Javier Redondo
Máster en Periodismo por la USP CEU-El Mundo. Profesor de la UFV . Coautor de Podemos. Cuando lo nuevo se hace viejo (ed. Tecnos), autor de "Presidentes de Estados Unidos" (ed. La Esfera de los Libros). Articulista de El Mundo y colaborador de 'Buenos Días Madrid', en Onda Madrid
Durante seis meses, una de las funciones básicas del Parlamento -el control del Ejecutivo- quedó suspendida o al arbitrio de Sánchez, que decidía cuándo y qué se le auditaba.
LaLiga comienza a medio murmullo; ni puro ni bocadillo. A salto de mata, Sanidad acordó con las autonomías las restricciones de agosto: tres jornadas con el 40% de aforo y estadios libres de humo.
Carmen Calvo echa por el desagüe todas las discusiones serias que impurifican una agenda que llaman progresista, verde y feminista.
Una victoria suficiente de Isabel Díaz Ayuso constituiría el fin de la foto de Colón, esa representación cómoda, adulterada y simple de la realidad. Pedro Sánchez arrecia porque teme que caduque esa foto y quedarse sin tapadera.
Hace un año, la COVID comenzó a campar a sus anchas por la geografía española. El Gobierno le quitó importancia y se centró en solucionar sus conflictos internos y promover el 8M. Hoy, con la pandemia viviendo su tercera ola de contagios, un nuevo enfrentamiento en el Ejecutivo vuelve a escena: la ley Trans.
Moncloa ha sorteado los consensos a base de regular por la vía de la «extraordinaria y urgente necesidad». Sánchez ni siquiera cumplió con el dadivoso compromiso de comparecer en las Cortes cada dos meses para rendir cuentas sobre la pandemia.
El Gobierno evita regresar al kilómetro cero del uso ideológico e instrumental del virus para sofocar sospechas y concluir que, si lo hubiesen sabido con antelación, el 8M pasado no se habría celebrado.
Tenemos una alarma sin mando único, repartida y prorrateada en virtud de los apoyos que necesita el Ejecutivo para sostenerse. Un vehículo y 17 conductores autodidactas que fían su suerte a los números y cálculos averiados del candidato Illa.