El conglomerado de infinitas siglas que tuvo a ETA como estandarte y símbolo de terror mantiene intacto su proyecto político y vuelve a ser capaz de movilizar a un número no desdeñable de personas para jalear a unos asesinos que recibe como héroes.
El método es sencillo: se trata de que no haya otra suma posible que la que Pedro Sánchez promueva debido al insuperable enfrentamiento entre los partidos de la derecha. ¡Ésa es la clave!
Lo que se constató este 30 de junio en el Congreso es que a Sánchez sus socios le conceden dos años y medio para intentar su nueva Transición con sus nuevos actores económicos y sus nuevas élites. Todo escalofriantemente nuevo, pero nada novedoso.
Un año de mascarillas, empobrecimiento y alienación merece algún balance, por pesimista que este sea: la crisis múltiple de la covid va a dejar muchos agraviados y demasiados humillados.
Es posible que la gente del común nunca lleguemos a conocer ni el origen ni las cualidades naturales o artificiales del virus que ha causado la COVID. Pero hay algunas preguntas que la ciudadanía de los países democráticos tiene derecho a plantear.
Se trata de elegir entre el candidato socialista, el socio preferente -y separatista- del socialismo en el Gobierno de España, y el socio incómodo de ambos en Barcelona y en Madrid: los del fugado Carles Puigdemont.
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