Juan Orellana | 03 de noviembre de 2016
Sully es la última película dirigida y producida por Clint Eastwood. Al margen de sus simpatías políticas, se puede decir que Clint Eastwood es el John Ford de la posmodernidad. Obviamente hay muchas diferencias entre ambos que no tiene sentido enumerar aquí, pero el hecho es que el cine de ambos encarna, cada uno a su manera y en su tiempo, los valores tradicionales del idealismo norteamericano, que pasan precisamente ahora por un momento de crisis y confusión, tras las recientes elecciones presidenciales.
Parece indiscutible que detrás de las películas dirigidas y producidas por Eastwood late una antropología de perfiles muy precisos, y que responden al ideal clásico de buen americano, obviamente deudor de una cosmovisión cristiana: buen ciudadano, demócrata, respetuoso con la ley, entregado a su familia, patriota incondicional, amante del trabajo bien hecho, buen compañero, solidario, y con una arraigada conciencia de pertenencia a un pueblo que valora por encima de todo la libertad. Eastwood no es un creyente practicante, pero no tiene ningún tipo de prejuicio o rechazo hacia una religiosidad sincera, por otra parte tan extendida en la cultura popular americana.
Volviendo a Sully, su guion está firmado por Todd Komarnicki, y se basa en las memorias de Chesley “Sully” Sullenberger, memorias coescritas con el periodista Jeffrey Zaslow en 2009, y tituladas Highest Duty. En ellas, como en la película, se cuenta un suceso ocurrido en enero de 2009, y que convirtió a Sully en un héroe, al menos a los ojos de la opinión pública. Sully era un piloto comercial que provenía de la Fuerza Aérea de los EE.UU. Era experto en seguridad de vuelos, y el 15 de enero de 2009 se disponía a pilotar un Airbus 320 de US Airways con 155 pasajeros a bordo; era el vuelo 1549. Nada más despegar del Aeropuerto de La Guardia de Nueva York, el avión chocó con una bandada de pájaros que dejaron inutilizados los dos motores del avión.
Quién mejor que Tom Hanks para interpretar a este caballero americano, buen profesional y padre de familia. Aaron Eckhart encarna a Jeff Skiles, el copiloto del avión, y Laura Linney hace de Lorraine, la esposa de Sully. La fotografía está a cargo de Tom Stern, un veterano profesional habitual de las producciones de Eastwood. La película tiene estructura de flashbacks y combina las imágenes tensas de la investigación, con la recreación espectacular del accidente. Pero lo que prima es el drama interior de Sully, que aunque está cierto de haber hecho lo correcto, llega a sentirse sólo y atrapado. Una excelente y emocionante película para toda la familia.