Javier Arjona | 18 de julio de 2020
El primer núcleo urbano de la ciudad de Madrid, formado en el solar donde actualmente se ubican el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, data de la época musulmana.
Aunque en algunos lugares aislados y cercanos al casco histórico de la ciudad de Madrid se han encontrado vestigios de villas tardorromanas, y en otros ha aparecido algún resto aislado de época visigoda, parece concluyente que el primer núcleo urbano, formado en el solar donde actualmente se ubican el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, data de la época musulmana. Aquella primitiva Mayrit quizá hundiría sus orígenes en el siglo VIII, cuando las tropas sarracenas que invadieron la Hispania de don Rodrigo fueron estableciendo los primeros núcleos amurallados para la protección del territorio conquistado. En todo caso, la primera constancia histórica de la ciudad será ya un siglo más tarde, siendo Muhammad I el titular del emirato omeya de Córdoba.
Una de las principales hipótesis que se barajan sobre la fundación oficial de Mayrit se remonta a la revuelta mozárabe de Toledo del año 852, cuando las tropas caldeas derrotaron a las asturianas de Ordoño I, y el emir Muhammad I aprovechó para crear una marca defensiva al sur de la sierra de Guadarrama. En este momento, se fortificaría la medina existente, dotándola de un castillo de planta cuadrada y una ciudadela o almudayna, además de una muralla que rodearía todo el recinto. Situado a 90 metros de altura sobre la ribera del río Manzanares, el emplazamiento tendría un aspecto formidable, hasta el punto de que el cronista árabe Al-Himyari describió el castillo como «una de las mejores obras defensivas que existen».
Aparte del incuestionable valor estratégico como enclave militar para la protección de Toledo, la ubicación escogida para establecer la Mayrit musulmana tuvo como claros condicionantes la proximidad al cauce del Manzanares, la gran riqueza hídrica del subsuelo (Mayrat=viaje de agua), la existencia de tierras aptas para el cultivo y la cercanía de bosques donde encontrar abundante madera. No menos importante era la buena circulación de los vientos procedentes de la sierra, a lo que se sumaba la elevación de un terreno bien protegido de manera natural por dos barrancos, las actuales calles Segovia y cuesta de San Vicente, y que podía extenderse en una única dirección hacia la actual plaza de Isabel II.
Aquella primera versión de la ciudad de Madrid, de unas ocho hectáreas de extensión, tendría ubicado el castillo en el lugar que hoy ocupa el palacio de los Borbones, y la muralla saldría a la altura de la calle Requena, donde estaba ubicada la puerta de la Sagra, para rodear la almudayna recorriendo la calle del Factor. En la confluencia con la calle Mayor se encontraría una segunda puerta, llamada posteriormente puerta de la Almudena, junto a la que se construyó en el siglo X la mezquita mayor de la ciudad. La muralla continuaba hasta la altura de la calle Segovia, punto donde doblaba hasta cerrarse en el alcázar, junto a la puerta de la Vega.
La función eminentemente militar de la Mayrit islámica puede constatarse, porque al mando de la ciudad siempre estuvo un caid o alcaide, figura que vivía en el castillo y que integraba el poder civil y militar, y por la existencia de la almudayna, espacio que se extendería por la actual Catedral de la Almudena, y donde residía la guarnición que defendía el emplazamiento. También cabe destacar como elementos defensivos las torres que, de manera desordenada y asimétrica, se alineaban junto al lienzo de la muralla a modo de contrafuertes, y que en el lienzo de la cuesta de la Vega fueron seis para una longitud de 120 metros de pared, alternándose con varios portillos de comunicación con el exterior.
Extramuros del recinto descrito se encontraban los arrabales, barrios de agricultores, mercaderes y artesanos como el que se encontraba en Las Vistillas, al otro lado del barranco de la calle Segovia y comunicado por el puente conocido como Alcantarilla de San Pedro. La ciudad iba creciendo de manera caótica y desordenada, y los distintos suburbios periféricos situados junto a las puertas de la urbe fueron atrayendo tanto a comerciantes como a personas de todo tipo y condición, al tiempo que se fueron especializando en función de su actividad. De esta forma, el arrabal situado junto a la puerta de la Sagra tuvo un marcado carácter agrícola, mientras que los que estaban extramuros de la puerta de la Almudena, como el de Las Vistillas, se dedicaron a la artesanía y al comercio de manufacturas.
La Mayrit musulmana aparece en los registros históricos como la que resistió al intento de conquista de Ramiro II en el año 932, o el lugar en el que Almazor concentraba a sus ejércitos para las aceifas contra el Reino de León en el último cuarto del siglo X. Con la llegada de los reinos de Taifas en el arranque del segundo milenio, la ciudad formó parte de la Taifa de Toledo que, bajo el reinado de Al-Mamún, se aseguró un periodo de paz y protección, firmando con Fernando I el pago de parias al monarca castellano. La ciudad vivirá un momento de máximo esplendor comercial hasta que Alfonso VI la conquiste sin resistencia en 1085, probablemente tras pactar con el rey Al-Cádir, a cambio de la ayuda castellana para hacerse con la Taifa de Valencia.
Cuenta la leyenda que fue precisamente en aquel año 1085 cuando fue hallada en una de las torres de la muralla, junto a la puerta de la Vega, una escultura de madera de la Virgen María, supuestamente escondida por los cristianos antes de la conquista musulmana. Al haber sido encontrada en un paño de la muralla que rodeaba la almudayna, la imagen acabó adoptando dicho nombre, que derivó en Almudena. Desde el punto de vista histórico, esta versión no se sostendría, puesto que la muralla fue levantada ya en el siglo IX, por lo que parece más probable que la imagen primitiva de la Virgen fuese tallada después de la Reconquista y, al ser ubicada en el altar de la antigua mezquita reconvertida en Iglesia, dentro de los muros de la ciudadela, acabara recibiendo el nombre de Almudena para diferenciarla de otras advocaciones marianas.
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