Ricardo Ruiz de la Serna | 27 de enero de 2020
El Círculo de Kreisau se opuso al nazismo desde frentes ideológicos diversos, pero unidos por el cristianismo. Algunos de sus miembros fueron asesinados, otros siguieron trabajando tras la caída de Hitler.
En 2020 se cumplen 80 años del Círculo de Kreisau, el grupo de oposición a los nazis que se formó en torno a Helmuth James Graf von Moltke y su esposa Freya, en cuya casa se reunían, y que toma su nombre de la localidad de Silesia, entonces parte de Alemania, donde aquella se encontraba. Fue activo entre 1940 y 1944.
Además del propio matrimonio Von Moltke, formaban parte del círculo el teólogo protestante Eugen Gerstenmeier (1906-1986) y el jesuita Alfred Delp (1907-1945), el socialista protestante Harald Poelchau (1903-1972) y el abogado católico Hans Lukaschek (1885-1960), el noble terrateniente Peter Graf Yorck von Wartenburg (1904-1944) y su esposa Marion (1904-2007), el jurista y economista Carl Dietrich von Trotha (1907-1952) y su esposa Margrit (1907-1995), entre otros. En total, eran unas veinticinco personas entre hombres y mujeres. Todos eran cristianos -católicos o protestantes- y algunos de ellos pertenecían a la nobleza. Ideológicamente el grupo era muy diverso y acogía desde conservadores hasta socialistas. El vínculo era más la oposición a Hitler desde el compromiso con la fe que las ideologías propiamente dichas.
Antes de 1940, ya había un grupo de amigos que se reunía en torno a los Von Moltke, entre los que estaban el miembro de Acción Católica y notable constitucionalista Hans Peters. También frecuentaba su amistad el jurista católico Paulus von Husen (1891-1971), que estaba relacionado con los sindicatos cristianos y con algunos obispos opuestos a los nazis. Por ejemplo, él era una de las conexiones de Von Moltke con el obispo de Berlín Konrad von Preysing (1880-1950), que declaró cuando los nazis llegaron al poder: «Hemos caído en manos de criminales y tontos».
Los miembros del Círculo de Kreisau tenían, a su vez, un amplísimo círculo de relaciones. Von Trotha, por ejemplo, era amigo del secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias en Ginebra, Adolf Reichwein (1898-1944), profesor universitario socialdemócrata y funcionario en el Museo de Etnología de Berlín. Así, las ideas que el círculo iba generando se difundían e influían en la élite alemana, al tiempo que recibían información de lo que iba sucediendo tanto en Alemania como en la Europa ocupada. Desde allí, esa información se difundía entre los opositores. Así, el círculo de Kreisau era un espacio en el que se podía acceder a información al margen de la censura.
Por otra parte, el Círculo de Kreisau trató de construir el armazón teórico para la reconstrucción de Alemania. Después de una visita a la Francia derrotada en 1940, Von Moltke escribió, según cuenta Mark Riebling en Iglesia de espías. La guerra secreta del Papa contra Hitler, «la guerra totalitaria destruye los valores espirituales. Es algo que se nota en todas partes. Si, en cambio, destruyera los valores materiales, la gente, cuyo pensamiento se halla limitado en gran parte a sus percepciones, sabría cómo y contra qué defenderse. Tal como sucede ahora, la destrucción interior no tiene correlación con el mundo percibido de las cosas, de la materia. De este modo, son incapaces de comprender el proceso y los medios posibles para contrarrestarlo o renovarse a sí mismos». Von Moltke comprendió, pues, que los nazis no solo destruían los cuerpos y las cosas, sino los espíritus.
Así, Von Moltke y otros miembros del círculo comenzaron a organizar un cambio de régimen. En colaboración con Hans von Dohanny (1902-1945), jurista antinazi y compañero de los hermanos Dietrich y Klaus Bonhoeffer, y con el jesuita alemán Agustinus Rösch (1893-1961), trató de que, una vez eliminado Hitler, se estableciese un Gobierno basado en la doctrina social de la Iglesia. Gracias a Rösch, el círculo de Kreisau fue elaborando un cuerpo de pensamiento para reconstruir Alemania, en la esperanza de que Hitler fuese derrocado. En 1941, redactaron el documento titulado Punto de partida. Objetivos y tareas. En 1943, Moltke trabajaba en un proyecto de nueva Constitución para una Alemania post-Hitler.
De la esperanza, algunos pasaron a la acción. Había que acabar con Hitler para salvar a Alemania y a Europa. Entre los conspiradores del complot del 20 de julio de 1944, liderado por Claus Graf von Stauffenberg, militar de una antigua familia católica de Suabia, no había ningún miembro directo del Círculo de Kreisau, pero Von Stauffenberg (1907-1944) era amigo de Peter Yorck von Wartenburg, de modo que la investigación de la Gestapo terminó conduciendo al círculo de opositores que preparaban la reconstrucción de Alemania. Yorck, Von Moltke, Alfred Delp y otros miembros del círculo fueron ejecutados después del fracaso de la operación Walkiria. A algún otro, como Adolf Reichwein, lo habían detenido algunas semanas antes y corrió la misma suerte.
Algunos sobrevivieron para contar la historia. La Gestapo no consiguió pruebas de la participación de Freya von Moltke, que logró salvar buena parte de la documentación del círculo y las más de 1.600 cartas de su esposo. Marion Yorck von Wartenburg fue encarcelada, pero vivió para ver el final de la guerra y trabajar como juez a partir de 1946. Hans Lukachek, detenido, torturado y liberado al terminar la guerra, se incorporó al primer gabinete de Konrad Adenauer, entre 1949 y 1953, como ministro para las personas desplazadas.
El 9 de agosto de 1943, el círculo redactó un documento titulado Principios de reorganización. En él se afirmaba, según la traducción de José María García Pelegrín en su libro Cristianos contra Hitler, que el cristianismo era «la fuerza más valiosa para la renovación religioso-ética del pueblo, para superar el odio y la mentira, para un nuevo comienzo de Occidente, para la convivencia pacífica entre los pueblos».
A partir de aquel año, Alemania solo libró batallas defensivas para tratar de contener el avance de los soviéticos por el este y de los aliados occidentales, primero desde Italia a partir de septiembre de 1943, y desde Francia a partir de junio de 1944. Así, mientras el Reich se desmoronaba y Hitler se obstinaba en librar una guerra que no podía ganar, un grupo de cristianos, en Kreisau, imaginaba la reconstrucción de su país sobre las bases del cristianismo.
El papa Pío XI alzó la voz contra Hitler en su encíclica «Mit brennender Sorge». Los miembros del grupo La Rosa Blanca llevaron su oposición al nazismo hasta las últimas consecuencias.
La afirmación de que España se equivocó de Dios en el Concilio de Trento es falsa. Es un mito considerar la Revolución científica como una consecuencia directa de la Reforma protestante.