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En un futuro no demasiado lejano, el astronauta Roy McBride viaja a Neptuno para encontrar a su padre perdido, también astronauta, y que puede estar llevando a cabo experimentos peligrosos para todo el sistema solar. James Gray, el director, ha probado muchos palos y géneros dándonos dramas tan diversos como El sueño de Ellis o Two lovers, por poner dos ejemplos. En este caso se suma al género de la ciencia ficción espacial, pero sin abandonar el tratamiento realista y naturalista de casi todas sus películas.

Resumiendo mucho habría que decir que Ad Astra es un espléndido envoltorio para un contenido valioso pero muy pequeño. El envoltorio deslumbra, pero no es nada nuevo; las últimas películas de temática espacial ya han explorado con éxito las posibilidades digitales de recreación de esos entornos, y por ejemplo, Gravity en ese sentido –y en todos- es muy superior a la cinta que nos ocupa.

La búsqueda del padre

Respecto al fondo, la película afronta la cuestión existencial de la soledad y la clásica trama de la búsqueda del padre. Pero ambos planteamientos se presentan de forma muy esquemática y elemental, y está por debajo de muchas cintas que afrontan temas similares. También la citada Gravity ofrece una profundidad y sutileza mucho más ricas que las que ofrece Gray. Que la inmensidad del espacio le lleve a preguntarse al protagonista por la soledad es lo mínimo que se puede esperar, pero si no da más, es demasiado poco.

Aunque Joaquin Phoenix es el actor fetiche de Gray, en este caso ha optado por un más comercial Brad Pitt, que hace un trabajo correcto, aunque su papel se mueve dentro de un registro bastante limitado. Acertada es la elección de Tommy Lee Jones en el rol de padre de Roy, aunque tiene una aportación muy pequeña.

En definitiva, una película que está bien, pero que no supone un paso adelante en la vida del género.