El Debate de Hoy | 22 de mayo de 2020
La periodista experta en tecnología reconoce que el debate entre seguridad y libertad «definirá los próximos meses».
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En «Y, ahora, ¿qué?» hablamos con la periodista Marta García Aller sobre la incertidumbre que marca nuestros días, el debate entre libertad y seguridad, y los nuevos modelos de periodismo.
A continuación, puedes leer un extracto de la entrevista, que encontrarás completa en los canales habituales: iVoox, Spotify, Apple Podcast, Google Podcast y YouTube.
Pregunta: Y, ahora, ¿qué?
Respuesta: Ahora toca reinventarlo todo. Ahora lo imprevisible… no tenemos ni idea de lo que viene, ya no dentro de unos meses o unos años, la semana que viene. No sabemos cuándo podremos salir de casa, cuándo volveremos a un bar, cuándo podremos volver a ver a nuestro librero favorito, cuándo abrazaremos a nuestras familias. Estamos en el mayor momento de incertidumbre que hemos vivido nunca.
P.: En unas semanas publica un libro titulado Lo imprevisible, ¿le ha tocado hacer cambios de última hora?
R.: El libro, como la vida, ha tenido que reinventarse e incluye un capítulo sobre la pandemia, que es la gran pregunta que todos nos hacemos: ¿por qué no se pudo prever? De alguna manera, sí hubo expertos que lo vieron venir, otra cosa es que no los quisiéramos escuchar. Y no vale echar todas las culpas a los políticos y a las autoridades, también los periodistas tenemos que hacer una profunda reflexión sobre por qué tardamos tanto en informar bien de esto.
P.: ¿El coronavirus puede ser una excusa para que los ciudadanos pierdan una mayor privacidad? Ya hablamos de geolocalización, rastreo de movimientos, etc. Es el debate entre seguridad y libertad.
R.: Es una de las cuestiones que van a definir los próximos meses: el uso de la tecnología y la seguridad para controlarnos. Pero creo que el tratar de salvar vidas es un propósito honesto. Lo que pasa es que todavía no sabemos cómo hacerlo. No sabemos quién puede estar infectado, pero sí sabemos que esa persona puede contagiar a otras y eso es un desafío para la tecnología. Las apps de rastreo pueden apoyar muchísimo y hacernos la vida más fácil, evitando que sea un confinamiento masivo y pueda ser selectivo. Ya tenemos esa tecnología, pero ¿cómo lo hacemos sin invadir la privacidad de las personas? ¿Hasta qué punto sacrificar privacidad por seguridad? Es un dilema que tenemos como sociedad y no tenemos claro dónde están los límites.
Creo que si se explican bien esas tecnologías se perdería el miedo a utilizarlas bien. Hay que tener más precaución en aplicaciones que invaden la privacidad y que utilizamos a diario sin saber cuánto comprometen nuestra privacidad, porque queremos jugar a un juego o utilizar un filtro para las fotografías. Damos al «ok a todo» y comprometemos nuestra geolocalización sin pensarlo dos veces, y luego cuando un organismo trata de velar por nuestra seguridad se nos encienden todas nuestras alertas.
P.: ¿Será este el momento de las grandes cabeceras periodísticas? Precisamente, hace unos días El Confidencial anunciaba un modelo de suscripción para sus lectores.
R.: Estamos en un momento de aceleración de tendencias y los muros de pago, que es como se ha llamado a la tecnología de suscripción a los contenidos, es uno de ellos… Aunque es una metáfora que no me gusta, porque no llamaríamos muro a un quiosco. Hay que poner en valor los contenidos y España es la excepción por la gratuidad indiscriminada, con la que se devalúa la información periodística en los medios escritos.
Los lectores también se están reinventando, hemos tenido récords en los contenidos y en la permanencia en página, que es uno de los indicadores que más deberíamos valorar los periodistas; no cuántos clics has tenido, sino cuántos minutos ha estado el lector confiando en tus palabras.
No todas las informaciones valen lo mismo. Si hay algo que ahora mismo tiene valor y que va a tener cada vez más, es la credibilidad. En un momento en el que la desinformación está por todas partes, vamos aprendiendo que lo que es gratis no es la información, sino el riesgo de la desinformación. No digo que todo lo que es gratis sea desinformación, pero sí es más difícil diferenciarlo. El pago te permite exigir un mayor nivel de calidad.
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