Ramón Pi | 12 de abril de 2018
El ensayista, historiador y periodista Paul Johnson fue preguntado en 1999 por su pronóstico sobre el siglo que inauguraba el nuevo milenio. Contestó que, así como el siglo XX fue el de la ingeniería social (la «sociedad sin clases» socialista y la «raza aria» pura del nazismo, cuyos efectos condujeron a las dos espantosas guerras mundiales), él se temía que el siglo XXI fuera el de la ingeniería biológica, con los hombres jugando a ser Dios y manipulando al individuo humano desde su estado embrionario; él veía que las amenazas contra la libertad se trasladarían desde unos nuevos modelos de sociedad a una nueva antropología, un nuevo paradigma de individuo humano, de consecuencias totalitarias imprevisibles. Lo que probablemente no imaginó fue el poco tiempo que tardaría en formarse la tormenta perfecta a escala planetaria que iniciaría el camino hacia el siniestro Mundo Feliz de Huxley.
En una sociedad de sexos no se puede tratar por igual a lo que no es acorde con lo biológico
A muchos nos parece que hay cada vez más cosas importantes de la vida falsificadas, más aspectos de la convivencia degradados, más valores tenidos por comunes a toda civilización prostituidos, y nos preguntamos a qué se debe tal proceso de envilecimiento de las instituciones, aumento de los analfabetos funcionales en puestos de responsabilidad, generación de nuevos dogmas, a cual más estúpido, defendidos por gentes de pavorosa insolvencia intelectual con unos modos totalitarios propios de Pol Pot o Hitler. Nos preguntamos la razón del inquietante progreso de la mentira y su creciente amenaza a la convivencia en libertad y paz. Pues bien, el libro de Gabriele Kuby La Revolución Sexual Global, cuya edición actualizada en español acaba de presentar el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, ofrece una respuesta plausible, y para tratar de comprender el tiempo presente es un libro necesario.
Una explicación científica del sexo . La ideología de género es contraria a la biología
La sola visión de los dieciséis capítulos del índice de La Revolución Sexual Global podría sugerir que la autora ha querido abarcar demasiado hasta meter en un solo saco toda clase de aspectos filosóficos, políticos, jurídicos, sociológicos, religiosos, morales, lingüísticos e históricos de lo que está pasando hoy en el mundo, con lo que el libro, prima facie, puede dar la impresión de ser un abigarrado caos. Pero no hay tal. Kuby hace honor a la fama que acompaña a los alemanes y en su trabajo analiza metódicamente la evolución del pensamiento contemporáneo, la emergencia de un nuevo feminismo de raíz marxista que engarza con los restos del naufragio del comunismo soviético, la aparición de una nueva izquierda materialista que ignora la realidad al considerarla un puro constructor mental, la traslación de la lucha de clases a la lucha de sexos, las legislaciones abortistas en Occidente en el último tercio del siglo pasado, los intentos semejantes con leyes eutanásicas y, de forma destacada, la ideología de género, ultrafeminismo que, lejos ya de propugnar la igualdad de oportunidades entre mujeres y varones, patrocina la consideración del sexo biológico como una característica comparable al color de los ojos y, en consecuencia, enteramente independiente de cualquier condicionamiento en la conducta, sobre todo la conducta sexual, que puede y debe regirse por la determinación por cada cual de su orientación sexual, que puede ofrecer varias docenas de variables. En la extensión e influencia de esta ideología y sus consecuencias desempeñan un papel de primordial importancia los medios de masas, internet y las agencias de la ONU (Fondo para la Población-UNFPA, Unesco, Unicef, OMS, etc.).
Violencia sexual y cerebro . El hombre es un ser capaz de superar las tendencias inferiores
El resultado de este minucioso análisis es que la lectura del conjunto de todos estos acontecimientos y procesos sociales, políticos y legislativos, presentados como lo hace Gabriele Kuby, invita al lector a plantearse «lo que está pasando en el mundo» como el desarrollo de un designio inteligente y destructivo, al que llama precisamente La Revolución Sexual Global, que se compone, por lo menos, de todos los elementos mencionados. El resultado de esta tormenta perfecta sería la imposición de un Gobierno mundial con arreglo a estos cánones, nuevos dogmas coactivos de una sociedad totalitaria en la que instituciones como el matrimonio y la familia habrían quedado necesariamente vaciadas de significado, y la propia persona humana habría perdido por completo cualquier asomo de dignidad trascendente. El principal enemigo de este designio sería, evidentemente, el cristianismo y, más en concreto, la Iglesia católica, que se mantiene como la principal, cuando no la única, institución que hace frente a esta locura suicida desde sus primeros síntomas.
Estamos viviendo, desde hace ya cuatro décadas o más, los primeros pasos de este proceso de aniquilación de la libertad en nombre de la libertad. Algunos se dieron cuenta muy al principio; baste recordar el lamento de Julián Marías: lo peor de todo el siglo XX no han sido las guerras atroces, ni los totalitarismos nazi o comunista, sino la aceptación social del aborto en Occidente.
El libro de Gabriele Kuby es la confirmación de las peores sospechas, y su lectura puede ser un aldabonazo a las conciencias amantes de la verdad que nos hace libres.