Ignasi Grau
La realidad educativa responde a un entorno plástico. Por lo que, partiendo de esta realidad, podemos echar a perder una buena escuela sin mejorar el resto, y reverdecer un mal colegio a la par que mejora el resto.
El poder es un motor en sí mismo, y, si bien es cierto que puede ser la entradilla a otras grandes ambiciones humanas, y que puede hacer posible la promesa warholiana de ser famoso durante 15 minutos, es mucho más que eso.
La visión antropológica sobre la que descansa una educación que tiene como objetivo último la autonomía del menor empobrece el proceso de inculturación del ser humano.
Desde una perspectiva de derechos humanos, parece obvio que el ejercicio de la libertad de los padres para elegir una educación aceptable y adaptable no puede depender del nivel de renta de las familias.