Juan Orellana
Director de Cine de la Conferencia Episcopal Española y crítico cinematográfico en medios como 13Tv, Cadena Cope y el semanal Alfa&Omega.
Si un cineasta realmente ha visto su vida cambiada por la experiencia del encuentro con la fe, y todo su quehacer está iluminado por ese encuentro, su película será católica, se trate de una comedia, un western, un thriller o una película sobre la última vaca tudanca de Oregón.
El documental Audrey: Más allá del icono transmite la misma elegancia que la actriz, y pasa por los asuntos más escabrosos con sensibilidad nada morbosa. No hay sombra de caricatura o sensacionalismo.
Los magnates del cine deberían dejar vivir en paz su vida a los homosexuales y a los heterosexuales y sacar la catequesis del cine, que no es su lugar.
Cuando los mandamases aceptaron con docilidad la ideología de género, Disney no dudó en incluir en sus producciones los nuevos «valores», siempre fiel a los dictados de la mentalidad dominante en cada momento.
Es cada vez más frecuente producir películas que ponen el foco en el declive del personaje, sus vicios, sus traumas, sus inconfesables pecados. Nos preguntamos si es producto de la casualidad o síntoma de una tendencia a la desmitificación, fruto de una inversión de valores.
Aún hay gente que piensa que la censura acabó con el franquismo. Nada de eso. Han cambiado los criterios, pero no el deseo de embridar la libertad de pensamiento.
El héroe clásico y el antihéroe crepuscular dan paso a personajes nada arquetípicos, «normales», cercanos, creíbles, con dramas que no nacen de un laboratorio de guiones sino de la vida real.
Hollywood apuesta mayoritariamente por películas que miran al mundo con desencanto, populismo político y que hacen del «otro» una amenaza.