Chema Rubio | 07 de agosto de 2020
Trump cree que la red social es el nuevo Caballo de Troya chino y quiere utilizar de colador a la empresa de Bill Gates, que no duda en bailarle el agua al magnate.
Donald Trump sabe algo que el resto de seres humanos desconoce. Sabe cosas de China que el propio Gobierno del país oriental ignora. Nos hizo creer que Rusia y China eran los enemigos del mundo, pero resulta que el reino de Vladimir Putin no es tan malo para según qué intereses. China es el problema de Trump y, por extensión, del planeta.
Hace meses que frenó en seco el desembarco del 5G de Huawei en Estados Unidos. El magnate-presidente no se corta y utilizó todo lo que estaba en su mano. Google cerró el grifo a los móviles chinos y convertía sus joyas en baratijas. Era un movimiento con más forma que fondo, pero suficiente para llamar la atención sobre el gran problema que acecha al futuro de Internet.
El 5G es la nueva bicoca para las empresas de telecomunicaciones. Una conexión más veloz que la propia fibra óptica y que digitalizaría cada palmo del mundo desarrollado. Muchos datos, mucha información, mucha big data en manos de la empresa que consiga la exclusiva de la conexión. Huawei llegó primero, exactamente hace cinco años. La empresa china se dedica a las comunicaciones antes que a vender móviles, pero se metió en el mundo de los teléfonos para llegar al gran público.
Mientras Trump decide qué hacer con el 5G de Huawei en Estados Unidos, tiene otro fantasma que cazar. La red social TikTok se puso de moda durante la pandemia. Millones de personas en casa, enganchadas al móvil y con mucho tiempo libre. Twitter, Facebook, Instagram… estaban muy vistas y necesitaban moverse. TikTok les dio la oportunidad de grabar bailes cortos con música y mostrárselos a todo el que tuviera una cuenta. Una maniobra básica y muy apropiada para el famoso de turno que sabe lo justo de todo menos de redes sociales.
El celo de Trump en cerrar TikTok hace pensar que la red social es un Caballo de Troya chino en Europa y en Estados Unidos. Solo él sabe qué esconde la empresa ByteDance, con sede en Pekín, que ha conquistado el mundo con una aplicación de apenas 200 días de desarrollo y que tiene los datos de 500 millones de usuarios. De 500 millones de usuarios. 500. Y subiendo.
Las acusaciones le siguen lloviendo a TikTok, la última es de junio de 2020 y recrimina a la aplicación copiar el portapapeles de los móviles varias veces al día y guardar esa información. Antes, en 2019, llegaba el cargo más duro y por el que Trump afinó su Twitter: desde California, se acusaba a TikTok de transferir información de identificación personal de ciudadanos de Estados Unidos a los servidores ubicados en China propiedad de Tencent (proveedora china de servicios de Internet) y Alibaba (consorcio privado chino dedicado al comercio electrónico).
Trump cogió otro comodín del despacho oval. Microsoft iba a ser el colador de TikTok en Estados Unidos. Los norteamericanos son muchos, pero no son tontos. Alertan al mundo del problema, pero ponen las soluciones de fronteras para adentro. Cuando los frikis de turno dejen de dar la matraca con que Bill Gates ha creado el coronavirus, podrán centrarse en averiguar por qué en Sillicon Valley quieren hacerse con TikTok y qué van a conseguir a cambio. En el escaparate de los inocentes esta compra es la vía que tiene Microsoft de adentrarse en el mundo de las redes sociales. Los inventores del Messenger hace 20 años quieren volver al negocio. No cuela.
Y así se escribe otro capítulo en la guerra del 5G que libran EE.UU. y China. Si Trump sigue en el poder otros cuatro años, Huawei tiene en chino conquistar América.
Bousselham quiso grabar en la tarjeta de memoria el vertedero digital de Podemos. Un móvil barato, con Android y una memoria de serie que le puede costar caro a Iglesias.
Internet es el soporte de muchas empresas para sobrevivir en la pandemia. Nada nos devolverá la vida de antes, pero conseguiremos una vida mejor.