Javier Pérez Castells | 02 de mayo de 2017
Con el tiempo, se descubrieron métodos para reprogramar células somáticas y convertirlas en células madre pluripotentes. Esto se puede hacer por transferencia o trasplante nuclear o por el uso de factores de transcripción definidos, como descubrió el doctor Yamanaka, de la Universidad de Kioto, en 2006 (Yamanaka recibió el premio Nobel de Medicina en 2012 y es miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias). Se logra la reprogramación manipulando algunos genes en células adultas, lo que consigue que reviertan a células madre que se denominan inducidas. Además de no plantear desafíos éticos, estas células madre inducidas están dando buenos resultados en el modelado de enfermedades y en medicina regenerativa.
Un órgano que se desarrollara desde células madre del paciente, bien reprogramadas o procedentes de su cordón umbilical, sería auténticamente como una copia del deteriorado, sin ningún problema de rechazo inmune
La historia de las células madre marcha bien, superando desafíos éticos y con descubrimientos frecuentes que abren la esperanza a nuevos tratamientos en medicina regenerativa, inmunoterapia y terapia génica. Últimamente, empero, se están planteando nuevas aplicaciones que mueven a la reflexión. Diversos trabajos han logrado implantar células madre de una especie en embriones de otra. El resultado ha sido que el embrión se desarrolla en forma de quimera con propiedades correspondientes a ambas especies. Así, han nacido quimeras de rata y ratón, entre otras. Dando un paso más, recientemente, un equipo de biólogos liderado por Jun Wu y Juan Carlos Izpisua Belmonte, en el Instituto Salk en Estados Unidos, ha tenido éxito en implantar y desarrollar células madre humanas en embriones de cerdo.
Desde hace mucho, se vienen implantando células humanas en animales como, por ejemplo, células tumorales en ratones inmunodeprimidos que desarrollan tumores “humanos” y luego son sometidos a tratamiento con posibles futuros fármacos. Pero las células madre, que ahora se han implantado por primera vez, son algo diferente, pues se implantan en embriones donde podrían diferenciarse dando distintos tejidos. En el objetivo último de esta investigación está la posibilidad de desarrollar órganos humanos en animales para trasplantes posteriores. Un órgano que se desarrollara así, desde células madre del paciente, bien reprogramadas o procedentes de su cordón umbilical, sería auténticamente como una copia del deteriorado, sin ningún problema de rechazo inmune. Además de los trasplantes, desarrollar tejidos humanos portadores de enfermedades podría ayudar a entender dichas enfermedades y a desarrollar terapias para las mismas. El cultivo de órganos humanos de reemplazo en animales es una meta todavía lejana y es conveniente reflexionar sobre los desafíos éticos que implica. La creación de quimeras, especialmente aquellas con células humanas, puede ser controvertida, dada la posibilidad de que los animales de ensayo puedan ser humanizados de manera indeseable. Aunque no sea cuestión para frivolizar, nadie desearía que un implante de células madre humanas diera como resultado un asno parlante como el de la película Shreck (sobre todo, con lo pesado que era).
El cultivo de órganos humanos de reemplazo en animales es una meta todavía lejana y es conveniente reflexionar sobre los desafíos éticos que implica
En Estados Unidos, el injerto de células madre humanas en embriones animales, si bien no está prohibido, no se puede financiar con fondos públicos. Sin embargo, el pasado mes de agosto de 2017, el NIH (Instituto Nacional de Salud) anunció que planeaba levantar esa prohibición de financiación. A pesar de que a día de hoy no se ha producido el levantamiento de la prohibición, el debate acerca de los beneficios de financiar este tipo de trabajos, con el mayor control que así se logra por parte de la comunidad científica, sigue en pie.
Mientras tanto, las noticias se suceden y hace pocos días un grupo de la Facultad de Medicina de Harvard publicó en la revista eLife un trabajo relativo a la creación de embriones sintéticos. Este grupo está empezando a ensamblar células madre que pueden organizarse en estructuras embrionarias. Quizá muy pronto puedan hacer que esas células se diferencien en distintos tipos de tejidos y órganos. Los autores se preguntan en su trabajo sobre el problema ético que supone crear lo que llaman «entidades humanas sintéticas con características embrionarias», Sheefs (del inglés “synthetic human entities with embryolike features”). Por ahora, los Sheefs más avanzados son conjuntos muy simples de células, pero en el futuro pueden desarrollarse en formas mucho más complejas, como un corazón humano conectado a un cerebro rudimentario, todo creado a partir de células madre. Tal Sheef podría revelar pistas importantes sobre cómo los nervios controlan los latidos del corazón. Así mismo, los científicos podrían ser capaces de utilizar otros Sheefs para probar medicamentos para enfermedades como el cáncer o la diabetes. Para la mayoría de nosotros, estas cuestiones hacen que se nos erice un poco el vello. Confiemos en un sensato control de las investigaciones por venir mediante la autorregulación de los científicos y un adecuado control público.