Álvaro de Diego
Profesor Titular de Historia Contemporánea en la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA). Es autor de "La transición sin secretos" editado por Actas.
Francia conmemora el bicentenario de la muerte de Napoleón Bonaparte, que se cumple este 5 de mayo, entre las restricciones de la Covid y el atolladero de la memoria controvertida de una figura excepcional en todo.
Este 8 de marzo pocas feministas se acordarán de Victoria Kent, una mujer pionera en el ejercicio de la abogacía en España. Católica y librepensadora, como directora general de Prisiones republicana se mostró partidaria de la reinserción social de los encarcelados.
La detención de Pablo Hasél por delitos de enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona ha motivado violentos disturbios y una petición de indulto por parte del vicepresidente segundo del Gobierno. Los mismos que hoy se indignan por la condena del rapero hubieran aplaudido procesar por «apología del franquismo» a una víctima del estalinismo y premio Nobel de Literatura como Alexander Solzhenitsyn.
Hace medio siglo, tuvo lugar un histórico encuentro en El Pardo. El general De Gaulle había dejado ya la presidencia de la República Francesa y recorría España en visita privada junto a su esposa. Se proponía escribir un libro sobre las campañas de Napoleón en la península ibérica y fue recibido por Franco, con quien celebró una audiencia privada y un breve almuerzo.
Durante los primeros pasos de la Transición fue necesario un importante ejercicio de generosidad democrática de los dirigentes del PSOE «histórico».
Meses antes de la resonante estancia de Eisenhower en Madrid, un grupo de congresistas norteamericanos visitó a Franco en el Pazo de Meirás. El encuentro transcurrió cordialmente, pese a los apuros del embajador John Davis Lodge, a quien habían adelantado que saldría a relucir el controvertido asunto de la persecución de la masonería.
Al tiempo que las vanguardias de la Wehrmacht ocupaban París, las tropas franquistas penetraban en la ciudad internacional de Tánger. Si se exceptúa el envío de la División Azul a Rusia, aquella fue la única intervención militar española en la Segunda Guerra Mundial.
No queda nada del “franquismo ideológico” en España, pues este fue liquidado poco después de desaparecer Franco. Con la Transición, el país se erigió en un referente de democratización para el mundo.