Javier F. Mardomingo | 13 de junio de 2018
Terminó San Isidro. La feria taurina más importante del mundo echa abajo el telón. En treinta y cuatro días de toros seguidos -treinta y tres celebrados, por culpa de una suspensión fruto de la primavera pasada por agua- ha dado tiempo a que pase de todo. Hemos visto orejas de mayor y menor peso, toros de vuelta al ruedo que no se han dado, otros premiados con ese honor que no lo merecían. Hemos visto mucho público, alguna puerta grande y hasta un rabo, el cortado por Diego Ventura, que ya es historia de la tauromaquia. En treinta y cuatro días ha dado tiempo a todo, incluso a ver formarse Gobierno en Cataluña, caer el central de Mariano Rajoy y emerger uno nuevo con Pedro Sánchez a la cabeza y sus respectivos ministros, Cultura incluido, el ministerio del que dependen los toros.
https://twitter.com/LasVentas/status/1006208805259137025Era día 6 de junio, pocos habían pasado desde la moción de censura que aupó al Gobierno al secretario general del PSOE. Ya se conocían casi todos los responsables de las carteras, viejas y nuevas, del recién creado Ejecutivo. Pasaban las siete de la tarde, acaba de comenzar en Las Ventas la corrida extraordinaria de Beneficencia, la más importante del año, y un runrún comenzó a extenderse por los tendidos de Madrid como la pólvora. ¡Màxim Huerta, ministro de Cultura! ¿Qué Màxim Huerta, el de la tele? Sí, el de la tele. ¿Y le gustan los toros? Pues no tiene pinta.
Twitter echaba humo. Poco tardó en buscarse algún comentario del ministro que hiciera referencia a la fiesta. “No me gusta mucho ver el sufrimiento mezclado con aplausos”, escribió en julio de 2010. También se posicionó claramente hace algo menos contra el Toro de Vega y apoyó algunas propuestas de los radicales animalistas de PACMA. Màxim Huerta, nuevo ministro de Cultura, y por extensión, responsable de la tauromaquia a nivel nacional. A temblar, suspiraron algunos.
Ha tenido que pasar casi una semana para que alguien le pregunte por el tema, y la verdad es que su respuesta ha hecho que respire un sector que contenía el aliento desde hace días. “No soy aficionado a los toros, pero soy ministro de todas las culturas”, declaró el domingo. Esas palabras sí son propias de un ministro, y hay que aplaudirlas. Lo que hay que exigirle es que gobierne para todos, taurinos incluidos. “Que no se asusten Francisco Rivera, ni El Juli, ni ningún torero, porque no he venido a causar ninguna polémica”, apostilló. Ahí ya no estamos tan de acuerdo. Màxim, los toros no son Francisco Rivera y El Juli, que también. Los toros son ganaderos, mayorales, matadores, novilleros, rejoneadores, empresarios, hosteleros, mozos de espada, ayudas, jefes de prensa, periodistas y, por encima de todo, aficionados. Entre otros, los más de 600.000 que han pasado por Las Ventas los treinta y tres días de San Isidro y los otros cientos de miles que van a llenar las plazas de toda España de aquí a noviembre. Ellos son los toros y, por cierto, también son votos en las urnas.
La tauromaquia en la época de la posverdad . Superar viejos tópicos para sobrevivir
La entrada de Màxim en el ministerio no fue la más afortunada, pero sus primeras declaraciones tranquilizan, aunque solo sea un poco. No así las primeras de otra ministra de Sánchez, Teresa Ribera, de Transición Ecológica. “Yo desde luego tengo claro que el nivel de protección en términos de bienestar animal tiene mucho recorrido para ser mejorado”, dijo en declaraciones a La Sexta al ser preguntada por los toros. Señora Ribera, ministra de Transición Ecológica, ¿ha pasado usted por una ganadería? ¿Ha visto cómo vive el toro bravo? ¿Ha estado en la dehesa? La ministra de la ecología, de ecologismo demuestra saber más bien poco. Al menos eso demuestra hablando del bienestar animal cuando se le pregunta por el toro bravo.
Tal vez nadie la haya invitado a ir al campo, o nadie le haya explicado las especies que viven en torno al toro de lidia. Seguramente nadie le ha contado el porcentaje de las cabezas de ganado que acaban en la plaza. Se llevaría una grata sorpresa la señora ministra.
La fiesta de los toros, por desgracia, se tiene que fijar últimamente demasiado, y por necesidad, en la actualidad política. Los continuos ataques de ciertos partidos han provocado que el sector mire a las páginas de nacional de los diarios más de lo que debería. Con Sánchez en La Moncloa, apoyado por independentistas, proetarras y demás joyitas que han prohibido la fiesta en sus respectivos territorios cuando han tenido oportunidad, los aficionados están inquietos, y con razón. A Màxim no le gustan y Ribera pide cambiar el concepto de bienestar animal.
Por el contrario, sabemos que José Luis Ábalos y Carmen Calvo son aficionados y se dejan ver en las plazas, igual que el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, que, en un gesto que le honra, ha acudido a la Corrida de la Prensa, que cerraba San Isidro, en compañía del Rey Felipe VI.
El Rey, en la Plaza de Las Ventas para asistir a la Corrida de la Asociación de la Prensa @aprensamadrid https://t.co/nzue0HJdbY pic.twitter.com/yPOtn6qlu9
— Casa de S.M. el Rey (@CasaReal) June 10, 2018
Dijo Antonio Chenel que, para saber cómo está la sociedad española, nada mejor que echar un vistazo a los tendidos de una plaza de toros. Allí caben todos. La tauromaquia no entiende de ideologías, y si alguna vez tuvo una, desde luego estaba más cercana a la izquierda que a la derecha. El equivocado mantra que algunos quieren colgar a los aficionados no es nada más que eso, una equivocación. El PSOE tiene la oportunidad de demostrar que lo de gobernar para todos no es de boquilla. Nadie pide subvenciones, ni ayudas, ni nada parecido. Solo respeto. Respeto a un sector castigado por muchos y defendido por pocos. Un sector que lo ha pasado y lo pasará mal con los ataques de los radicales y que desconfía, fruto de la incertidumbre, de un Gobierno que amenaza con gobernar a base de políticas de gestos, y los relacionados con los toros son gestos muy golosos.
Les van a pedir actuar contra la tauromaquia y legislar contra el sector. Esperemos que el Partido Socialista, que tantos y tan buenos aficionados ha dado durante toda su historia, sea fiel a sus principios y piense en todos, también en los taurinos. Treinta y cuatro días y ha pasado de todo. Comenzamos con miedo, pasamos por la incertidumbre, para llegar ahora, con las últimas declaraciones, a una cierta tranquilidad. Esperemos que esta dure más de treinta y cuatro días.