Manuel Alfonseca | 25 de marzo de 2018
A lo largo de su vida, la labor científica de Stephen Hawking (1942-2018) ha sido bastante productiva, aunque los medios, influidos por su triste situación personal, han mostrado cierta tendencia a exagerar su importancia, poniéndolo incluso al nivel de Einstein. Sus trabajos más destacados han sido los siguientes:
A menudo se ha dicho que Stephen Hawking descubrió la teoría del big bang. Nada más lejos de la realidad. La teoría del big bang fue propuesta en 1931 por Georges Lemaître, astrónomo y sacerdote belga; en 1948, Ralph Alpher, George Gamow y Robert Herman hicieron dos predicciones que deberían cumplirse si la teoría del big bang fuese cierta: la densidad media de los elementos en el cosmos y la radiación cósmica de fondo. Ambas predicciones fueron comprobadas experimentalmente durante los años sesenta. A partir de ahí, la teoría del big bang se convirtió en el modelo cosmológico estándar. Lo que hizo Hawking (junto con Penrose) fue demostrar matemáticamente que la ecuación de Einstein exige que haya un big bang.
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Hawking se apoyó en esa teoría de la gravedad cuántica para redactar su famoso libro Breve historia del tiempo, el más vendido en el campo de la divulgación científica. Es cierto que después ha habido otros intentos de construir teorías de gravedad cuántica, como la teoría de cuerdas y su sucesora, la teoría M, la gravedad cuántica de bucles de Bojowald, la teoría de los twistores de Penrose, y algunas más, pero ninguna de ellas ha pasado hasta ahora del nivel de elucubración científica, sin comprobación experimental.
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De hecho, en el libro de divulgación El Gran Diseño, publicado en 2010 junto con L. Mlodinow, Hawking ya no se apoya en su propia teoría, sino en la teoría M, para justificar su cambio de opinión respecto a la existencia del big bang. A partir de entonces, declaró abiertamente que su trayectoria personal había acabado en el ateísmo. Pero los argumentos que da para justificarlo caen en errores que ya estaban aclarados desde hace siglos, como la suposición de que, si no hubo un instante inicial del tiempo, no pudo haber Creación.
En el segundo párrafo de su libro El Gran Diseño, dice esto:
«La filosofía ha muerto… Los científicos se han convertido en los portadores de la antorcha de los descubrimientos en nuestra búsqueda de conocimiento».
E, inmediatamente, en la única aportación original del libro (su teoría sobre el realismo de modelos), se dedica a hacer filosofía.