Fernando Bonete | 29 de marzo de 2017
Tras alzarse con el Premio Pulitzer de Ficción en 2013, Adam Johnson vuelve a triunfar en el panorama de las letras norteamericanas con el National Book Award por «George Orwell fue amigo mío», colección de relatos que aborda con solidez la idiosincrasia de la modernidad y sus dilemas morales.
No dejan de llegar galardones para Adam Johnson (Dakota del Sur, 1967): en 2012, fue el Pulitzer de Ficción por El huérfano y, en 2015, el National Book Award, en la misma categoría, por George Orwell fue amigo mío. Grandes premios que, junto con otros de menor calibre, pero igual resonancia internacional, suman entre todos más que el número de obras en su haber, que son de momento cuatro. Dos incursiones en la novela y otras dos en el relato corto ha necesitado Johnson para presentarse y consagrarse casi a un mismo tiempo entre los nombres a destacar en el panorama actual de las letras norteamericanas.
Detalle formal a tener en cuenta: George Orwell fue amigo mío, que presenta en España, como a otros muchos finalistas y ganadores del Book Award, la editorial Seix Barral, no comparte título con el original, Fortune Smiles. Cierto es que la traducción directa del inglés nos hubiera dejado un título mucho menos redondo, La sonrisa de la fortuna. Pero no lo es menos que el continente, con su denominación en español acompañada de una ilustración de portada tan propiamente orwelliana, donde se nos presenta un “ojo que todo lo ve” en la pantalla de un smartphone montado sobre un selfie stick (referencias gráficas que tampoco encontramos en el original), puede generar equívocos en cuanto al contenido, el cual, al contrario de lo que se pueda pensar en un primer momento, no tiene que ver, en conjunto y de forma directa, con la distópica 1984 o el universo de Eric Arthur Blair.
Ambos títulos son prestados, en cualquier caso, de dos de los relatos presentes en su interior, un total de seis narraciones que comparten su estrecha relación con la idiosincrasia de la modernidad y el planteamiento de sólidos dilemas morales, por lo demás, muy bien planteados, dirigidos y resueltos; no hay vagas abstracciones ni rodeos, desde la ironía y humor de los comienzos de cada relato a la formalización progresiva de los distintos temas a través de sus protagonistas: la soledad en la era digital y la tecnología como sedante para mitigar el dolor de la pérdida allá donde la voluntad humana no quiere o no es capaz de llegar (Nirvana); la inmigración como metáfora del autoconocimiento, la valentía y la búsqueda de sentido vital (Huracanes anónimos); la relativización de la vida cuando se siente abandonarla (Datos interesantes); la hipocresía y falsa justificación y corrección moral de la historia (George Orwell fue amigo mío); los sombríos delitos de la deep web, la naturaleza de la culpa y los difusos interrogantes humanos acerca de la responsabilidad (Pradera oscura); la ironía y conmiseración del éxodo causado por los totalitarismos a nuevas fronteras en las que no se encuentran tantas diferencias (La sonrisa de la fortuna).
La tecnología y los totalitarismos están muy presentes en la generalidad de la obra; quizás van camino de convertirse en los motivos temáticos de referencia de la narrativa de Johnson. Son, en cualquier caso, el núcleo de sus dos propuestas más sobresalientes: Nirvana y La sonrisa de la fortuna; ambos cargados de una emotividad memorable, para abordar y digerir en reposo; dejan huella y sedimento en el lector.