Hilda García | 18 de julio de 2019
Que el ser humano clavara la bandera en los cráteres fue lo de menos.
Ni para Estados Unidos ni para América. Fue “un gran salto para la humanidad”. Así se anunció la llegada a la Luna ante 1.200 millones de ojos incrédulos. Nuestro satélite pasó a ser un bien ganancial.
50 años después, esta debería ser la luna en la que reflejarnos. Que el ser humano clavara la bandera en los cráteres fue lo de menos. Lo significativo es que esta hazaña se vivió como un triunfo colectivo, como una alegría compartida.
“Representamos a los hombres de paz de todos los países”, dijo Neil Armstrong. En un mundo dividido por la incomunicación y la hostilidad, es primordial recuperar ese espíritu de equipo. Que el éxito de uno sea el éxito de todos. Y que la Luna no tenga una cara oculta.
Suscríbete a la newsletter de FotoensayoLa intolerancia empaña una causa demasiado seria como para disfrazarla.
Merecen que caiga sobre ellos el peso de la ley y la reprobación de toda la sociedad.