Pablo Casado Muriel | 29 de octubre de 2018
El béisbol es en Estados Unidos mucho más que un deporte, la historia de los siglos XX y XXI pasan por los grandes estadios del país.
Se dice del béisbol que es el pasatiempo favorito de Estados Unidos. Es cierto que existen competiciones con mayor audiencia, la NFL con su Super Bowl no encuentra rival en este terreno. Sin embargo, ningún otro deporte es capaz de igualar la estrecha relación que mantienen el béisbol y la cultura americana.
La literatura norteamericana, el cine y hasta la ciencia y la medicina han encontrado entre bates, strikes y home runs algo con lo que sentirse identificado.
La gran novela americana
Philip Roth
Editorial Contra
416 págs.
22,70€
Autores y filólogos discuten a la hora de decidir qué obra debe ser considerada «la gran novela americana»: Moby Dick, Las aventuras de Huckleberry Finn, Las uvas de la ira… Philip Roth decidió despejar cualquier duda publicando, precisamente, La gran novela americana, la historia de los Ruppert Mundys, un maltrecho equipo de béisbol, durante la Segunda Guerra Mundial. Roth utilizará este deporte para construir una divertida sátira sobre la sociedad norteamericana. Racismo, conspiraciones, cazas de brujas…
La relación entre esta novela de Roth y el béisbol es evidente. Más sutil es la conexión entre Ernest Hemingway con el deporte del bate. Aunque más bien habría que buscar la relación entre Santiago, protagonista de El viejo del mar, y Joe DiMaggio, histórico jugador de los New York Yankees. El anciano pescador compara sus esfuerzos con los del bateador, que para 1951, año en la que se escribió la obra, estaba en el ocaso de su carrera. Por si fuera poco, tras 84 jornadas sin éxito, será en la 85 en la que Santiago consiga hacer una captura en su barca, coincidiendo con el número de victorias que, en ese momento, iban a alcanzar los Yankees en aquella temporada.
Los lazos entre el béisbol y la cultura americana no se transluce tan solo en la literatura. El cine también ha sabido transmitir la emoción de un deporte que, a priori, es tildado de lento o aburrido. El mejor, con Robert Redford, o Golpe de efecto, con Clint Eastwood, pueden servir de ejemplo. Pero nos centraremos en otros dos títulos: El orgullo de los Yankees y Moneyball.
Estas dos películas sirven también para hacer referencia a las “aportaciones” del béisbol a campos como la medicina o la estadística. La vida de Lou Gehrig, protagonista de El orgullo de los Yankees estuvo marcada por el éxito deportivo y por una frase, esa en la que se consideró “el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra”. Una sentencia que cobra sentido al saber que fue pronunciada en su discurso de despedida como deportista tras conocer que padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una dolencia conocida en Estados Unidos como “la enfermedad de Lou Gehrig”.
Today we remember the great Lou Gehrig, who was born on this day in 1903. pic.twitter.com/iSvqQL4kZx
— MLB (@MLB) June 19, 2018
Moneyball, película basada en el libro homónimo, evidencia la aportación del mundo de las matemáticas al juego del béisbol. Será en la temporada de 2002 cuando los Oakland Athletics, encabezados por su mánager general, Billy Bean (Brad Pitt en la cinta), revolucionen el deporte al utilizar métodos estadísticos para seleccionar a sus nuevos jugadores, dejando a un lado las percepciones subjetivas de los clásicos ojeadores.
El método científico de Moneyball consiguió romper, dos años después, una de las grandes “maldiciones” de la historia del deporte, otra interesante relación entre el béisbol y la cultura americana. Los Red Sox de Boston no ganaban una Serie Mundial desde 1918, la ganaron con el mítico Babe Ruth, “el Bambino”, en sus filas. Después lo vendieron a los Yankees y hasta 2004, usando ese método pionero de Oakland, no consiguieron tumbar la conocida como “maldición del Bambino”.
Otra famosa maldición, la de “la cabra”, pesó sobre los Chicago Cubs (equipo icónico por películas como The Blues Brothers, por contar con Bill Murray entre sus ilustres aficionados o por mantener viva la popular canción Take Me Out to the Ball Game) hasta la temporada de 2016. En 1945 echaron a una cabra de su estadio y desde entonces no sabían lo que era llegar a una final… El béisbol, un deporte con sus propios mitos y leyendas.
La sociedad americana también ha visto reflejados sus grandes debates en los estadios de béisbol. Quizá el más importante sea el de la segregación racial. A día de hoy, todos los equipos de la MLB rinden homenaje al dorsal 42 en sus estadios. Ese número fue el utilizado por Jackie Robinson a lo largo de su carrera y merece reconocimiento porque en 1947 se convirtió en el primer jugador afroamericano en competir en las Grandes Ligas. Hasta entonces los jugadores negros disputaban sus propios partidos en competiciones exclusivas para ellos.
El béisbol, y el deporte en general, también ha sido un pilar al que muchos se han aferrado cuando Estados Unidos ha sufrido ataques recientes. Siete días después del atentado contra las Torres Gemelas, los Yankees volvían a la competición en un partido precedido por un homenaje a las víctimas de aquella barbaridad y todo un despliegue de patriotismo americano. Apenas un mes y medio más tarde, el mismísimo presidente George W. Bush acudía al Yankee Stadium a realizar el saque de honor (first pitch en términos de béisbol) en el tercer encuentro de las Series Mundiales, el primero que se disputaba en Nueva York.
El béisbol y la cultura americana se deben mucho mutuamente. Un deporte que, con ojos europeos, es todo lo contrario a lo que estamos acostumbrados. Sin embargo, cuenta con una interesante tradición que, cuanto más se conoce, más fascinante resulta. Quizá ese sea el motivo por el que miles de personas acuden a los estadios y pueden llegar a aguantar horas, meses y hasta décadas, a la espera de un golpeo que los haga campeones.