Jorge Aznal | 16 de diciembre de 2019
Es feo, injusto y hasta en cierto punto inquietante que alguien, aunque sea un maestro como Scorsese, decida qué es cine y qué no lo es.
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“Las películas de superhéroes no son cine”. La frase conduce por sí sola a un debate en el que, de entrada, parece fácil posicionarse a uno u otro lado. Sin embargo, si valoramos quién lo dice, en qué contexto lo dice y por qué lo dice, puede que el debate adquiera más tonos intermedios de lo previsto.
Quién es Martin Scorsese implica dos cosas: una, que la frase adquiere automáticamente la categoría de sentencia; y dos, que el debate debe pasar previamente -aún más si cabe- por el análisis y la reflexión. El contexto es una entrevista para la revista Empire, a raíz de una pregunta sobre las películas de Marvel. Y el porqué de esa polémica afirmación es que para Scorsese ese tipo de películas se parece más a los parques de atracciones que a las películas tal y como él las ha conocido y amado a lo largo de su vida.
Con la sentencia de Martin Scorsese sobre las películas de superhéroes en esa entrevista me ocurre algo similar a la famosa Cumbre Iberoamericana del “¿por qué no te callas?”: tengo las mismas ganas de defender el cine de superhéroes como José Luis Rodríguez Zapatero a José María Aznar ante los ataques de Hugo Chávez -más bien pocas- pero, al igual que él, creo que es conveniente hacerlo. Y eso que en una imaginaria sala de cine convertida en hemiciclo me sentaría en una butaca próxima a Scorsese y alejada de Los Vengadores. Pero me parece feo, injusto y hasta en cierto punto inquietante que alguien, aunque sea un maestro como Scorsese, decida qué es cine y qué no lo es.
Me imagino al hipotético portavoz del grupo parlamentario de los superhéroes lanzando sus acusaciones en el uso de su palabra a Martin Scorsese. “¿Acaso hacer una película de tres horas y media para una plataforma como Netflix, que apenas se proyecta en unas pocas salas por tiempo limitado, como ha hecho su señoría con El irlandés, sí es cine? ¿Las películas de animación tampoco son entonces cine para usted? ¿Y las películas musicales, por ejemplo?”. Si escuchara eso no me quedaría más remedio que moverme unas butacas en dirección a los superhéroes y escorarme al centro.
Pero, como en el guion de una película, hay un punto de giro en esta historia: el artículo de Martin Scorsese en The New York Times en el que explica su visión del cine. Y ahí sí es donde, sin estar de acuerdo con su exclusión de las películas de superhéroes del universo cinematográfico, vuelvo a sentarme cerca de él. Aunque mi asiento sea una butaca de espectador y el suyo, además de una butaca, sea al mismo tiempo una silla de director.
En esa declaración de amor al cine en forma de artículo de opinión sostiene que para él, para los cineastas de su generación y para los directores que tanto admiraba, el cine consistía en una revelación estética, emocional y espiritual que giraba en torno a los personajes. Según Scorsese, en las películas de superhéroes no existe esa revelación ni hay un verdadero peligro emocional porque nada está en riesgo. Y tampoco hay detrás, asegura, la visión unificadora de un artista individual.
Muchas películas actuales son productos perfectos fabricados para el consumo inmediato (…). Aun así, les falta algo esencial: la visión unificadora de un artista individualMartin Scorsese, The New York Times
No es aquí donde me aproximo a Scorsese ni a otros reconocidos directores, como Francis Ford Coppola o Ken Loach, que apoyan la tesis de Martin Scorsese. El cine es, en efecto, un arte, pero también un medio de entretenimiento y, por qué no admitirlo, un refugio en el que evadirnos durante dos horas de la realidad y de sus problemas. Muchos encuentran más entretenimiento en una película de Marvel que en una de Ken Loach. ¿Harían bien en decir que las películas de Ken Loach no son cine porque no entretienen? No. ¿Hacen bien Scorsese, Coppola y Loach en asegurar que las películas de superhéroes no son cine? Tampoco, ni aunque la concepción del cine como arte prevalezca sobre la arista del entretenimiento.
Dicho -escrito- esto, si me acerco a la butaca de Scorsese, más allá de su incuestionable amor al cine y a las películas y autores que cita en el artículo (desde maestros como Alfred Hitchcock y clásicos como Con la muerte en los talones hasta cineastas contemporáneos como Paul Thomas Anderson, Wes Anderson o Kathryn Bigelow), es por el excesivo peso de las películas de franquicias en la industria y en las salas de exhibición.
Ni me gusta ni soy quién para llevar la contraria a un maestro como Scorsese, pero para defender el arte no hay que atacar lo diferente, nos guste más o menos. Y no pensé que alguna vez terminara por defender el cine de superhéroes. Espero que, si alguna vez los necesito, me devuelvan el favor y me salven de cualquier peligro. Qué menos.
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