Mireia García Sanz | 29 de noviembre de 2018
Dorothea Tanning. Detrás de la puerta invisible, otra puerta
Museo Reina SofíaCalle Santa Isabel, 52. MadridHasta el 7 de enero de 2019Entrada general: 10 € Entrada reducida: 5 €De lunes a domingo, de 10 a 21 h. Martes cerradoSitio webComisariada por Alyce Mahon, la exposición Dorothea Tanning. Detrás de la puerta, invisible, otra puerta se articula en ocho secciones temáticas que discurren por las inquietudes artísticas y vitales presentes en las distintas etapas de su obra.
Dorothea Tanning crece en Galesburg, Illinois. Tras una formación autodidacta, viaja a Chicago y Nueva York para formarse. La icónica exposición Fantastic Art, Dada, Surrealism, organizada por Alfred H. Barr en el MoMA (1936), hizo a Tanning descubrir las posibilidades ilimitadas del surrealismo. Trabaja como ilustradora comercial para los grandes almacenes Macy´s, entre otros. No es hasta que conoce a Marx Ernst (1891-1976) y al resto de autores surrealistas emigrados cuando la crítica contemporánea repara en ella, llegando a reconocerle un lugar central en la vanguardia internacional.
La antológica incluye más de 150 obras creadas entre 1930 y 1997 –muchas de ellas expuestas al público por primera vez–, procedentes de colecciones privadas y de instituciones como el Centro Pompidou de París, la Tate Modern de Londres o el Museo de Arte de Filadelfia.
Organizada por el #MuseoReinaSofia con el apoyo de The Destina Foundation y Fundación Museo Reina Sofía, la muestra dedicada a la artista surrealista Dorothea Tanning constituye su primera retrospectiva. La exposición cuenta con la colaboración de la @ComunidadMadrid pic.twitter.com/XJYu6TKXdM
— Museo Reina Sofía (@museoreinasofia) October 2, 2018
El título de la exposición, Dorothea Tanning. Detrás de la puerta invisible, otra puerta, hace referencia a uno de los elementos más repetidos en su iconografía: las puertas. Las puertas son las vías que nos comunican con el inconsciente, esa región del intelecto en la que el hombre no objetiva la realidad sino, en palabras de André Breton, “forma un todo con ella”. En su emblemática obra Birthday (1942), la artista se autorretrata dentro de una habitación que se transforma en un pasaje con infinitas puertas. A sus pies hay una extraña criatura, símbolo del inconsciente liberado a través del sueño.
La obra de Dorothea Tanning es un receptáculo de diversos ecos: al subversivo potencial del surrealismo añade elementos de la novela gótica y de su propia experiencia vital. Es por ello que ciertas piezas resultan eminentemente problemáticas e intrigantes, como Eine Kleine Nachtmusik (1943) o La habitación de invitados (1950-1952).
La exposición documenta la muy variada y extensa producción de la artista: pinturas, dibujos, diseños de vestuario y decorados para ballets, esculturas, novelas y poemas. Permite también apreciar su transformación estilística: de una técnica minuciosa y lúcida que recuerda a Dalí (Maternidad, 1946-1947) evoluciona hacia una pincelada espontánea e imprecisa, hasta llegar a la semiabstracción (Éperdument, 1962).
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La sección dedicada a la relación entre Dorothea Tanning y Marx Ernst, con quien se casó en 1946, reúne pinturas, correspondencia personal y colaboraciones cinematográficas relacionadas con el ajedrez, juego de habilidad y azar que, como se puede ver en Max en un bote azul (1947), actúa de intermediario entre los esposos/artistas.
Dorothea Tanning nunca fue una artista confinada en un determinado medio. A mediados de la década de 1960, recurre a su máquina de coser para hacer “esculturas blandas”. Con su obra escultórica, Tanning otorga cualidades táctiles al objeto surrealista. Estas piezas, elaboradas con tela y lana de relleno, no ofrecen un espectáculo en el que solazarse, sino que parecen ser seres descoyuntados que nos interpelan: el tono rosáceo del tejido, así como las alusiones anatómicas, explicitan la humanidad desvalida ante la inhumanidad de la guerra (Abrazo, 1969). Varias de estas esculturas conforman la instalación titulada Habitación 202, Hotel de Pavot (1970-73), una de las joyas de la exposición.
Dorothea Tanning. Detrás de la puerta, invisible, otra puerta colapsa la frontera entre la realidad y la fantasía, al situar al visitante en un universo imaginativo que contiene infinitas posibilidades detrás de sus puertas.