Ignacio Álvarez O´Dogherty | 10 de marzo de 2017
El batallón español del joven teniente Conte (Raúl Mérida) sufre un percance durante un sencillo desplazamiento de tropas. El accidente forzará al grupo de rescate de la capitán médico Varela (Ariadna Gil) a intervenir en la zona. Un giro inesperado en la operación obligará sin embargo a ambos grupos a implicarse dentro de una nueva situación.
Lo que más me congratula de esta película, además de por dar salida a un nuevo director como Adolfo Martínez, es porque supone de nuevo el testimonio de que el cine español es capaz de abrirse a nuevas formas, distintas a las que nos tiene acostumbrados. ¡Cuánto cambia el rostro de nuestro cine cuando se decide, aunque sea un poquitín, a dejar de enredarse en sus propios complejos!
Supone de nuevo el testimonio de que el cine español es capaz de abrirse a nuevas formas, distintas a las que nos tiene acostumbrados
Basta con empezar por decir que el cine bélico español destaca, hasta donde yo sé, por su práctica inexistencia. Acudiendo a películas como Los últimos de Filipinas (2016) u otra menos reciente como Guerreros (2002), puede decirse además que la óptica del cine español respecto a la labor histórica de sus militares ha sido casi siempre pesimista, cuando no ridícula. Zona hostil es una película que nos acerca y reconcilia con la intervención del ejército fuera de nuestras fronteras, sin que por ello dejen de aflorar preguntas críticas acerca del sentido de una labor tantas veces cuestionada: “¿Para qué estamos aquí?”, dirán en varias ocasiones algunos de los protagonistas.
Es cierto que, a pesar un fondo encomiable que consigue transmitir un orgullo que no tiene nada de patriotero ni maniqueo, la película deja entrever sus costuras, algunas de las cuales no están tan bien hilvanadas, dejando que la fuerza de la historia quede a medio gas.
Aun así la trama logra transmitir la camaradería, el valor, la nobleza y el buen humor de los soldados, y se deja ver con gusto. El resultado es un film muy recomendable, que agradará a todo el que se acerque a las salas.
Buen remedio desde luego para curarnos un poco de ese absurdo antipatriotismo o complejo de nacimiento que arrastramos los españoles. No está de más recordar aquí a ese gran pintor catalán llamado Ferrer-Dalmau: “todos seríamos un poco menos antiespañoles si conociésemos de verdad un poco mejor nuestra historia militar”.
Buena entrada. Queremos más.