José Ignacio Wert Moreno | 10 de septiembre de 2019
Un Woody Allen aburguesado demuestra todo su talento como actor de comedia en una serie de Amazon Prime que merece más reconocimiento.
Es curioso: las plataformas de streaming tienen las series almacenadas al completo para ser disfrutadas en cualquier momento, pero aun así estas se consumen casi al instante de estar disponibles. Hay que verlas pronto para comentarlas de inmediato, ya sea en la oficina o en las redes. Es ya casi una cuestión de prestigio social. Las temporadas se asemejan a las del sector textil: llevarlas fuera del contexto en el que salieron al mercado puede convertirlo a uno en un ser tan desactualizado como un usuario de la expresión “¿qué me estás container?”
Por eso da casi hasta vergüenza recomendar una serie que fue estrenada en 2016. Los motivos que me empujan a hacerlo son variados, pero muy sencillos. Por un lado, la acabo de terminar. Por otro, me sorprende que el ruido que hizo en su momento fue más bien escaso y de un tono condescendiente que no puedo estar más lejos de compartir. Si le digo que se llama Crisis in Six Scenes, a lo mejor se queda igual. Si añado que su director, guionista y protagonista responde por Woody Allen, a lo mejor empieza a atar cabos.
En alrededor de sesenta años de carrera, Allen no había tenido escarceos con la ficción en televisión. Esta tardía primera incursión fue fruto de su efímero idilio con Amazon. Sí, la serie forma parte del catálogo de Amazon Prime, esa plataforma a la que usted puede no recordar estar suscrito (a ella se accede si se paga la cuota prime que exime del pago de gastos de envío en la tienda online). “Perezosa y sin inspiración”, dijo el Boston Globe. “No es muy buena”, concedió The Hollywood Reporter. Sí que nos hemos vuelto exigentes.
Crisis in Six Scenes consta, como avanza su título, de seis episodios. Todos duran alrededor de media hora. Se ambienta en la década de 1960. Cuenta la historia de Kay y Sidney, un matrimonio maduro y burgués que vive en las afueras de Nueva York. Su vida apacible se verá revolucionada cuando, por distintos motivos, tengan que dar cobijo en su techo a dos jóvenes; Lennie, una peligrosa activista de izquierdas, y Adam, el apocado hijo de unos amigos, felizmente comprometido. Ya pueden imaginarse por dónde irán los tiros.
La serie arranca con la imagen de Woody Allen sentado en una peluquería blandiendo una foto de James Dean. Es difícil contener la carcajada. Crisis in Six Scenes es, sobre todo, un testimonio del enorme talento de Allen en su faceta menos reconocida; la de actor de comedia. Está inmenso. Ha depurado su técnica hasta extremos inimaginables. Cómo frota las manos mientras farfulla comentarios de asombro ante el disparate que se fragua en su propio hogar. Una crítica, tan del gusto actual, que quien quisiera hacer una tesis política diría que se ha vuelto un señor un poco de derechas.
El punto de vista de su personaje sobre las figuras que idolatra Lennie –Mao, Fidel Castro, Che Guevara- depara algunas de las líneas de diálogo más divertidas. Elaine May le da la réplica al mismo nivel. Conocida más como guionista, aunque empezó como actriz cómica, no ha hecho demasiado cine. Pero los aficionados a Allen pueden recordarla como su cuñada, tan corta de luces como dotada para las galletas de Granujas de medio pelo (Small time crooks, 2000). El rodaje de la serie llamó la atención por la elección de Miley Cyrus como Lennie. Cumple. Sus peleas con Woody son de lo mejor de la producción.
Cuando presentó el asunto en Cannes, el cineasta reconoció que la tarea le había resultado muy ardua. Woody Allen no sabe qué es un showrunner. Por eso, el diseño de la serie no varía de lo que hubiera sido una película troceada en seis. El tono recuerda a su obra de teatro No te bebas el agua. El resultado va de menos a más. El penúltimo capítulo, con Allen y May haciendo las veces de agentes secretos realizando un peligroso recado que les encomienda Cyrus -¡llegan a saltar de un tejado a otro!-, evoca Misterioso asesinato en Manhattan (Manhattan murder mistery, 1993). El último es un puro homenaje a los hermanos Marx, con mención especial a ese club de lectura de señoras bien fascinadas con un autor apellidado igual.
Quizá fuera por el poco predicamento de Amazon Prime hace tres años. O por lo otro. Algún día echaremos de menos los años en que dimos por hecho que habría nuevo material del neoyorquino cada doce meses. 2019 será el primer año sin una película suya desde 1981 (por fortuna, la de 2018 llega en breve y la de 2020 terminó de rodarse hace unas semanas). El caso es que Woody Allen entregó una serie de televisión a la que nadie hizo caso. Pero ahí está, en streaming. Hágase un favor y dele una oportunidad. Aunque luego no pueda comentarla en la oficina.
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