la medida lleva a recelos del Movimiento Cinque Stelle, que no lo ve oportuno en estos momentos.
El hecho de ser un país con una población cada vez más anciana y sin perspectivas de mejora es uno de los factores que alimentan el recelo frente a quienes vienen de África. La debilidad interna hace que se vea como amenaza a los jóvenes que se aventuran a cruzar el Mediterráneo en un bote de plástico.
La Lega firma una propuesta de ley que permite la adopción desde el momento de la concepción.
Internet y los bajos impuestos no lograrían por sí solos repoblar la España vaciada, pero ayudarían mucho a solventar el problema.