Alfredo Arense | 26 de mayo de 2017
1 de junio de 1967. Se publica el esperado nuevo trabajo de The Beatles después de haber decidido que nunca más iban a tocar en directo. “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” llegaba con la intención de convertirse en un álbum diferente en todos los sentidos. El concepto de transformarse en una banda que ya no volvería los escenarios y cuyos discos serían únicamente un trabajo artístico para sus fans rompía con toda la estética y dinámica de la industria discográfica.
The Beatles se habían cansado de sus conciertos, no se escuchaban cuando tocaban las canciones porque la infraestructura técnica en esos momentos era muy primitiva en comparación con la que vemos ahora en los grandes estadios. Los gritos de los fans no dejaban escuchar ni siquiera la batería. A menudo hablaban del olor a orina en sus conciertos por las fans que se emocionaban al verlos. Además, el grupo de Liverpool se encontraba en una gran crisis interna.
George Harrison se sentía desplazado dentro del grupo, ahogado por la lucha por el liderazgo compositivo de John Lennon y Paul McCartney. Ringo Starr había perdido la ilusión, agotado de no escuchar ni a sus propios compañeros encima del escenario.
Nos cansamos de escuchar a artistas que en las entrevistas de promoción de sus nuevos trabajos destacan el deseo de tocar sus canciones en directo. Por anhelo personal y porque el negocio ya no está en la venta de discos, sino en sus conciertos. Ahora se ha invertido la estructura y la contradirección está en que la publicación de un disco no espera un retorno económico sino la promoción suficiente para que sus fans vayan a sus conciertos. Por eso, The Beatles en ese momento no tuvieron ningún reparo en plantearse con este disco dejar de ser un grupo de directo y convertirse en una banda que solo publicaría discos de estudio.
Su gira por Estados Unidos en 1966 fue un auténtico suplicio. Las protestas de los grupos religiosos por las declaraciones de John Lennon en las que presumía de que los Beatles eran más famosos que Jesucristo se habían convertido en una persecución al grupo allá donde iba. El odio hacia los Beatles por determinadas sectas religiosas suponía una amenaza para ellos tanto física como musical.
#SgtPepper pic.twitter.com/5iJzGmmpt1
— The Beatles (@thebeatles) May 23, 2017
Fue en agosto de 1966 cuando decidieron parar y tomarse un descanso de más de dos meses para trabajar en sus proyectos personales. George Harrison viajó por la India para perfeccionar su manejo del sitar. Paul McCartney trabajó en la banda sonora de la película “Luna de miel en familia”, junto a George Martin. John actuaría en la película “Cómo gané la guerra” y en sus devaneos por las galerías de arte conoció a Yoko Ono. Ringo Starr aprovechó para pasar más tiempo con su mujer y su hijo.
Como era de esperar, la vuelta a los estudios, en noviembre de 1966, supuso un antes y un después en The Beatles. La idea de convertirse en un grupo que jamás se subiría a un escenario era una temeridad, pero ellos podían hacerlo.
Pero su revolución no se quedaba en el concepto de “grupo de estudio”, sino que la parte musical y estética también fue un nuevo desafío. A pesar de las latentes disputas internas que estallaron poco tiempo después con la disolución de la banda, el cuarteto de Liverpool se sentía cómodo y protegido entre los instrumentos y la mesa de mezclas. Allí se olvidaba de sus problemas y volvía sentir la ilusión por la música. Como consecuencia de todos estos factores, nacería una de las obras maestras del grupo de Liverpool. Grabado en 129 días, vio la luz el 2 de junio y supuso para muchos el mejor disco de The Beatles.
As Sgt Pepper nears 50, we've raided the BBC archive to introduce you to the band on the @thebeatles' iconic cover https://t.co/KKHR4Wz3xz pic.twitter.com/Fip9dYPCoE
— BBC Music (@bbcmusic) May 18, 2017
“Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club” es la piedra sobre la que otras formaciones de la época construyeron su carrera en el rock psicodélico. Obtuvo cuatro premios Grammy en 1968, es uno de los discos con más ventas de la historia, registra mas de 32 millones de ventas estimadas y es el segundo disco más vendido en la historia de Reino Unido.
El concepto del disco basado en la sensación que tenían los Beatles de ser unos maniquíes sobre el escenario acabó plasmado en la idea de una banda ficticia, un alter ego que diera rienda suelta a las inquietudes musicales y artísticas de sus integrantes sin sentirse obligados a responder a las expectativas de sus fans y críticos musicales.
“Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club” sería esa banda ficticia que además se plasmó en una de las portadas más importantes y significativas de la historia de la música. Esa desinhibición artística tuvo su reflejo estético con trajes llamativos, coloridos, grandes patillas y bigotes.
Este disco que ahora cumple 50 años es el resultado de una expresión artística que va más allá de lo musical. Es un grito desesperado y terapéutico, probablemente el último antes del final de la banda, que llegaría con las grabaciones de «Let it be» y su última actuación sobre la azotea del estudio de grabación donde trabajaban en su último disco. John Lennon cantó “Don’t let me down”, dedicado a Yoko Ono, y después la banda se rompería.
Es la gran paradoja de The Beatles: los peores momentos de la banda han dado lugar a los mejores discos de la historia.