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Ciencia

El Timeo de Platón . Un diálogo filosófico sorprendente sobre el modelo cosmológico

Manuel Alfonseca | 14 de junio de 2017

Ciencia

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Entre los diálogos de Platón, el Timeo siempre ha atraído la atención de los estudiosos, pues representa la primera descripción en la filosofía griega de un modelo cosmológico coherente, que alcanzó gran resonancia al pasar a formar parte del modelo medieval a través de su traducción –parcial- al latín por el misterioso filósofo romano Calcidio.

De Calcidio se sabe muy poco. Aunque vivió en el siglo IV, no conocemos su fecha de nacimiento ni de fallecimiento ni el lugar donde vivió. Se ignora si era cristiano o pagano (neoplatónico). Su libro está dedicado a un tal Osio, que quizá sea el obispo de Córdoba que participó en el Concilio de Nicea, pero no es seguro.

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Se suele afirmar que la filosofía medieval en Europa Occidental se basó al principio en Platón y, a partir del siglo XII, en Aristóteles. La explicación que se da es que en el ámbito del Imperio Romano de Occidente se había perdido el dominio del griego, por lo que ya no se podía leer a los clásicos en su lengua original y no existían traducciones al latín, pues los romanos ilustrados de la época imperial conocían perfectamente el griego y no necesitaban dichas traducciones. Lo que no se suele mencionar es que las obras de Platón también se habían vuelto inaccesibles, con la única excepción del Timeo, que en la versión parcial traducida por Calcidio conoció un auge inesperado durante la Edad Media, mucho mayor que el que tuvo la obra de Calcidio en vida de su autor.

La Editorial CSIC recibe el Premio Nacional de Edición Universitaria por la traducción del 'Timeo' de Platón http://t.co/5hPNbnqEDP

— CSIC (@CSIC) September 24, 2013

El Timeo es un diálogo sorprendente por varios motivos, entre los que citaré los siguientes:

  • Siguiendo el modelo clásico geocéntrico, que siglos más tarde sería formalizado por Ptolomeo, presenta un cosmos creado por un demiurgo y dividido en dos partes bien diferenciadas: los cielos, en los que se encuentran los dioses (estrellas y planetas), perfectos en su estructura y movimientos; y la Tierra, situada en el centro geométrico, pero de inferior calidad, pues todo lo que hay en ella está formado por mezclas de los cuatro elementos clásicos: tierra, agua, aire y fuego. Platón no dice de qué se compone el cielo. Eso queda para Aristóteles.
  • Por primera vez, se ofrece una teoría sorprendente, de base matemática, posiblemente de origen pitagórico, sobre las diferencias entre los elementos. Según Platón, la base de todo lo que existe en el mundo sublunar (o sea, en la Tierra) son los triángulos rectángulos, de los que distingue dos tipos: isósceles y escalenos. Los primeros son todos semejantes entre sí, por lo que en realidad no existe más que un solo tipo. Los escalenos (los que tienen los tres lados de distinta longitud) son de infinitos tipos posibles, pero uno de ellos es el más perfecto de todos: el que se obtiene al dividir en dos partes iguales un triángulo equilátero. Platón lo define así: es el triángulo escaleno en que el cuadrado del cateto mayor es triple del cuadrado del menor. En otro lugar dice que su cateto menor es igual a la mitad de la hipotenusa (las dos definiciones son equivalentes). Ahora unimos de dos en dos cada uno de estos triángulos básicos. Con dos triángulos isósceles obtenemos un cuadrado; con dos escalenos, un triángulo equilátero. Con estas figuras podemos formar cuatro poliedros regulares, cuerpos tridimensionales con todas las caras iguales (los así llamados sólidos platónicos):
    1. Con cuatro triángulos tenemos el tetraedro, el más picudo de los poliedros que, por tanto, ha de ser la base constituyente del elemento más incisivo, el fuego.
    2. Con ocho triángulos formamos el octaedro, menos picudo que el tetraedro pero más que los demás sólidos, por lo que debe ser el que forma el segundo elemento más incisivo, el aire.
    3. Con veinte triángulos formamos el icosaedro, capaz de girar sobre sus veinte caras y desplazarse horizontalmente de un lado a otro, por lo que sería la base del agua.
    4. Finalmente, con seis cuadrados formamos el cubo o hexaedro, el más estable de todos, pues si descansa sobre uno de sus cuadrados no tiene por qué moverse. Este sólido sería la base de la tierra.
    5. Platón menciona que hay una quinta combinación de la que Dios se sirvió para trazar el plano del universo. Se refiere evidentemente al pentágono-dodecaedro, el quinto y último poliedro regular, que no se forma con triángulos ni con cuadrados, sino con pentágonos. Aunque no lo dice, quizá esta sencilla alusión le sugirió a Aristóteles la idea de que debe existir una quintaesencia, un quinto elemento que sería la base fundamental del mundo situado más allá de la luna, el cielo.
  • Partiendo de la base de que el microcosmos (el hombre) es una réplica del macrocosmos, Platón cree poder explicar la anatomía y la fisiología del cuerpo humano a partir de sus ideas sobre la estructura del cosmos. Por eso, una parte sustancial del Timeo está dedicada al funcionamiento del cuerpo humano y a la descripción de los sentidos corporales. En esta parte, Platón demuestra saber algo menos que los médicos de su tiempo que, aunque puedan estar equivocados, lo están a veces en menor medida que él.
  • Una parte interesante del Timeo describe los sueños proféticos o adivinatorios y trata de explicarlos aduciendo que para recibirlos la razón debe estar dificultada o impedida, porque la razón y la inspiración se oponen. Es curioso que Aristóteles, en la generación siguiente, diese una explicación de los sueños más acorde con nuestro modo de pensar, en su tratado Sobre la adivinación en el sueño, donde afirma que los sueños aparentemente proféticos pueden surgir por tres motivos: a) por simple coincidencia; b) porque una preocupación previa sobre un suceso inminente y temido ha provocado el sueño; c) porque el sueño ha influido para que la persona afectada actúe, una vez despierto, de la misma manera que experimentó en sueños.
  • Finalmente, el Timeo es el primer diálogo de Platón donde aparece el mito de la Atlántida, que tanta influencia tuvo en autores posteriores. Es verdad que luego le dedicó un diálogo entero, Critias, pero gran parte de este se ha perdido, por lo que el resumen que aparece al principio del Timeo se ha convertido en nuestra única referencia completa de este mito. Pero esta es otra historia.
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