Gerardo Serrano Rodríguez | 25 de febrero de 2019
La búsqueda de la verdad es algo que siempre ha preocupado al ser humano, por más que constituya la virtud contra la que atenta con más frecuencia. Todos, al menos la mayor parte del tiempo, queremos conocer la verdad, detestando descubrir que hemos sido o estamos siendo engañados. Y, sin embargo, hay ocasiones (contadas, eso sí, afortunadamente) en que esa misma verdad que con tanto ahínco buscábamos puede convertirse en una amenaza para nosotros y para quienes nos rodean.
Esta parece ser la premisa de la última obra de Dennis Lehane (autor de grandes thrillers, como Mystic River o Shutter Island, entre otros), Después de la caída, que publicó en España el pasado mes de octubre Ediciones Salamandra, en su colección Black.
Una novela que exhibe la totalidad de las habilidades literarias con las que tanto nos ha hecho disfrutar su autor: la configuración de sus personajes y, por encima de todo, su pericia de prestidigitador a la hora de situar en la acción sus conocidos giros argumentales. Sí, en este trabajo el lector quedará atrapado por los juegos de manos del gran ilusionista, presa de esos auténticos golpes sobre la trama que tan bruscos sobresaltos son capaces de despertar. En ciertos momentos, el seguidor de Lehane será capaz de reconocer esa tremenda sensación de desconcierto que, por poner un ejemplo, lo invadió llegado determinado punto de la historia de Shutter Island.
En Después de la caída se nos presenta la convulsa historia de Rachel Childs, una intrépida periodista que, a pesar de haber rozado el mayor de los éxitos como reportera, en la actualidad no se halla en su mejor momento. Tras sufrir un inoportuno ataque de pánico mientras retransmitía en directo uno de los últimos desastres naturales de Haití, lleva mucho, mucho tiempo recluida en su domicilio, presa de la agorafobia. Aun así, siempre ha sido una mujer perspicaz en constante persecución de la verdad, y eso es precisamente lo que le va permitiendo escapar de ese barranco por el que se ha deslizado.
“Sobrevivir al miedo”. Viaje a la conciencia de un reportero de guerra
Porque es posible que esa verdad tras la que con tanta persistencia corre no le traiga sino graves problemas, pero esa es una amenaza que no la va a detener. Rachel, como buena periodista vocacional (caso extraño el suyo, en el día de hoy), porfía por la verdad sin importarle demasiado las consecuencias.
Las consecuencias… o los medios para alcanzarla. Pues Rachel demuestra, a lo largo de las 459 páginas en que se extiende su historia, que es una firme seguidora de aquella máxima que asegura que “el fin justifica los medios”. Sí. Rachel no duda un instante en hacer uso de estrategias desde toda perspectiva ilícitas si con ellas logra apoderarse de la verdad o, al menos, de la posibilidad de acercarse un poco más a ella. Espionaje, acoso, mentiras (por paradójico que esto pueda parecer), falsas promesas, manipulación… Todo vale, según ella, para poder acceder a esa verdad que con tanta obsesión persigue.
En Después de la caída acompañaremos a la buena de Rachel durante toda su atribulada existencia, e iremos conociéndola, de la mano de la magistral narrativa de Dennis Lehane, desde su difícil infancia hasta su desquiciada situación actual. Y en todo momento el lector tendrá la sensación (y la correcta certeza, por cierto) de que el de Rachel Childs es un personaje meticulosamente construido y presentado por Lehane, alguien cuyo comportamiento, razonamientos y sentimientos siempre resultan creíbles.
Pero el de Rachel solo es un ejemplo más de la habilidad de Lehane a la hora de elaborar y planificar los personajes que pueblan sus mundos. Porque en Después de la caída hay todo un elenco de personajes minuciosamente configurados que acompañan a la protagonista en su aventura en pos de la verdad, todos ellos poseedores de esos claroscuros morales que los convierten en convincentes, a la par que éticamente cuestionables.
El lector de Después de la caída podrá disfrutar conociendo tanto a Rachel como al resto de secundarios que completan este último mundo ideado por la mente de Dennis Lehane, al menos en la medida en que los juegos de manos del maestro prestidigitador así se lo permitan. Unos juegos de manos argumentales que tanto pueden recordar al M. Night Shyamalan en su mejor estado de forma.