El Debate de Hoy | 08 de octubre de 2019
Desde el Vaticano se llama la atención a la Iglesia germánica, porque el borrador del estatuto y sus formas de votación no están “en sintonía” con la lglesia Universal.
Un sínodo es una asamblea internacional de obispos que representan al episcopado mundial y que se realiza cada vez que un Papa lo convoca. En dicha reunión, que suele durar varias semanas, los obispos pueden intervenir y presentar propuestas al Pontífice.
El proceso sinodal emprendido por la Iglesia alemana se ha visto envuelto en polémica. Desde el Vaticano se llama la atención a la Iglesia germánica, al considerar que el borrador del estatuto del sínodo y sus formas de votación no están “en sintonía” con la lglesia Universal.
Desde eldebatedehoy.es hemos consultado a expertos en la materia para que nos aclaren el motivo del conflicto:
La Conferencia Episcopal alemana quiere seguir el camino sinodal al que invita el papa Francisco. En la asamblea plenaria del 11 al 13 de marzo en Lingen, abordaron la cuestión de los abusos sexuales en la Iglesia católica, cuestión de la que ya se habían ocupado en la asamblea plenaria de septiembre del año anterior. De acuerdo con el Comité Central de los católicos alemanes, decidieron estudiar, entre otros temas, el estilo de vida celibataria de los sacerdotes y cuestiones diversas de la moral sexual, en un sínodo en el que participan también especialistas de las diversas disciplinas en un diálogo transparente.
Este sínodo ha ido precedido por numerosos debates dentro de la propia Iglesia alemana y por una carta del papa Francisco y otra del prefecto de la Congregación para los Obispos, en las que señalan el marco eclesial y doctrinal dentro del que tienen que desarrollarse las deliberaciones. El sínodo comenzará el primer domingo de Adviento.
El Camino sinodal alemán se está convirtiendo en algo más que un camino sinodal. Esto es algo de lo que les había advertido el papa Francisco en su carta. Creo que no se debe olvidar el origen de este proceso y su primera finalidad: la reforma de una Iglesia de discípulos misioneros. Añadir a este proceso reivindicaciones históricas, sacadas muchas veces de contexto, no favorece la naturaleza del mismo. Lo que debiera preservarse, y es en lo que el Papa y el nuncio en su discurso inicial de la Plenaria han insistido, es la unidad de la confesión de fe. Creo que hay que esperar y estar abiertos a las dinámicas del Espíritu.
La Iglesia no es ajena a la secularización que vive buena parte de nuestro mundo. De hecho, y lo conocemos bien en el viejo continente, la secularización interna de la Iglesia está en la raíz de muchos de los problemas que afrontamos. El caso de la Iglesia en Alemania y del Sínodo alemán es paradigmático. Francisco nos repite que no puede haber renovación alguna de estructuras si no comenzamos por la conversión personal. No es la primera vez que el Papa se dirige a la Iglesia germana con el tan ignaciano “sentir con la Iglesia”.
Ahora, ante la deriva que parece tomar su particular aventura sinodal, esas palabras del papa Francisco resuenan con más fuerza. Tirando de palabras del papa Ratzinger, les ha advertido que “cuando una Iglesia particular se separa del entero cuerpo eclesial, se marchita y muere, mientras que la comunión viva y efectiva permite superar el encerramiento en los propios problemas”. No han sido todos, es justo reconocer que ha habido algunos obispos alemanes que han puesto el grito en el cielo. La Iglesia no existe para adaptarse al mundo, sino para evangelizarlo. Por eso, aquí no cabe “la solución alemana”, cabe “sentir con la Iglesia”. Es mucho lo que está en juego y “sínodo” significa exactamente eso, caminar juntos, camino que se va a haciendo en común, sintiendo con la Iglesia entera y no separándose, queriendo ser cabeza que, separada del cuerpo, muere.
Gran parte de los obispos alemanes, con el presidente de la Conferencia Episcopal a la cabeza, han asegurado que lo suyo no es un sínodo, que se trata de “un camino sinodal, un recorrido hacia el sínodo”, por lo que no necesitarían la aprobación vaticana. Esta autorización de la Santa Sede es preceptiva para los sínodos, según el canon 439 del Código de Derecho Canónico.
La polémica estriba en que en asuntos que afectan a toda la Iglesia Católica, tanto de fe como de moral, no pueden decidir solo los obispos alemanes. Desde Roma se asegura que ni siquiera lo podrían debatir (algo que sí están haciendo) para respetar la unidad de la doctrina en todo el mundo. La sensación en el Vaticano es que ese tipo de debates no ayuda a la unidad de la Iglesia y podría provocar rupturas.
A partir de la investigación sobre el escándalo de los abusos en la Iglesia alemana, se ha iniciado un llamado ‘camino sinodal’ para abordar cuestiones como el celibato sacerdotal o la ordenación de las mujeres. Desde el Vaticano se ha hecho ver que estas cuestiones no se pueden decidir en el ámbito de Iglesias particulares, pues afectan a la Iglesia universal. Pero la respuesta que se ha dado es que el camino sinodal no es un sínodo, sino un proceso de reflexión y debate para analizar problemas y posibles soluciones.
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