Antonio Miguel Jiménez | 09 de septiembre de 2019
Se reeditan las memorias de Enrique Meneses Puertas como voluntario de Regulares tras el Desastre de Annual. Una historia viva sobre la Guerra de Marruecos y la España de entonces.
La cruz de Monte Arruit. Memorias de un voluntario de Regulares se publicó por primera vez en 1922. Desde entonces no ha vuelto a ver la luz. Hasta ahora, cuando Ediciones del Viento la ha rescatado del olvido.
La cruz de Monte Arruit
Enrique Meneses Puerta
Ediciones del Viento
280 págs.
21€
La obra recoge la experiencia vital de Enrique Meneses Puertas, miembro de la alta burguesía empresarial española durante los años 20 del pasado siglo, en la Guerra de Marruecos. Meneses, cuya vida bien merecería ser escrita, se alistó voluntario, tras el llamado Desastre de Annual (1921), para acudir a la guerra que España libraba en el entonces protectorado de Marruecos, donde las harcas rifeñas asestaron fuertes golpes, como el de Annual, al ejército español.
La mentalidad de Meneses respecto a este hecho refleja, de manera significativa, el sentimiento de la sociedad española ante semejante varapalo moral en una época en que seguían importando valores como el honor y la patria.
Dos razones asegura Meneses que lo empujaron a ir a Marruecos: el sentimiento de vacío que le había proporcionado una vida de lujo y comodidades, y la solidaridad hacia unos hombres que luchaban y morían en África. Frente a la mentalidad posmoderna actual, es sumamente difícil entender esta postura personal. Un joven que lo tiene todo y decide ir voluntario a luchar en una guerra por el honor de su país y por sus compatriotas, a quienes él considera hermanos.
Alistado, primero, en el regimiento de caballería “Húsares de Pavía”, pasó más tarde a un tabor de caballería de Regulares. La razón del cambio: para Meneses no había mayor valor que el de los Regulares. Recordaba: “He sentido envidia de que ellos sean siempre los que marchan primero, vanguardia de vanguardia, como si fuesen hombres superiores a nosotros”.
Militando en este cuerpo sintió la verdadera dureza de la vida militar, pues, como él mismo rememora, los Regulares iban siempre en la vanguardia de las operaciones. Movimientos tácticos, “golpes de mano”, “paseos”, labores de guarnición y vigilancia, largas travesías… Pero también partidas de cartas con los compañeros (amigos), noches al raso charlando, recordando; camaradería, en fin. Y cómo no, la batalla.
Triste es reconocerlo, pero todos tenemos un poco de culpa, todos tenemos un poco de sangre de Abel en nuestras manos, todos somos culpables de que España se hunda, de que España no prospere
Y en el fondo de todo esto, el dolor de Meneses, siempre presente en la obra, por aquellos que sufren las penalidades de la primera línea de batalla, y mueren en condiciones pésimas, en contraposición con aquellos que viven la experiencia como otro trámite más de una vida fácil, lejos del peligro: “Algunos, cuotas, hijos de padres muy influyentes, conseguían quedarse en la Plaza [Melilla] a desempeñar honroso oficio de cartero, de mecánico, de ayudante o incluso de asistente”.
Salpicada está la obra de gritos de indignación por que unos pudieran huir de la guerra y la muerte, mientras otros no tenían opción… “¿De manera que, por dos mil pesetas, se puede perder o salvar la vida de un hijo…?”, se pregunta Meneses, “y una de dos: o aquello es una guerra, en cuyo caso todos deben estar allí, o no lo es; y si no lo es, ¿a qué el derroche de millones gastados y a qué los miles de cadáveres que estamos enterrando en tierra africana?”
Destaca también la crítica de Meneses a la alta jerarquía política, que, por una parte, colocaba políticos en importantes puestos que debían ocupar militares, y por otra, utilizaba la campaña de Marruecos, ya fuera en las victorias o en las derrotas, en su propio beneficio político, exaltando las victorias contra los rifeños o llorando las pérdidas sufridas: “Pensé que es grotesco, doloroso, ver todo ese desfile de diputados, de senadores que enjugan una tierna lágrima ante la cruz aquella para que luego esto les sirva y les ayude más tarde en su encumbramiento político”.
Esta obra no solo es, pues, una descripción de las campañas españolas en Marruecos. Es también una experiencia personal narrada muy diestramente por su protagonista, que cuenta sus miedos, sus anhelos, su fe, sus tristezas y alegrías, sus esperanzas, y que, sobre todo, da buena cuenta de las injusticias y bellaquerías que, ya por aquellos años 20, cometían los políticos de esta nuestra España. Nada nuevo bajo el sol. Para finalizar, solo cabe recomendar vivamente su lectura: es un libro que emociona.
El periodismo de Chaves Nogales muestra la Guerra Civil con toda su crudeza.
Ignacio Hernando de Larramendi
Reproducimos, a continuación, un texto inédito de 1990, extraído de los archivos personales del fallecido Ignacio Hernando de Larramendi, artífice del sistema Mafpre. El creciente auge del nacionalismo lo trae a la actualidad.