Juan Luis Jarillo Gómez | 18 de enero de 2018
Hace unos días, hemos podido leer que la robótica puede sustituir gran parte del trabajo de los abogados. Lógicamente, esta opinión nos lleva a reflexionar si estamos ante un declive de esta profesión o, en cambio, se trata de complementarla y mejorar su eficiencia.
Cuando se inició la Revolución Industrial, hubo personas que querían destruir las novedosas máquinas, porque lo que hacían era quitar puestos de trabajo. En Europa y Estados Unidos surgió una preocupación importante entre la clase política, el problema se generaba en saber qué hacer con esas personas que ya no trabajaban por ser sustituidas por las maquinas.
En diversos medios de comunicación, leemos a veces que el avance de la inteligencia artificial va a revolucionar el mercado laboral y, por consiguiente, la pérdida de puestos de trabajo va a ser muy importante.
Los expertos consideran que la inteligencia artificial puede llegar a sustituir a personas en todos los ámbitos, desde empleados relacionados con los medios de transporte, conductores de coches, autobuses, trenes, seguridad, hasta profesionales de primer orden, como pueden ser militares, médicos o abogados.
En este último caso, cómo puede quedar afectada la labor de un jurista, cuyos conocimientos, experiencia y habilidades personales son determinantes, frente a una máquina que procesa exclusivamente datos.
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¿Cómo puede ser que la actuación de un magistrado o funcionario pueda ser sustituida por una ecuación matemática?
Considero que hay que diferenciar aspectos que son clave, como los procesos de actuaciones repetitivas y en masa, la resolución de asuntos de la misma naturaleza, la fijación de datos y estadísticas, que a través de este sistema van a corregir y depurar errores y que van a conllevar una mejora clara en el propio trabajo y en la elaboración de documentos por parte de los profesionales de la abogacía.
En cambio, habrá aspectos relacionados con el denominado derecho privado, que es el que regula las relaciones entre las personas y la solución a sus conflictos, que incluso van a conseguir potenciar la labor de un letrado, al llevar a cabo su trabajo con datos precisos y objetivos. No será tan fácil que la inteligencia artificial pueda resolver situaciones como exponer las distintas alternativas que se pueden derivar de situaciones, como por ejemplo el derecho de familia, los contratos mercantiles empresariales complejos o el derecho hereditario.
En estos casos, cada situación jurídica objeto de conflicto va a depender no de un hecho objetivo, sino subjetivo, ya que es algo que forma parte de la esencia de la propia persona.
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Ahora, si hablamos de la implicación del derecho en el ámbito público, el de las decisiones judiciales, el de los contratos en masa y en lo que serían las actuaciones de los abogados ante los tribunales, la inteligencia artificial puede jugar un papel importante que haga necesaria la reconversión de la profesión de la abogacía y de los profesionales que la ejercen en estos campos mencionados.
Entonces, ¿ha llegado el momento de la reconversión de los abogados y de una reducción drástica de su número? El abogado de hoy no puede olvidar que la inteligencia artificial sí va a alterar las formas y el fondo de su trabajo actual, porque una parte de lo que está realizando será reemplazado por un robot. En cambio, otras situaciones necesitarán de su presencia y su prestigio para ser resueltos y surgirán nuevas situaciones legales que se derivarán de la robótica.
Probablemente, el resultado final será que habrá menos abogados y esas personas que ya no ejercen la profesión podrán actuar en las áreas que han nacido como resultado de la propia robótica.