Yolanda Vaccaro | 14 de mayo de 2018
La mención de la palabra “fondo” activa resortes amargos en la memoria colectiva de los argentinos, recordando las consecuencias que para Argentina tuvieron en épocas pasadas las medidas exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por eso, el hecho de que recientemente el Gobierno de Mauricio Macri anunciase que pedirá un rescate al FMI ha convulsionado al país, al punto de que se llega a cuestionar la reelección de Macri en las elecciones de finales de 2019, algo que hasta hace poco parecía accesible. El Gobierno no tiene mayoría en el poder legislativo y el peronismo ha aprovechado la coyuntura para subrayar el hecho de que las medidas económicas no están dando los resultados que el Gobierno anunció.
Concretamente, “Argentina pedirá un acuerdo financiero stand by de alto acceso”, anunció a la prensa Sebastián Tabarak, portavoz del Ministerio de Hacienda, explicando que esa modalidad, de “acceso excepcional”, permite al país solicitante recibir aportaciones superiores al 145% de su cuota como país miembro del FMI. Algo que, como contraparte, exige un análisis más riguroso del préstamo y de sus condiciones vinculantes por parte de los directivos del organismo financiero. El Gobierno de Macri se ha visto obligado a iniciar conversaciones con el FMI, el fantasma colectivo de Argentina, para afrontar una turbulencia financiera internacional y nacional que ha producido en el país una inflación galopante -en 2017 se situó en un 25%-, al compás de un dólar imparable frente al peso argentino.
Las palabras del portavoz gubernamental han inaugurado la peor crisis de credibilidad y paz social desde que Macri accedió al poder, hace tres años, derrotando al kirchnerismo con un mensaje de ortodoxia económica y reconducción del modelo político hacia posiciones centristas, alejadas del peronismo populista que encarnaron Néstor y Cristina Kirchner, situados en el entorno de los gobiernos populistas de Latinoamérica.
El caso es que aún no se han cerrado las heridas abiertas por la crisis argentina de 2001, que derivó en un impago de 100.000 millones de dólares y que generó un empobrecimiento generalizado, llegando a una tasa de pobreza que alcanzó a la mitad de la población.
De los cinco precios más importantes de la economía, el gobierno ha hecho estallar tres: tarifas, dólar y tasa de interés. Como no podía ser de otra manera, esto impacta directa y negativamente sobre los otros dos: salarios y precios de los bienes.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) May 3, 2018
¿Qué ha llevado a Macri a exponerse de esta manera a grandes cuotas de impopularidad? La clave está en la incontenible inflación del país, muy alejada del 15% prometido por el Gobierno. Una cifra en sí misma extravagante comparada con los índices de inflación de zonas como la del ámbito del Banco Central Europeo, que recomienda una inflación en torno a un 2%. Junto a la inflación, sucede que el peso se ha depreciado un 15% frente al dólar en apenas quince días, frente a lo que el Ejecutivo ha elevado los tipos de interés hasta un 40%, el tipo de interés más alto del mundo. Argentina ha vivido peores consecuencias en el contexto de la presión alcista del dólar respecto de otros países de la región debido a su altísima inflación, a su elevado déficit público, de un 5%, el también elevado déficit comercial, situado en 8.500 millones de dólares en 2017.
Estas condiciones han creado una especie de tormenta perfecta estrangulando la liquidez argentina que, por ello, pide el citado rescate al FMI. Eso sí, se trata en todo caso de una solicitud de rescate preventiva, ya que las arcas del país permiten prever que se siga pagando en los mercados internacionales; lo que el Gobierno argentino quiere evitar precisamente es llegar a la situación extrema.
El rescate, según medios argentinos, rondaría los 30.000 millones de dólares, con una tasa de interés de un 4%, aproximadamente, mucho menor a la del 13% que pedirían los prestamistas en los mercados internacionales comerciales.
.@Lagarde se reunió hoy con el ministro @NicoDujovne para analizar cómo el FMI puede ayudar a la economía Argentina. Lagarde: ‘Señalé que estamos preparados para respaldar los esfuerzos del gobierno y le pedí a mi equipo en el FMI que prosiga el diálogo.’ https://t.co/awnmICJrrG pic.twitter.com/CXvnk006xq
— FMI (@FMInoticias) May 10, 2018
Mientras el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, negocia con el FMI, el macrismo afronta ahora su peor crisis ante las esperadas medidas de “ajuste” que el organismo ha pedido al país en épocas pasadas. De hecho, ya ha dejado claro en su último informe que sugeriría ajustar las pensiones y otras medidas sobre el gasto social y el empleo en el sector público.
En el tiempo que queda antes de los tambores de la campaña electoral del próximo año, el Gobierno debe manejar el rescate de tal manera que afecte lo menos posible a una economía maltrecha en los bolsillos de la clase media que llevó al macrismo al poder, al tiempo que evita el impago. Un difícil equilibrio que no solo ha despertado lo que en las mentes de los argentinos se considera como el fantasma del FMI sino que, peor aún, ha dado oxígeno a un rearmado peronismo que ve cómo las medidas económicas de Macri no dan los resultados que se esperaban, abriéndole terreno en la expectativa electoral. Una posibilidad que amenaza el retorno de la corriente populista en la tercera mayor economía de Latinoamérica y que daría al traste con la vuelta de la credibilidad internacional en los planos económico y político que significó el Gobierno de Macri, particularmente en el entorno iberoamericano.
Decisiones como la subida del salario mínimo interprofesional o el fin del diésel han provocado un incremento de costes laborales, superior al 20%, que acaban pagando los más débiles.