Fernando Jiménez | 08 de marzo de 2017
Las víctimas son profesionales de los medios de comunicación que se han mostrado críticos con la formación morada y las presiones a las que se han visto sometidas están sólidamente documentadas.
La preocupación de la APM está totalmente justificada y los hechos son graves, pues denotan una falta de respeto no solo a la libertad y profesionalidad de las personas afectadas, sino también a la libertad de conciencia de todos los ciudadanos. La labor de los medios de comunicación nace de la necesidad que tiene cualquier ser humano de conocer la realidad que le circunda para poder actuar con libertad. Realidad que, por sí mismo, uno no puede aprehender en todas sus dimensiones, debido a su complejidad.
Los ciudadanos necesitan un relato coherente que los ayude a conocer aquello que está lejos de su alcance. Los medios de comunicación social desempeñan una labor de mediación entre la realidad y la conciencia de cada persona, por lo que son un instrumento imprescindible para que cada ciudadano, individualmente y de forma colectiva, pueda ejercer sus derechos con libertad. Por tanto, las injerencias ilegítimas, las presiones y las amenazas a los periodistas suponen una violencia contra la conciencia de todas las personas que conforman una sociedad y, además, coartan la democracia.
“Solo una prensa independiente y sin miedo puede cumplir su misión fundamental de control del poder”, explica la APM en el texto. La crítica es fundamental para que los medios de comunicación puedan ayudar a la opinión pública a ejercer una de sus principales funciones, la de control del poder político. Pretender que no exista una crítica razonada a los planteamientos y acciones de una opción política es digno de una concepción roussoniana y totalitaria del poder que percibe a quien disiente como una amenaza y un mal que se debe eliminar. No en vano uno de los rasgos comunes de los totalitarismos y populismos es la vieja obsesión por controlar a la prensa.
Las presiones y las amenazas a los periodistas suponen una violencia contra la conciencia de todas las personas que conforman una sociedad y, además, coartan la democracia
Como afirma el comunicado de la APM, es “totalmente incompatible con el sistema democrático que un partido, sea el que sea, trate de orientar y controlar el trabajo de los periodistas y limitar su independencia”. Puede que los periodistas tengan que afrontar otras presiones en su quehacer diario, pero el hecho de que una asociación de la prensa haya tenido que salir al paso del “miedo” que ha generado la actitud avasalladora de algunos miembros de Podemos es un indicador de la gravedad de la situación.
Si la actitud de señalar con el dedo, lanzar descalificaciones e insultos a través de las redes sociales y, por supuesto, el acoso personal, son incompatibles con una actitud democrática, el hecho de ejercer esas presiones contra quienes tienen en la sociedad la función de informar y de ejercer y estimular la crítica es especialmente grave.
Uno de los peligros que señala el comunicado de la APM es que muchos periodistas, afectados por las presiones de Podemos, acaben recurriendo a la autocensura. La situación sería entonces muy penosa ya que, bajo una apariencia de libertad, se establecería una visión única e incuestionable de la realidad. Como recuerda la Asociación de la Prensa de Madrid, “solo unos medios firmes en la defensa de la libertad de expresión pueden frenar las tentaciones de los poderosos de eludir la rendición de cuentas a la que están obligados en una democracia como la nuestra”.
Uno de los rasgos comunes de los totalitarismos y populismos es la vieja obsesión por controlar a la prensa
Es necesario que algunos reflexionen seriamente acerca de la necesidad de garantizar un respeto y libertad de acción a los periodistas, no solo mediante la protección de las libertades de expresión y de información, sino también mediante una actitud cívica que requiere ser inculcada a través de la educación y de la supresión de actitudes desmesuradas. Al fin y al cabo, como recuerda el comunicado de la APM, la crítica al poder es legítima y, cabe decir, uno de los rasgos principales del Periodismo. Si alguien considera que algún periodista o medio de comunicación se ha excedido, puede recurrir al derecho de rectificación, como también recuerda la APM a Podemos. Ejercer una crítica razonable nada tiene que ver con el insulto y el acoso.