Javier Arjona | 10 de octubre de 2017
Ese gran acontecimiento planetario protagonizado por los descendientes de Adán y Eva, y conocido como el Diluvio Universal, quizás pudiera resultar algo fantasioso a partir de la lectura literal del relato bíblico:
De haber existido sobre la Tierra una subida de nivel de los mares que llegó a cubrir incluso montes, sin duda habría quedado reflejada en la tradición cultural de distintos pueblos a lo largo y ancho del planeta, y deberían existir vestigios geológicos y pruebas concluyentes de semejante cataclismo. En este sentido, es coincidente con esta idea el que, para los pueblos mesoamericanos de origen precolombino, la humanidad vive en la actualidad una fase de su existencia denominada el quinto sol. Cada etapa precedente finalizó con un desastre natural y la etapa anterior a la actual, el cuarto sol, lo hizo precisamente a partir de una gran inundación. Hay relatos similares en la tradición china, hindú o sumeria, por poner solo algunos ejemplos.
¿Se trata de simple casualidad o es que tuvo lugar en la Tierra un fenómeno climático en un pasado reciente? ¿Se puede considerar cierto, por tanto, el pasaje del Génesis? El sentido común nos dice que no se puede meter en una gran arca a todas las parejas de animales existentes en el planeta, para que, tras el desastre, vuelvan a repoblar el planeta. Sin una masa crítica de cada especie, la reproducción sería difícilmente viable. El Diluvio Universal es, en realidad, una alegoría para entender un cambio de ciclo, un nuevo comienzo producido tras un gran cataclismo del que existe una explicación racional.
Desde hace 2,5 millones de años, el planeta ha vivido una serie de 6 glaciaciones o enfriamientos, motivados, entre otros factores, por los denominados ciclos de Milankovitch, relacionados con ciertas variaciones de la órbita de la Tierra alrededor del sol. El efecto de dichas glaciaciones se tradujo en una gigantesca concentración de hielo en las regiones polares, que llegó incluso a cubrir todas las zonas del centro y norte de Europa por encima de los Pirineos.
Semejante masa de agua congelada sobre el continente provocó que en cada glaciación el nivel de los océanos descendiese varias decenas de metros, y que, al finalizar el periodo frío miles de años más tarde, volviera a subir hasta el punto de que en algunas etapas de calentamiento del planeta, el nivel de las aguas aumentó casi 300 metros de altura. El prehistoriador M.H. Alimen llegó a establecer que el proceso de regresión marina como consecuencia de la glaciación Riss, hace 200.000 años, provocó un descenso de las aguas en el Estrecho de Gibraltar de entre 230 y 290 metros.
☀️ "¿Qué puede decirse del clima europeo en los últimos mil años?". https://t.co/9Pzm45K9Hz
— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) April 3, 2017
De esta forma, cada vez que el hielo se transformó en agua en las fases de calentamiento del planeta, los océanos aumentaron su nivel provocando una gigantesca inundación en toda la Tierra. Zonas costeras quedarían entonces anegadas por la crecida de los mares y poblaciones cercanas al litoral verían cómo sus hogares desaparecían bajo la fuerza de las aguas. Durante las cuatro primeras glaciaciones, la evolución humana estuvo en pleno proceso de aparición y desaparición de especies. Sin embargo, en la última de ellas, la glaciación Würm, que tuvo lugar hace 80.000 años, ya existían Neanderthal y Sapiens, aunque la extinción de la primera hizo que solo esta última especie pudiera ser testigo del deshielo que tuvo lugar hace 12.000 años.
Curiosamente, esta inundación coincide con el momento inicial de transición del Paleolítico al Neolítico, que produjo un sustancial cambio en el comportamiento de los grupos Sapiens, que comenzaron a vivir en comunidades sedentarias y a desarrollar la agricultura y la ganadería. Sin embargo, en la anterior entrega de esta serie, situamos a Adán y Eva hacia el año 8.000 a.C. y a las comunidades metalúrgicas descendientes de ellos en la aldea de Jarmo en Mesopotamia, en torno al 6.500 a.C.
Dado que el Diluvio Universal no pudo ser evidentemente anterior a Adán y Eva, ¿qué es entonces lo que no cuadra? Parece simple, todavía no había llegado la catástrofe bíblica. El final de la última glaciación fue el detonante, pero no la gran inundación del Génesis. A esta gran subida de los mares se sumó, hacia el 5.500 a.C., otro episodio catastrófico en el Mar Negro, que entonces era un mar interior de agua dulce.
? "Es necesario que la fe llegue donde las explicaciones racionales de la ciencia no alcanzan". Por @javierarjona_twhttps://t.co/KD5O8x6c3s
— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) June 18, 2017
Por efecto de la presión y la erosión, un Mar Mediterráneo que había aumentado su nivel varias decenas de metros en vertical, acabó rompiendo el istmo del Bósforo, que entonces lo separaba del Mar Negro, y provocó en este último una súbita inundación. Fue un gigantesco vertido de agua salada que hizo aumentar rápidamente el nivel de la línea de costa, tal y como demostraron los científicos William Ryan y Walter Pitman en un estudio científico publicado en el año 1999.
¿Cómo reaccionarían los grupos humanos que vivían en la región ante una subida tan rápida del nivel del mar? ¿Qué explicación le darían a un fenómeno de esta enorme magnitud que arrasó con todas las poblaciones cercanas a la costa? Debió suponer un cambio de ciclo, un nuevo comienzo para aquellos grupos humanos próximos a la región del Creciente Fértil donde se relatan esos acontecimientos. La forma de explicar aquel cataclismo climático fue… el Diluvio Universal.
Entre otras fuentes, este fenómeno fue recogido en la Epopeya de Gilgamesh, poema de origen sumerio que constituye la más antigua obra literaria y que para muchos historiadores marca la transición de la Prehistoria a la Historia con la aparición de la escritura. En la narración sumeria, el Noé bíblico se llama Utnapishtim, que junto a su mujer fueron los únicos supervivientes del gran diluvio que arrasó la Tierra. Así pues, la Biblia recoge un hecho histórico y no una fantasía, aunque narrada con personajes y a través de un argumento a modo de enseñanza.