Carlos Echeverría | 09 de octubre de 2019
Catar, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes llevan al deporte su particular guerra fría por alcanzar la supremacía en el Golfo.
Algunas petromonarquías del Golfo están inmersas hoy en un proceso de diversificación de sus economías para depender menos de sus recursos energéticos fósiles, y para ello están invirtiendo en sectores distintos al energético, destacando entre ellos el deporte. Dos son los principales inversores en actividades deportivas varias, generalmente en suelo occidental, aunque intentando también atraer algunas a su propio suelo: los Emiratos Árabes Unidos (EAU), como Estado federal que es, con fondos procedentes sobre todo de dos de sus Estados federados (Dubai y Abu Dhabi), y Catar.
La atracción de actividades deportivas a dichos Estados ya es una realidad, y ello a pesar de que las condiciones climáticas son especialmente adversas. Así lo demuestra la celebración de los Campeonatos Mundiales de Atletismo este año en Doha, capital de Catar, en el otoño, para evitar las altísimas temperaturas que se alcanzar en el emirato, o la prevista celebración de la Copa del Mundo de Fútbol en el mismo país en 2022. Y ello se añade a actividades deportivas varias que desde hace años hemos podido observar, desde el automovilismo en Bahrein o en Abu Dhabi hasta el golf o la hípica en Dubai.
Emiratos Árabes Unidos nació en 1971 agrupando a siete emiratos (Abu Dhabi, Ajmán, Dubai, Fuyaita, Ras Al Jaima, Sarja y Umm Al Qaywayn), ve rotar cada cinco años a su presidente, elegido por el Consejo Supremo, que reúne los poderes ejecutivo y legislativo y que está conformado por los siete emires y, más allá de ser enormemente rico, está poco poblado y tiene por ello escaso peso estratégico.
Con una renta per cápita de 60.000 euros, los Emiratos Árabes Unidos están tratando de diversificar su economía y lo hacen apostando por las inversiones dentro y fuera del país. Dubai, uno de los siete emiratos y capital financiera de los Emiratos Árabes Unidos, obtiene hoy el 93% de sus ingresos del sector inmobiliario, importante destino de inversiones a añadir al patrocinio de actividades deportivas, y la ciudad será en 2020 sede de la Exposición Universal. Pero la gran visibilidad exterior la consiguen los emiratos promocionando el deporte, y en ello sus líneas aéreas, Emirates Airways, son una herramienta clave, habiendo patrocinado en el ámbito del futbol a equipos como el Real Madrid, el Milán o el Arsenal, y estando también presentes en el golf, el tenis, la equitación o el rugby.
Catar es el país más rico del mundo, con el mayor PIB por habitante (130.000 euros) y el jeque Tamim Bin Hamad Al Thani, en el trono desde junio de 2014, es el gran artífice de una diversificación económica que incluye inversiones en actividades deportivas dentro y fuera del emirato. Dentro, Catar será sede de la Copa Mundial de Fútbol entre noviembre y diciembre de 2022, y cuenta con la experiencia previa de haber celebrado en su suelo el Campeonato Mundial de Balonmano hace un lustro.
En el marco de la reforma de la cadena Al Yazira para intentar que se olvide su pasado desestabilizador, Catar ha apostado por el deporte para ello: sus cadenas de deportes no se denominan Al Yazira desde 2014, sino beIN Sports, y tiene una amplia lista de derechos de retransmisión deportivos. Fuera del país, inversores cataríes, ligados o no a la familia real, patrocinan equipos de fútbol: en España el Barcelona, a través de Qatar Airways, y el Málaga, con la presidencia activa de miembros de la familia real en su dirección, a título de ejemplos. En Francia, la Autoridad de Inversiones de Qatar adquirió en 2011 el Paris Saint-Germain.
Thank you world, and good night.
Love Doha x
?????? #WorldAthleticsChamps pic.twitter.com/XoBVtfsf8u— IAAFDoha2019 (@IAAFDoha2019) October 6, 2019
Finalmente, y aunque no destaca por actividades de mecenazgo en el ámbito deportivo, como sí lo hacen los dos vecinos citados, Arabia Saudí – con una renta per cápita de 49.000 euros – destaca como motor en términos de reformas para diversificar también una economía excesivamente centrada en los hidrocarburos. El príncipe Mohamed Bin Salmán quiere que los saudíes se conviertan en inversores y el plan estratégico “Visión 2030” que él lidera prioriza tal objetivo. La imagen de marca del reino, la petrolera Aramco, deberá convertirse en una pieza clave dentro del gran Fondo de Inversiones que también maneja el príncipe.
Si los Emiratos Árabes Unidos son hoy firmes aliados de Arabia Saudí, por un lado, Catar es firme adversario, por otro, y los movimientos de unos y otros actores habrán de seguirse en un futuro inmediato teniendo en cuenta dicha realidad, unida a la de un mercado de los hidrocarburos que obliga a países monoproductores como son estos a diversificar urgentemente sus economías. Emiratos Árabes Unidos y Catar vienen utilizando sus inversiones en actividades deportivas dentro y fuera de ambos países para tener proyección exterior, tejer redes cada vez más globales y promover negocios, y ello en el convulso marco citado.
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