Juan Orellana | 22 de diciembre de 2017
Wonder Wheel
EE.UU., 2017Director y guionista: Woody Allen.Intérpretes: Kate Winslet, Justin Timberlake, Juno Temple, James Belushi, Max Casella, Michael Zegarski.Género: Drama.Sitio webEl argumento de Wonder Wheel nos lleva al parque de atracciones de Coney Island en los años cincuenta. Y la historia nos la cuenta el joven socorrista Mickey Rubin (Justin Timberlake), que alberga el sueño de ser escritor. Precisamente nos va a contar una historia de novela, la que le sucede el verano en que se enamoró de Ginny (Kate Winslet), una camarera casada con el alcohólico Humpty (Jim Belushi). Ese romance adúltero se complica cuando Mickey empieza a tontear también con Carolina (Juno Temple), la hija que tuvo Humpty en su primer matrimonio y que aparece de forma inesperada. El dramón está servido.
Woody Allen -producido esta vez por Amazon– es fiel a su cita anual con sus espectadores, cada vez más escasos, cada vez más europeos, cada vez más mayores. Todo esto es normal. El cineasta neoyorquino lleva desde los años sesenta ofreciéndonos una película por año. Ha logrado enganchar a varias generaciones, pero parece que los jóvenes de hoy ya no conectan con su mundo y sus preocupaciones. Continúa teniendo muchos seguidores, pero cada vez más canosos, como él, que tiene ya 82 años y quizá ha perdido algo de olfato para detectar por dónde van hoy los tiros. Con esto no estoy minusvalorando a uno de los directores y actores más geniales de la historia del cine, sino solo apuntando lo que es obvio, que quizá ya pasó su momento de gloria.
Come along for the ride. #WonderWheel stars @JimBelushi, Juno Temple @JTimberlake & Kate Winslet. Directed by Woody Allen. In theaters 12/1 pic.twitter.com/OfzMbPWOkE
— Wonder Wheel (@wonderwheelmov) October 4, 2017
Dicho esto, hay que decir que Wonder Wheel es una película estéticamente brillante -gracias especialmente al iluminador Vittorio Storaro-, dirigida con maestría, pero encallada en un guion que vuelve obsesivamente sobre cuestiones ya abordadas por el director con mejor fortuna que en esta. Y concretamente nos referimos al tema de la culpabilidad, la culpa sin redención. Esta es una preocupación que atraviesa muchas de sus películas y de la que probablemente Match Point sea uno de sus mejores ejemplos. El personaje de Ginny, interpretado asombrosamente por una de las mejores Kate Winstlet, cree ilusamente que un estival romance playero le va a arrancar de su existencia sórdida y sin horizonte, y por ese sueño es capaz de perder la cabeza y sucumbir a la mezquindad. Como casi siempre que Woody Allen afronta un drama moral, la resolución es perpleja, insatisfactoria, demasiado abierta. Y esa posición, aunque no es coincidente, sí es prima hermana del cinismo. En la película hay engaños, manipulaciones, decepciones, injusticias… y poca luz que lo compense, a pesar de lo entrañable de los personajes. Una película crepuscular dirigida por un hombre que se acerca al fin del trayecto sin haber encontrado una razón firme para la esperanza.