Santiago Taus | 24 de diciembre de 2017
“No comer a diario, acostarse al raso bajo las lágrimas de las noches lluviosas y vestirse de verano en pleno diciembre” son algunas de las románticas penurias que viven los personajes que Henry Murger describió en su novela Escenas de la vida bohemia. ¿Qué persona, con alguna aspiración artística, en la ensoñación de su juventud, no ha deseado “desertar del hogar paterno” y volver “fieramente la espalda a un porvenir honroso para correr las aventuras de una vida llena de azares” consagrada al arte? Esta fue la juventud que Giacomo Puccini vivió en Milán, la misma que rememora en La Bohème, que desde el 11 de diciembre de 2017 hasta el 8 de enero de 2018 se representa en el Teatro Real de Madrid.
Puccini optó por reubicar esos recuerdos de juventud en la ciudad de la bohemia por excelencia, París, y apoyarse en los relatos de la novela de Murger. La historia es la de todos los pintores, escritores y músicos que malvivían, entregados por completo a su arte, y sobre todo la del poeta Rodolfo y su amada Mimí. La trama gira en torno al grupo de amigos del que forman parte los protagonistas, que terminan por pagar el precio de su miseria para toparse con una tragedia que cambiará sus alegres vidas. Al final de la obra, somos conscientes de haber asistido al proceso de maduración de estos románticos protagonistas.
Esta vida bohemia tan idealizada no dista mucho de “la que llevan ahora los estudiantes de Erasmus”, bromea Paolo Carignani, el director musical que trabaja por primera vez en este teatro. En su momento, cuando fue estrenada en Turín, la crítica la despreció demostrando una absoluta ceguera de juicio, incapaz de predecir que, 120 años después, sería la cuarta opera más representada de la historia. La crítica la consideraba peligrosa, “quizá porque la música de Puccini llega al alma directamente y nos pone la carne de gallina, sin filtros ni barreras intelectuales”, explica Carignani, quien, sin duda, logra preservar esa conmovedora sensibilidad que el compositor italiano dejó impresa en su obra. Una obra que, por otra parte, es particularmente difícil de dirigir, ya que “los ataques de principio de cada acto son inusuales y difíciles, son como empezar a caminar con un pie ya en alto. Y Puccini es uno de los compositores que más anotaciones de cambio de tempo escribe, lo que obliga a trabajar mucho para que todo parezca muy natural y orgánico”.
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Esta Bohème que llega al coliseo madrileño es una coproducción de la Royal Opera House de Londres y la Lyric Opera de Chicago, con la dirección de escena a cargo del renombrado Richard Jones, que ha recibido numerosos galardones por su trabajo en óperas como Hansel y Gretel, Lady Macbeth o Los troyanos. Una de las grandes claves de esta producción es que el espectador la contempla “desde el punto de vista de un voyeur y no de una manera tontamente literaria”, explica el director artístico del teatro, Joan Matabosch. Se renuncia al estricto realismo en favor de una presentación más teatralmente sincera; los distintos decorados son colocados y manipulados por los tramoyistas a expensas de la mirada del público y, en más de una ocasión, durante el transcurso de un coro. Los escenarios funcionan con vida propia, como un personaje más de la ópera, contribuyendo así a repartir el peso expresivo entre la trama misma y el ambiente que se recrea.
¡A por la 4ª función de #LaBohèmeEnDirecto! In bocca al lupo a tutti! 🕯 pic.twitter.com/xx2XU4dVWR
— Teatro Real (@Teatro_Real) 15 de diciembre de 2017
Otro de los rasgos indispensables para entender esta ópera es que no precisa de espléndidos cantantes virtuosos para sostenerla dignamente. El gran reto de los intérpretes es el de cohesionarse a la perfección para afrontar sus arias y recitativos. No quiere decir esto que arias como la famosa Che gélida manina! no estén cantadas con brillantez, sino que la fuerza de la interpretación está más diluida y depende de todos los cantantes. Es “una obra muy de conjunto”, explica Matabosch, que confiesa sentirse harto de “Bohèmes con un par de nombres de relumbrón que desentonan con el resto y eso termina por fastidiar la ópera entera”. Las sopranos Yolanda Auyanet y Anita Harting se harán cargo del papel de Mimí, mientras los tenores Stephen Costello y Piero Pretti interpretarán el de Rodolfo.
Como parte de la campaña del Teatro Real por acercar este espectáculo a públicos de todas las edades y condiciones, La Bohème pudo verse en directo desde Facebook el pasado 29 de diciembre de 2017. Una ocasión para acercarse a esta bellísima producción con un punto navideño más oportuno que nunca.